sábado, 18 de febrero de 2017

ESTADOS UNIDOS: EL AÑO DE LA GRAN MURALLA.

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“LA REBELIÓN CONTRA TRUMP.- Trump sigue obsesionado en demostrar que es el mejor en todo, y para ello no duda en distorsionar los hechos. En su discurso de toma de posesión, Donald Trump,   aseguró que había llegado la hora de la acción y que su gobierno estaba listo para hacer nuevamente grande a Estados Unidos. Pero sus primeros días en la Casa Blanca despiertan serias dudas acerca de lo que podrá lograr si continúa empeñado en contradecirse, mentir y propiciar pleitos innecesarios. Los millones que votaron por él y también los que no lo hicieron esperan ahora que Trump se ponga a trabajar inmediatamente en lo que más importa: unir al país, terminar con el discurso discriminatorio y xenófobo para crear un ambiente de igualdad, respeto y tolerancia y, desde luego, mejorar la economía y ofrecerle a todos las mismas oportunidades de educación, empleos, salud y seguridad social.
Todo esto parece una lista de imposibles para el primer mandatario que hasta ahora no ha entendido todavía que el hecho de haber llegado a la Casa Blanca no lo convierte en la celebridad más grande del mundo sino en el servidor público número uno de este país. Trump sigue obsesionado en demostrar que es el mejor en todo y para ello no duda en distorsionar los hechos. Por esa razón, desperdició su primer día de trabajo en acusar injustamente a la prensa de haber mentido en cuanto al número de personas que acudieron a su toma de protesta.
No conforme con ello acudió al siguiente día al cuartel de la CIA supuestamente para enmendar la relación con las agencias de inteligencia a las que ha atacado por sus revelaciones sobre la infiltración de Rusia en las elecciones de Estados Unidos. Pero en lugar de mostrar respeto ante el muro en honor de los agentes caídos en servicio, Trump se dedicó nuevamente a desmentir las fotos que muestran que a su toma de protesta acudió menos gente que a la de Obama. Además, acusó a la prensa de pretender enemistarlo con la CIA y otras agencias, pese a que varios de sus tuits demuestran su desdén por el trabajo que éstas hacen.
El presidente evadió, por otra parte, un tema al que sí debería prestarle la mayor atención: las marchas masivas de mujeres que tuvieron lugar prácticamente en todo el país y en muchas partes del mundo para protestar por sus posturas misóginas y degradantes no sólo contra el género femenino sino contra los inmigrantes y las minorías. Su comentario fue por demás desconectado de la realidad: “Esa gente debería haber votado”. Mensaje para Trump: Millones de esas personas sí votaron, pero en su contra y merecen ser escuchadas e incluidas porque ahora debe gobernar para todos, no sólo para quienes lo apoyaron en las urnas. De lo contrario, continuará la rebelión”. La Opinión. Enero del 2017.

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ESTADOS UNIDOS: EL AÑO DE LA GRAN MURALLA.
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Ignacio Ramonet.

Rebelión sábado 18 de febrero del 2017.


Es posible que 2017 sea recordado en la historia como el año de la Gran Muralla. ¿Por qué? Porque Donald Trump, el nuevo presidente de Estados Unidos, está decidido a edificar una monumental barrera de protección en la frontera con México para impedir, según él, la ‘invasión’ de los inmigrantes ilegales venidos del ‘peligroso Sur’...

Al mandatario estadounidense, alguien debería recordarle lo que la Historia precisamente enseña: que casi nunca esas ciclópeas fortificaciones detuvieron nada. ¿No construyeron acaso los chinos, en la antigüedad, la impresionante Gran Muralla para detener a los mongoles? ¿No elevó el Imperio romano, en el norte de Inglaterra, el colosal Muro de Adriano para rechazar a los bárbaros de Escocia?  Es conocido, en ambos ejemplos históricos, que los gigantescos vallados fracasaron. Los mongoles pasaron, y también los manchúes, y los caledonianos... Como seguirán pasando, hacia Estados Unidos, los mexicanos, los centroamericanos, los caribeños, los musulmanes... En la eterna dialéctica militar del escudo y la espada, la respuesta a la Gran Muralla de Donald Trump serán los miles de túneles subterráneos que probablemente los parias de la tierra ya están perforando...

Pero es que, además, surge otra contradicción. Por una parte está el anunciado Plan de inversiones de Trump de un ‘millón de millones de dólares’ en obras públicas para reconstruir, como en un nuevo New Deal, las infraestructuras, aeropuertos, carreteras, puentes y túneles en todo el país. Lo cual debe relanzar la actividad económica, el crecimiento y, sobre todo, crear millones de empleos. Pero, por otra parte, ya hay pleno empleo en Estados Unidos... Bajo el presidente Barack Obama se crearon doce millones de puestos de trabajo[i]. La paradoja es que, en realidad, hace falta mano de obra... Y faltará todavía más si Donald Trump expulsa, como prometió, a once millones de trabajadores inmigrantes ilegales... ¿Quién construirá la Gran Muralla, los puentes, las carreteras y los túneles?

