sábado, 6 de febrero de 2016

PERÚ: SURFEANDO LA OLA DE LA CRISIS. PERÚ: TORMENTA PERFECTA.


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“Cuatro reportes anuales de inflación, notas semanales y mensuales, reportes de estabilidad financiera, protocolos de análisis cambiarios, un conjunto de instrumentos comunicacionales transmitían los sentidos de las ecuaciones de política monetaria, incorporando expectativas y anticipaciones de los agentes, examinadas por sendas encuestas específicas. Se implanto así un cuidadoso sistema de gestión del mercado monetario mediante la fijación de la tasa de interés del mercado interbancario y el seguimiento de sus impactos a través de los canales de transmisión de tasas, crédito y liquidez. Para el tipo de cambio se diseñaron instrumentos de flotación administrada e intervenciones esterilizadas. Una de las políticas inexorables fue la consecución de un alto nivel de reservas internacionales, fruto de las experiencias criticas de periodos pasados y de la lenta desdolarización financiera. En suma, el esquema de metas explicitas permitía también percibir, como ahora, la diferencia entre las decisiones prometidas y las tomadas. Asimismo clarificaba los dilemas de las crisis como la que se avecina”.


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PERÚ: SURFEANDO LA OLA DE LA CRISIS.
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Por Gonzalo García.

Otra Mirada miércoles 3 de febrero del 2016.

Terminado el 2015, los precios no dejan de subir (4.67%). Hay un alza sostenida del nivel general de precios medido por el INEI. La inflación nominal más que duplica la meta  explicita  fijada en  2%  por el banco central, un túnel con  piso  en  uno por ciento  y  techo en  3%. 

Cierto es que esta medición súper agregada de la inflación puede ser diferente observada desde la geografía. Frente al promedio nacional hay regiones en que los precios crecen (más o menos) que en otras.

O la inflación distinta por ciudades como el centralizado Índice de precios al consumidor de Lima vs Huancavelica.

También la inflación viene medida por productos, bandejas o gamas, por ejemplo, suben el jurel o el pollo (cuando uno sube el otro baja), verduras o papa huayro o Tomasa.

Hay diferencias por categorías sociales (NSE ABCDE, obreros, capitalistas, campesinos) según la estructura de la canasta que mide la ENAHO.

Importa, en economía abierta, el paso de lo importado a los precios domésticos-combustibles, alimentos, dólar- como la discriminación entre inflación de servicios (luz, agua...) contra bienes, ejemplo, el IPM mayorista.

Para el instituto emisor, la inflación “subyacente” es economía pura. Esta limpia de “ruidos” vinculados a choques eventuales, temporales, imprevisibles. La que algún gran economista gringo llamo la “inflación neta” (subyacente), oponiéndola a la “bruta” (nominal). 

¿Quién responde por los precios?  El Banco Central por el artículo 84º de la Constitución.

En el 2001, la deflación venia con 60 meses de recesión, tasa de interés del 16%, quiebra bancaria de 1998, corrupción generalizada y fuga del presidente. 
El 17 de enero del 2002, el nuevo directorio del BCRP asumió el entonces novísimo esquema de metas explicitas de inflación, lo que en otras latitudes se denomina el inflación targeting, asentado en la célebre Regla de Taylor, eminente economista monetario y Nobel que visitara el Perú hace algunos años.

El banco se comprometió a cumplir con el objetivo de estabilidad monetaria anunciando una meta explicita de inflación del 2.5% más/menos 1%. Este compromiso fue rigurosamente cumplido entre el 2002 y el 2006. Lo que hizo que el 94% de la encuesta de opinión publica aprobara la gestión de ese periodo y el esquema quedara como un riel de guía para las siguientes administraciones.

La herramienta principal del esquema fue la adopción de la tasa de interés de referencia de las operaciones monetarias del BCRP como herramienta operativa, valor establecido a mediante la aplicación de métodos y modelos de previsión, base de datos y programas monetarios periódicos, generadores de escenarios, ecuaciones y funciones de reacción. 

La elaboración de la decisión sobre retiro o inyección de recursos al mercado monetario venia gobernada por las decisiones de comités especializados que sugerían reacciones al Directorio.

Cuatro reportes anuales de inflación, notas semanales y mensuales, reportes de estabilidad financiera, protocolos de análisis cambiarios, un conjunto de instrumentos comunicacionales transmitían los sentidos de las ecuaciones de política monetaria, incorporando expectativas y anticipaciones de los agentes, examinadas por sendas encuestas específicas.

Se implanto así un cuidadoso sistema de gestión del mercado monetario mediante la fijación de la tasa de interés del mercado interbancario y el seguimiento de sus impactos a través de los canales de transmisión de tasas, crédito y liquidez.

Para el tipo de cambio se diseñaron instrumentos de flotación administrada e intervenciones esterilizadas. Una de las políticas inexorables fue la consecución de un alto nivel de reservas internacionales, fruto de las experiencias criticas de periodos pasados y de la lenta desdolarización financiera.
 
En suma, el esquema de metas explicitas permitía también percibir, como ahora, la diferencia entre las decisiones prometidas y las tomadas. Asimismo clarificaba los dilemas de las crisis como la que se avecina.

