martes, 2 de febrero de 2016

¿CRISIS ESTRUCTURALES Y CRISIS COYUNTURALES?. Un paso más en el análisis marxista de las crisis capitalistas.

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“La globalización y la crisis estructural actual Para entender la actual coyuntura tenemos que volver a los años ‘70. La etapa de la globalización del capitalismo mundial que ahora vivimos se desarrolló a partir de la respuesta que dieron distintos agentes a los episodios anteriores de crisis, en particular, a la crisis de los ‘70 de la socialdemocracia, o dicho más técnicamente, del fordismo-keynesianismo, o del capitalismo redistributivo. A raíz de esa crisis, el capital pasó a ser global, como una estrategia de la emergente clase capitalista transnacional y sus representantes políticos para reconstituir su poder de clase, al liberarse de las restricciones a la acumulación que imponían los Estados-nación. Estas restricciones -el llamado "compromiso de clase"- se habían impuesto al capital a raíz de décadas de luchas de masas a escala nacional de las clases popular y obrera, a través del mundo. Durante los años 1980 y 1990, sin embargo, las elites globalizantes se adueñaron del poder estatal en la mayoría de países del mundo y utilizaron ese poder para impulsar la globalización capitalista a través del modelo neoliberal”.

“La globalización y las políticas neoliberales destaparon enormes y nuevas oportunidades para la acumulación transnacional en los años 1980 y 1990. La revolución en la tecnología de computación e informática y otros avances tecnológicos ayudaron al capital transnacional emergente a lograr grandes avances en la productividad y a reestructurar, "flexibilizar" y deshacerse de mano de obra en todo el mundo. Esto, a su vez, debilitó los sueldos y los beneficios sociales y facilitó una transferencia de ingresos al capital y a los sectores de alto consumo a través del mundo, que significaron nuevos segmentos de mercado, estimulando el crecimiento. En suma, la globalización hizo posible una gran expansión extensiva e intensiva del sistema y desató una nueva ronda frenética de acumulación en el mundo que contrarrestó la crisis de los ‘70 de disminución de las ganancias y de las oportunidades de inversión.

“Sin embargo, el modelo neoliberal se ha traducido también en una polarización social sin precedentes a nivel global. En el siglo XX, férreas luchas sociales y de clase en todo el planeta pudieron imponer un cierto control social sobre el capital. Las clases populares, en diverso grado, lograron obligar al sistema a vincular lo que llamamos la reproducción social a la acumulación de capital. Lo que ha sucedido con la globalización es una ruptura entre la lógica de acumulación y la de reproducción social, que ha repercutido en un crecimiento sin precedentes de la desigualdad social y ha intensificado las crisis de supervivencia de miles de millones de personas mundialmente.

“Los efectos de pauperización desatados por la globalización han generado conflictos sociales y crisis políticas que el sistema hoy encuentra cada vez más difícil contener. El lema "somos el 99 por ciento" surge de la realidad de que las desigualdades globales y el empobrecimiento se han intensificado enormemente desde que la globalización capitalista arrancó en la década de 1980. Amplios sectores de la humanidad han experimentado una movilidad descendente absoluta en las últimas décadas. El propio FMI se vio obligado a admitir en un informe de 2000 que "en las últimas décadas, casi una quinta parte de la población mundial ha retrocedido. Este es posiblemente uno de los mayores fracasos económicos del siglo XX".

“La polarización social global agudiza el problema crónico de sobreacumulación. Esto refiere a la concentración de la riqueza en cada vez menos manos, hasta que el mercado mundial sea incapaz de absorber la producción mundial y el sistema se estanque. A los capitalistas transnacionales les resulta cada vez más difícil desembarazarse de su masa ya abultada y aún creciente de excedentes: no pueden encontrar salidas donde invertir su dinero con el fin de generar nuevas ganancias, por lo que el sistema entra en una recesión o algo peor. En los últimos años, la clase capitalista transnacional ha recurrido a la acumulación militarizada, a la especulación financiera salvaje y al allanamiento o saqueo de las finanzas públicas, a fin de sostener su lucro frente a la sobreacumulación.

