miércoles, 24 de mayo de 2017

DESNUTRICIÓN CULTURAL. Hambre de Ideas, hambre de Mundo, hambre de Transformaciones.

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LA DESNUTRICIÓN CULTURAL, EN ESPECIAL EN LA JUVENTUD, NOS LLEVA DIRECTO A LA MUNDIALIZACIÓN DE LA ESTUPIDIZACIÓN.- El modelo neoliberal, impuesto en forma violenta, vertical y autoritaria en América latina – en especial en el Perú – desde los primero años de la década de los 90’ del siglo XX. Se ha forjado en estas tres décadas una SOCIEDAD SIN VALORES, donde el hiper-individualismo, el fundamentalismo consumista y la MODA – hoy transformada en el opio de los pueblos – y donde la propaganda y publicidad se dirige y concentra en su 80% en la Juventud. Pero lo más importante de los últimos tiempos – que para nosotros es una de la causas principales del proceso del hundimiento de la globalización neoliberal, es la poderosa carga de miles de toneladas que trae el neoliberalismo en la era digital, donde las innovaciones tecnológicas – han superado y barrido del escenario global a los cambios y reformas sociales, porque las mismas han sido eliminadas, destruidas por las propias políticas neoliberales. Estamos creado, “salvajes humanos”, “nuevos” hombres mediocres del mundo real. Hoy la MUNDIALIZACIÓN DE LA ESTUPIDIZACIÓN – que en paralelo – lo que afirma el Colega Buen Abad,  significa que la “desnutrición cultural” como problema central hoy en la sociedad del siglo XXI, significa que nos conduce a entender, como es hoy el  “hambre profundo de cultura social, de humanización del ser humano”. Porque en estos grandes sectores sociales de la juventud  - en cerca del 30% a nivel global – se ha forjado, construido un “mundo imaginario, ideal, fantástico, fantasmagórico, irreal, utópico – que lo alejo, margino, “expulso” de la realidad. Sufren en carne propia la ausencia de cultura, de identidad cultural colectiva – han renunciado directamente a su Memoria Social como a su Propia Historia Social. Hoy es sustituido por un  inmenso “ego social”, como manifestación, no solo de mediocridad, incapacidad, sino que el propio modelo neoliberal lo forja y educa en ese escenario de irrealidad y fantasía. El mundo de las redes sociales – y las grandes innovaciones tecnológicas – la era digital, la era de la Informática o la era del Conocimiento – hoy es su “propio mundo”.

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DESNUTRICIÓN CULTURAL.
Hambre de Ideas, hambre de Mundo, hambre de Transformaciones.
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Fernando Buen Abad Domínguez.

Rebelión / Instituto de Cultura y Comunicación. UNLA.

Miércoles 24 de mayo del 2017.


“El obrero tiene más necesidad de respeto que de pan”.
                                                                                           Marx.


Algunas de las restricciones que el capitalismo impone a los seres humanos incluyen el acceso al conocimiento territorial y conceptual del mundo todo con sus realidades. Incluyen una especie de inanición de saberes y de experiencias necesarias para el crecimiento normal de la conciencia social y de la conciencia de especie. Incluyen el desabastecimiento de nutrientes intelectuales que son soporte de las habilidades mentales básicas como la capacidad de abstracción, la capacidad de organización, la capacidad de movilización y las habilidades del pensamiento crítico. Y como toda des-nutrición produce estragos. Acéptese ésta metáfora imperfecta provisionalmente. He aquí un problema Ético crucial para nuestro tiempo.

 Reponerse de semejante despojo implica (además de conciencia de él) tiempos y estrategias de atención especial y prioritaria que, hasta hoy, no han podido resolver, por supuesto, los “modelos educativos” funcionales al capitalismo. Sigue intocado el flagelo que aqueja a millones de personas sin saber leer y escribir y sólo unos cuantos países gozan del “privilegio” de ser “territorios libres de analfabetismo.” (Cuba, Venezuela, Bolivia…) Es pasmosa la ignorancia generalizada en materia de geografía económica, política y social. Historia y crítica de la Cultura, de las Artes y de las expresiones populares. A población abierta se desconoce África y sus diversidades; Latinoamérica con sus raíces más frondosas y sus calamidades imperiales. Se trata de una “ignorancia de clase” que sirve para hundir en la confusión todo aquello que no pertenezca a los triunfos materiales y espirituales de la burguesía. Semejante “desnutrición cultural” no se resuelve con reformitas ni reformistas neoliberales. Ni con represión a los profesores críticos.