Otro problema: las estadísticas oficiales estadounidenses señalan que el índice de jubilados sobre trabajadores activos no cesa de aumentar. O sea, como en todas las sociedades desarrolladas, el número de personas de la tercera edad crece más rápido que el de jóvenes. Consecuencia: las cinco primeras ocupaciones que ofrecerán más empleo en la próxima década son las siguientes: ayudantes de cuidado personal, enfermeras, ayudantes del hogar y la salud, trabajadores de la comida rápida, y vendedores de ventas al por menor. Todas las actividades difíciles y mal pagadas, trabajos clásicos de los inmigrantes. Si se alza la «Gran Muralla» en Estados Unidos, ¿quién los ejercerá?

Otro aspecto del problema: las migraciones nunca se realizan por capricho. Son el resultado de guerras o conflictos, de desastres climáticos (sequías), de la demografía, de la urbanización acelerada del Sur, de la explotación, de la mutación económica (disminución del campesinado), de los saltos tecnológicos y de los choques culturales. Hechos sociológicos que están empujando a la gente de los países pobres –sobre todo a los más jóvenes- a emigrar en busca de mejor vida. Hechos que están por encima del control de cualquier político y que un Muro puede quizás frenar pero no podrá detener ni desvanecer.

Además, si Donald Trump está obsesionado con los inmigrantes latinos, que vaya preparándose para las otras ‘invasiones’ que vienen. África subsahariana, por ejemplo, contaba en el año 2000 con 45 millones de personas de entre 25 y 29 años que es la edad en la que más se emigra. Hoy los subsaharianos de esa edad ya son 75 millones, y en 2030 serán 113 millones... El Banco de Desarrollo Africano estima que, de los 12 millones de subsaharianos que ingresan cada año a la fuerza laboral, apenas 3 millones encuentran empleo formal. El resto -o sea 9 millones de jóvenes cada año...- constituye una reserva cada vez mayor de migrantes potenciales... En la India, cada mes, un millón de jóvenes cumplen 18 años y muchos sueñan con emigrar...[ii] 

Aunque la «Gran Muralla» de Donald Trump hay que entenderla también en sentido metafórico pues significa asimismo barrera de aranceles para dificultar el acceso de productos extranjeros al mercado interior: con tasas anunciadas de 45% sobre las importaciones provenientes de China y de 35% para las de México... O sea proteccionismo comercial duro que fue uno de los ejes centrales de la campaña electoral. Y que es el verdadero significado de la elección del nuevo presidente de Estados Unidos quien arrancó su primera semana en el poder con un gesto hacia los votantes de la clase obrera que le ayudaron a ganar el 8 de noviembre pasado y que se sienten perjudicados por las deslocalizaciones industriales. Trump cumplió su promesa y firmó un decreto para retirar a Estados Unidos del Tratado Trans-Pacífico (TTP), un acuerdo con once países de la cuenca del Pacífico promovido por Barack Obama. También anunció que renegociará el tratado de libre comercio con México y Canadá (NAFTA, por sus siglas en inglés)[iii]. 

Todo ello significa una derrota de la globalización neoliberal, del libre mercado y de las deslocalizaciones. Basta con ver, sobre este tema, el berrinche interminable y el pataleo permanente contra Donald Trump de todos los partidarios del ultraliberalismo. Empezando por los grandes medios dominantes que ahora arremeten sin tregua –cosa inaudita- contra el propio presidente de Estados Unidos cual si de Chávez se tratara. Léase, por ejemplo, en España, el incontrolable furor anti-Trump del neoliberalista diario « El País ».

En este año en el que se celebra el centenario de la revolución bolchevique de octubre 1917, el «sacudón» que Donald Trump le está imprimiendo a los asuntos internos estadounidenses y a la geopolítica internacional no deja pues de estremecer al mundo. En algunas cosas para bien, en muchas otras para mal.

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Notas:

[i] El presidente Obama ha dejado una tasa de paro del 4,7%, un nivel cercano al pleno empleo.

[ii] Todas las estadísticas provienen del semanario «The Economist», número especial « El Mundo en 2017 », Londres, diciembre de 2016.

[iii] El NAFTA, que une Canadá, Estados Unidos y México en una sola área comercial, se aprobó en 1994 siendo presidente de Estados Unidos el demócrata Bill Clinton, esposo de Hillary Clinton. Donald Trump ha afirmado que no se retirará del acuerdo, por ahora, sino que quiere renegociarlo.


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