“Mientras que la ofensiva del capital transnacional contra las clases obrera y popular globales se remonta a la crisis de la década de 1970 y ha crecido en intensidad desde entonces, la Gran Recesión de 2008 fue en muchos aspectos un importante punto de inflexión. En particular, a medida que la crisis se extendía, generaba las condiciones para nuevas ondas de austeridad brutal en todo el mundo, mayor flexibilización laboral, el aumento abrupto en el desempleo y el subempleo, y así sucesivamente. El capital financiero transnacional y sus agentes políticos utilizaron la crisis para imponer una austeridad brutal e intentar desmantelar lo que queda de los sistemas de bienestar y los estados sociales en Europa, América del Norte y en otros lugares, para exprimir más plusvalía de la mano de obra, tanto directamente a través de una explotación más intensa, como indirectamente a través de las arcas estatales. El conflicto social y político se ha intensificado en todo el mundo a partir de 2008.

“Sin embargo, el sistema ha sido incapaz de recuperarse, y por el contrario se hunde más en el caos. Las elites globales no pueden manejar las contradicciones explosivas. ¿Será que el modelo neoliberal del capitalismo entra en una etapa terminal? Es crucial entender que el neoliberalismo no es más que un modelo de capitalismo global; decir que el neoliberalismo puede estar en crisis terminal no quiere decir que el capitalismo global esté en crisis terminal. ¿Es posible que el sistema responda a la crisis y a la rebelión de masas mediante una nueva reestructuración que desemboque en un modelo diferente de capitalismo mundial –quizás un keynesianismo global que involucre la redistribución transnacional y la regulación transnacional del capital financiero-? ¿Será que las fuerzas rebeldes desde abajo serán cooptadas en un nuevo orden capitalista reformado?

“¿O será que nos dirigimos más bien hacia una crisis sistémica? Una crisis sistémica es aquella en la que la solución implica el fin del sistema en sí mismo, ya sea a través de su superación y la creación de un sistema completamente nuevo, o -más preocupante- el colapso del sistema. El hecho que una crisis estructural se convierta o no en sistémica depende de cómo reaccionen las distintas fuerzas sociales y fuerzas de clase: desde los proyectos políticos que proponen, así como los factores de contingencia que no se pueden predecir de antemano, y de las condiciones objetivas. Es imposible en este momento predecir el resultado de la crisis. Sin embargo, algunas cosas están claras en la actual coyuntura mundial”. Tomado del: ¿El capitalismo global en jaque?.- Crisis estructural y rebelión popular transnacional. William I. Robinson.- ALAI AMLATINA publicado el 14 de diciembre del 2011. Rebelión.


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¿CRISIS ESTRUCTURALES Y CRISIS COYUNTURALES?.
Un paso más en el análisis marxista de las crisis capitalistas.
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Sergio Martín Fernández.

Rebelión martes 2 de febrero del 2016.



El profesor J.A. Tapia (2016) escribió en un reciente artículo, publicado en Rebelión sobre las perspectivas de la economía norteamericana, una reflexión muy importante y que presenta una cierta sintonía con lo que expuse en mi anterior artículo. Este autor presenta una previsión bastante realista sobre la más que probable entrada en recesión en los próximos años de la economía de EEUU. Afirma que si no estamos ante un periodo de crisis permanente, al menos si estamos ante un periodo “raro”, un periodo “en el que no hay ni una expansión clara ni una recesión clara”.

Tal advertencia se asemeja a lo que me aventuré a denominar en mi primer artículo (Martin, S., 2016) como el periodo de estancamiento.

“Se abre así un panorama que podría seguir una secuencia determinada por repetidos colapsos de sobreproducción en los mercados de los países centrales, seguidos de periodos escuetos de crecimiento lento basados en expectativas de corto plazo, demanda de bienes y servicios por parte de los países “descolonizados” económicamente hablando (China, Irán y Rusia). Lo que es improbable será observar en las futuras décadas periodos de gran crecimiento y mejoras en las condiciones de la clase trabajadora.”

Pero creo que he de matizarlo y ampliarlo, como intentaré hacer en los siguientes párrafos, de manera que lo que se proponga en este artículo permita avanzar en la comprensión del funcionamiento del sistema capitalista.

Partiendo del estudio de la historia de las crisis económicas del capitalismo desde un enfoque marxista a través de la LTDTG1. S e trata de complementar esta versión del análisis de las crisis, la cual puede presentar un cierto reduccionismo, en favor de una propuesta marxista. Esta implicaría un análisis más complejo de algunos fenómenos que caracterizan al capitalismo contemporáneo. En primer lugar, postularé una formalización para una tipología sencilla de las crisis del capitalismo. Para, posteriormente obtener una conclusión sobre este periodo de excepcionalidad posterior a la Gran Recesión de 2008.