Como herramienta contracíclica, la disminución de la tasa de interés de referencia se transmite a los mercados de crédito como una señal expansiva. Aumenta el crédito privado.  Crece el nivel de actividad y la demanda de los agentes. O contrario sensu, cuando hay recalentamiento, alza de la tasa- señal contractiva-. Freno del crédito privado. Disminuye el nivel de actividad.

Normalmente la política fiscal acompaña la monetaria mediante un mayor gasto público, en especial de la inversión presupuestal. Déficit fiscal estructural. O en sentido inverso, la política se torna contractiva. Superávit Fiscal que retira recursos a la economía.

Este enfoque contraciclico ha sido enriquecido en años recientes por el inflation targeting+plus que incorpora el Quantitative easing como medio de salvataje de la virtualmente quebrada liquidez de la banca multinacional (2009). Masivas inyecciones de liquidez y deflación simultánea, usando la regla de Taylor, enterraron al fenecido monetarismo de Tokio a New York.  

Entonces si se advierte el riesgo de una crisis lo coherente seria la coordinación de los esfuerzos para sostener una posición expansiva. Liquidez, crédito y déficit estructural. Hasta que se pueda surfear la ola.


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PERÚ: TORMENTA PERFECTA.
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Por Carlos Bedoya.

Otra Mirada lunes 1 de febrero del 2016.

La tecnocracia económica peruana se encuentra entre la espada y la pared. La subida del dólar – ya como tendencia - ha revivido al fantasma de la inflación, pues dada la estructura productiva nacional, consumir en el Perú es casi lo mismo que importar.

Frenar el alza de los precios - luego de tantos años del dogma “metas de inflación” seguido a raja tabla por el Banco Central de Reserva (BCR) - requiere medidas como elevar la tasa de interés de referencia y otras decisiones de política monetaria y bancaria que controlen este problema por el lado de la demanda. De hecho el BCR ya ha empezado a aplicar algunas de ellas y todo indica que se va a jugar en ese terreno.

Lo malo es que al hacer eso en un contexto de crisis económica, donde la inversión privada ya no crece, se estaría empujando el carro directo a la recesión. Encarecer el crédito hace que los peruanos consuman e inviertan menos. Qué útil que sería para este tipo de apuestas una banca de fomento, pero hace tiempo que nos deshicimos de ella.

Peor aún, hay dos factores de distinta naturaleza que complican más el asunto. De un lado, el fenómeno del niño que ya está afectando el precio de la papa, la zanahoria, el tomate y otros tubérculos y vegetales de producción local. Y de otro, la persistente caída de los precios de los metales y la salida de capitales de corto plazo, que han hecho un forado cada vez mayor en la balanza comercial (después de años de superávit); y han profundizado el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos respectivamente. De allí que las cuentas externas podrían requerir que el Perú empiece nuevamente con un ciclo de endeudamiento externo (en dólares); y que además, se considere un pecado subir el salario mínimo pues eso elevaría aún más la brecha externa. Esa es la trampa de ser primario-exportadores y adictos a importaciones. Y en esa lógica no queda más que el ajuste.

Si a eso sumamos que grandes grupos empresariales nacionales como Gloria, Interbank, Alicorp, entre otros, ostentan una no menor deuda privada en dólares (siendo sus ingresos en soles), tarde o temprano van a necesitar ayuda pública y el escenario se complica. No solo porque se socializan las pérdidas entre todos los peruanos como hemos visto en el pasado (Banco Popular, Banco Wiese, etc.), sino porque eso puede derivar también en un ajuste de carácter laboral, conocido como “desgrase” empresarial, que pone a trabajadores formales en la calle.

Sin duda, el MEF y el BCR la tienen muy complicada porque o enfrentan la inflación recesando más la economía, o deciden arriesgar, devaluar mucho más el sol para controlar las importaciones, pero a la vez subiendo salarios y pensiones a fin de reactivar el consumo de alimentos, al tiempo que meten candela a la inversión pública y privada en el agro, en obras de infraestructura, etc. y nos persignamos todos a ver qué pasa.

Porque para los millones de peruanos que hacen “el mercado” diariamente, la subida del pollo (que come trigo importado), los fideos, el aceite, el arroz y otros productos de primer orden en la dieta familiar, significa sentir la crisis directamente en sus bolsillos y en su mesa, con lo cual este lío deja de ser solo una discusión entre economistas y expertos, y se traslada a la preocupación concreta de la gente.

En el futuro cercano y luego de más de diez años de expectativa social en el “exitoso” modelo peruano, no es descabellado pensar que la desesperanza pueda generar espacios para la desestabilización de la ya crítica gobernabilidad del país.

Si eso es así, ojala al menos sirva para dejar atrás el famoso piloto automático y pasar a pensar en serio en un relanzamiento económico que supere la fragilidad que implica ser en gran medida exportadores de piedras cuyos precios no fijamos, y que además son recursos no renovables.

Quienes tienen el mando de la gestión económica, en especial quienes conduzcan el gobierno que empezará a fines de julio de este año, van a tener que hilar muy fino y con mucho cuidado para ver si el barco de la economía peruana sale a flote en medio de esta tormenta perfecta.


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