Para colmo, como en toda “desnutrición”, también ocurre el sobre-consumo de alimentos ideológicos “chatarra” que mientras engordan con banalidades consumistas a los usuarios, le destruyen el sistema nutricional basal. Acéptese ésta metáfora imperfecta provisionalmente. Así tenemos obesidades ideológicas mórbidas, producto de un mercado de valores mercantiles cuyo efecto reduccionista es engrosar sin control al capitalismo y sus “mass media”. Así, pues la desnutrición cultural proviene de la escasez tanto como de la saturación. En el centro del problema está el vació prefabricado por la burguesía, para tener seres humanos embriagados con felicidad de consumo, ignorantes pero agradecidos de no tener que saber tanta cosa sobre un mundo que se les vende como ajeno, peligroso y aburrido. Nos ganó “patolandia”. 
 

Algunas estratagemas para maquillar el escándalo de la “desnutrición cultural” se fabrican rentablemente en el seno de la “industria del turismo”. Como dicen que “los viajes ilustran”, dan por verdad que viajar es una forma de combatir la ignorancia abrumadora que pesa sobre el mundo y que al mundo le pesa. Pero nada asegura que los viajantes sean, realmente, conscientes de los territorios que pisan. La “industria del turismo” ha creado modelos de estandarización que comprimen la experiencia a una sola decoración para comer tanto como para dormir. No importa si estamos en el desierto del Sahara o, en Alaska o cruzando el Río de la Plata en un transporte más parecido a un “supermercado” que a un barco. La “cultura” del “viajante” suele reducirse a unas cuantas fotos, unos mensajes en “redes sociales” y a las habilidades espurias para ganarse puntos o “millas” extra del “viajero frecuente”. Con las debidas honrosas excepciones.

El cuadro de la “desnutrición cultural” se completa entre malabares de computadora para conseguir hospedajes “buenos, bonitos y baratos”. Renta de autos, reservaciones de restaurantes y uno que otro lujo al alcance del salario de las masas turísticas. En la perspectiva general la experiencia residual de un viajante común, suele no contener información alguna sobre cómo se vive lo que se vive en cada lugar ni qué nos une a las mejores luchas que se desarrollan en cada sitio del planeta. Viajar debería ser otra cosa. “Gana la ignorancia”.

¿Qué puede esperarse en las escuelas donde se enseña, hipotéticamente, algo que sirva para conocer y entender al mundo, sin moverse de las aulas? Sin moverse del televisor, sin abrir un libro. (En el caso de que existan -a la mano- libros capaces de combatir la “desnutrición cultural”) National Geographic, por ejemplo, emprendió -como muchos lo han hecho- el trabajo de “mostrar al mundo” pero bajo sus reglas de mostración y con el paquete ideológico que a ellos conviene inyectado en cada lugar, en cada hecho, en cada situación por ellos elegida. Así, vemos un mundo expuesto de tal forma que ni los “locales” se reconocen ante los eventos cotidianos más próximos o más cotidianos. Muestran al mundo como antropólogos ingleses (ajenos, distantes y pasajeros) de esos que a ellos les encanta convertir en locutores de sus series televisivas. Hay lugares que tienen la colección completa de sus videos y ni una sola comprensión del planeta. La Ideología de la clase dominante.

Toda persona tiene derecho a conocer su realidad como especie y como grupo social sometido a las tensiones de la lucha de clases. Tiene derecho a comprender su lugar en el modo de producción dominante y su lugar en las relaciones de producción. Tiene derecho a conocer la Historia de las condiciones que se le han impuesto y las posibilidades reales para salir de ellas. Conocer las luchas de sus pueblos y las luchas de otros pueblos que han luchado y luchan por salir de un mundo secuestrado por el capitalismo. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la salud, a la vivienda y a la educación y eso implica el derecho a conocer el mundo, libre y críticamente, en contacto con otras persona que, a su vez, también tienen derecho a conocernos y reconocernos como iguales, fraterna y solidariamente. No contar con eso es una pérdida histórica difícil de reparar. No contar con eso es un daño terrible a la especie humana y a su futuro. Impedirlo es un delito de lesa humanidad también agravado por cometerse con alevosía, ventaja y premeditación. Desnutrición cultural programada. ¿Qué hacemos?

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