Dicha clasificación se basa en la división de las crisis entre estructurales y coyunturales. Aunque ambas se pueden producir simultáneamente, las segundas están vinculadas a factores causados por las primeras.


Mucho se ha escrito sobre la crisis. Crisis de los subprime, crisis especulativa, crisis bancaria, crisis financiera, crisis global, réplica de las crisis de 1929, etc. Florece una fenomenología de la crisis, donde lo que ayer se dijo se vuelve hoy obsoleto. Los grandes periódicos, empezando por The Economist, hablan de “crisis de confianza” y la máxima se expande. La crisis se resume a un acto volitivo. ¡Fiducia! dirían los latinos. He ahí la clave analítica.   Los gobiernos de los países en crisis, Estados Unidos, Europa y en otras partes del mundo, parecen redescubrir el estatismo todo privatizado como el recetario para eliminar la crisis de “desconfianza”. El remedio neokeynesiano, sepultado en las últimas cuatro décadas, considerado uno de los principales males de las crisis anteriores, resurge como salvación para el verdadero camino de la servidumbre, o sea, la sujeción de la humanidad a los designios de la lógica destructiva del capitalismo y en particular de su polo hegemónico financiero.
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Las crisis estructurales surgen de las contradicciones internas del capitalismo, bien explicadas en el Tomo III de El Capital de Marx (1894). Estas estarían propiciadas por una caída de la rentabilidad del capital, basada en la tendencia de las empresas a incorporar una mayor tecnología, que expulsa el valor del trabajador del valor de la mercancía final. El resultado consistiría en la reducción de la Tasa de Plusvalía y la imposibilidad de revalorización del capital, siendo su última fase el bloqueo del proceso de acumulación de capital. Estas crisis siempre están latentes y dependiendo de la capacidad del capital de contrarrestarlas2, se harán latentes o simplemente serán sorteadas a través de mecanismos de restitución de las condiciones para la inversión.

Pero son esos mismos mecanismos los que acaban generando las condiciones propicias para las crisis coyunturales. Por lo tanto estas no se originan por causas distintas a las contradicciones del capital, sino todo lo contrario. En última instancia son consecuencia de estas. Los efectos de las crisis coyunturales suelen ser más cortos pero más intensos y degradan más las condiciones de vida de la clase trabajadora.

En el esquema anterior, se pretende formalizar de una manera visual la idea que en este artículo expongo: como en la evolución de una economía capitalista, la producción (en variación anual) tendería a un descenso gradual, siguiendo a la tendencia descendente de la rentabilidad de las ganancias del capital.

Dentro de la senda presentada por la producción, se diferencian dos ciclos: los primeros de crecimiento o “al alza”, se basan en la puesta en marcha de las causas contrarrestantes3 a la LTDTG, y los segundos de decrecimiento o a la baja, representan las crisis coyunturales.

Con este cuerpo tipológico, podemos concluir que la crisis de 2008 fue una conjunción de la crisis estructural que el capitalismo occidental lleva arrastrando desde finales de los 60s, con una tendencia descendente de la Tasa de Ganancia y la crisis coyuntural del capital financiero que se inició a finales de los 90s. Esta crisis estructural basada en el agotamiento del sistema fordista, llevó en los 70s a intentar crear de nuevo las condiciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial por medio de una serie de guerras tanto militares como sociales. El objetivo era reducción los costes energéticos y la ampliación de los mercados para eliminar el stock de sobreproducción de las industrias de los países desarrollados.

Sin embargo, esta situación finalizó con el estallido de las crisis (coyunturales) del petróleo y ya en los 80s se continuó con los intentos para la corrección de las disfunciones del sistema. Se inicia en esta misma década una fuerte lucha de clases, en todo su significado, siendo este el comienzo de un periodo de ataques contra el bienestar de los trabajadores, iniciados desde la propia academia económica, las Instituciones Internacionales y los gobiernos. Ataques que hoy se han insertado en el interior del ideario general y parecen algo normal y necesario. Por ejemplo se denominan política de ajustes a medidas que suponen la caída de los salarios reales, de las prestaciones por desempleo y la represión del movimiento obrero. De esta forma, se persigue reducir todo lo posible la fuerza de la masa de asalariados. Esta pérdida de capacidad de negociación a causa de un nuevo sistema de producción separa a los trabajadores y genera (como bien explicaban Marx y Engels) menos puestos de empleo, creando un ejército de reserva que sirve de amenaza frente a las reivindicaciones de aquellos que lo mantienen.

No obstante, el modelo de empleo no fue lo único que se modificó. Se dio vía libre a la entrada del capital privado en industrias y servicios que durante las décadas anteriores, que bajo consenso social habían sido, por su relevancia, limitadas a la gestión estatal. Unidas a estas inversiones, el exceso de capital de los países desarrollados se dirigió hacia los países periféricos.

Estas inversiones que buscaban rápidos réditos, finalizan a finales de los 90s con numerosas crisis de deudas en los países periféricos, lo que lleva a buscar vías de inversión alternativas para este continuo exceso de capital. Para sostener el proceso de acumulación, el sistema necesita vender cada vez en mayor cantidad y de esta manera mantener la masa de ganancias. Es en ese momento que se desarrolla, de forma masiva, el crédito al consumo.

No hubo crecimiento de los salarios porque eso hubiese impedido el sostenimiento de la tasa de ganancias, pero a cambio se cedió parte del capital para dar continuidad al circuito de acumulación. Mientras este nuevo modelo de consumo se expandía, el crecimiento del mercado financiero, que tenía como objetivo sostenerlo, empezó a dar señales de agotamiento. El primer aviso fue la crisis coyuntural de las empresas de internet en 2001, llegando a su punto álgido con la Gran Recesión de 2008, donde confluyeron tanto la crisis estructural que se gestaba desde los 60s y la crisis coyuntural de la deuda de los países occidental.

En este momento y tras 7 años de aplicación de medidas para volver a la situación previa (destrucción de empleo, empeoramiento de las condiciones de la clase trabajadora, privatización de mercados de tradicional gestión estatal y guerras), no se atisba respuesta: el capital aún duda en la inversión y el proceso de acumulación está estancado.

Se podría decir que estamos viviendo por primera vez un periodo donde las causas contrarrestantes, no serían ya suficientes para frenar el avance de la crisis estructural. Esto provocaría el estancamiento de la expansión de la producción que actualmente observamos en los países occidentales. La validez de estas afirmación implicará que en los siguientes años las economías desarrolladas se enfrentes a diferentes crisis coyunturales.

Sin que esto signifique que el modelo de acumulación capitalista vaya a colapsar, sí se atisba el agotamiento del modelo occidental. Faltará conocer si los modelos capitalistas que actualmente existen en otros continentes pueden sustituirlo o si en cambio, es momento de superar el sistema capitalista.

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BIBLIOGRAFÍA.

MARX, K. (1894). El Capital: Crítica a la Economía Política.Vol.3. (Traducción de Madrid: Edición Akal, 2007).

TAPIA, J.A. (2016). “Perspectivas económicas para el 2016”. Publicado en el portal Rebelión:

MARTÍN FERNÁNDEZ, S. (2014). “El análisis marxista de las crisis económicas, un estado de la cuestión: la ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancia y la nueva interpretación temporal”. Tesis final Master. Publicada en el depósito digital de la Universitat de Barcelona:

MARTÍN FERNÁNDEZ, S. (2016). “¿Hacia un estancamiento del modelo acumulación y producción occidental?”. Publicado en el portal la Republica: http://larepublica.es/2016/01/20/hacia-un-estancamiento-del-modelo-de-acumulacion-y-produccion-occidental/

Notas

1.- Ley de la Tendencia Descendente de la Tasa de Ganancia. Para más información sobre su cuerpo teórico e historia del concepto Martín Fernández. S (2014).
2.-  Medida en su fuerza frente al trabajo, un concepto que Kalecki, a pesar de su elaboración exenta de la teoría del valor, acertadamente llamaba mark-up.
3.- Las causas contrarrestantes están definidas por Marx en el libro III de El Capital (1894) como “5 causas contrarrestantes principales que dentro del propio sistema capitalista permitían contrarrestar temporalmente la caída de la Tasa de Ganancia” (Martín Fernández, S., 2014)
Sergio Martín Fernández. Historiador Económico.


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