sábado, 24 de octubre de 2015

ECOLOGÍA SOCIAL.- LA EPIDEMIA DE CÁNCER POR AMIANTO SE EXACERBA.

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¿Qué es amianto?. Todos hemos oído hablar de este material. Es el Asbesto. El nombre nos resulta familiar, tal vez los asociamos  a varios productos de construcción que pueden resultar peligrosos. Incluso puede ser que lo asociemos a laguna enfermedad de los pulmones. Pero qué más sabemos?. Es peligros actualmente o era peligros en el pasado?. Todavía hay productos que contienen el amianto? Donde se encuentra? Cómo nos afecta? A quién puede afectar? Hay derechos y obligaciones en relación al amianto? Hay que prevenirse o dar lo mismo?. Por fin que es el AMIANTO. “Se conoce con este término a una familia de minerales metamórficos y fibrosos constituida por silicatos complejos de hierro, aluminio y magnesio principalmente”. El simple hecho de estar en contacto con el amianto no supone apenas riesgo para la salud. La situación cambia cuando el contacto es prolongado y se manipula el material de manera que las fibras pasen al aire y sean fácilmente respirables. Esto sucede en derribos, trabajos como el corte, taladro, rotura o cuando el material está muy envejecido. Estas fibras pueden adherirse a la ropa por lo que el riesgo de pasar al aire respirado aumenta. Las enfermedades que puede provocar son enfermedades del aparato respiratorio. El cáncer de pulmón es la más mortal de las enfermedades que afectan a las personas expuestas al amianto. El amianto se considera un cocarcinógeno, es decir, un agente externo físico, químico o biológico capaz de producir cáncer como es el tabaco.


Hablamos de que la sociedad colectivamente vibra con angustia por un hecho objetivo. No se trata de una alerta social simplemente. En cuanto al amianto ésta ya venía dándose desde hace más cincuenta años. Cada vez que los médicos avisaban y los estudios epidemiológicos corroboraban que el amianto mataba. Es en los años 80 cuando surge una primera alarma social, cuando las alertas enviadas a la población se materializan y, gracias a las presiones ciudadanas y al surgimiento de muertes y enfermedades extraordinarias, se empiezan a hacer las primeras prohibiciones parciales y después totales en cuanto al uso de todo tipo de amianto. Es en 1977 cuando la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC) afirma que todos los tipos de amianto son cancerígenos y que “en la actualidad, no es posible determinar si hay un nivel de exposición en los seres humanos por debajo del cual un aumento del riesgo de cáncer no se produciría”. Y en 1987 los seis tipos de amianto aparecen ya clasificados en el Grupo I de la IARC: quiere decir que provocan cáncer seguro en los humanos.

“El amianto puede encontrarse todavía en muchos lugares, tales como buques, trenes, maquinaria, túneles y tuberías de las redes de distribución de agua públicas y privadas. La utilización del amianto se extendió en los edificios construidos entre 1961 y 1990 incorporándose millones de toneladas del mismo a toda clase de construcciones; pero este producto no solo pone en peligro a los trabajadores de la construcción y de mantenimiento sino que puede poner en riesgo a cualquier persona que ocupe esos inmuebles. En un solo país – el Reino Unido- más del 80% de los centros escolares contienen todavía amianto; ni siquiera se libra el edificio del parlamento. Además, es alarmante el riesgo que se detecta en la actualidad para la vida cotidiana de los consumidores asociado con otros productos importados que contienen amianto y que se saltan los controles de vigilancia del mercado de la UE”.

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ECOLOGÍA SOCIAL.- 
LA EPIDEMIA DE CÁNCER POR AMIANTO SE EXACERBA.

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Paco Puche.

Rebelión sábado 24 de octubre del 2015.


Vosotros sabéis que yo no pretendo enseñaros nada,
y que solo me aplico a sacudir la inercia de vuestras almas, 
a arar el barbecho empedernido de vuestro pensamiento, 
a sembrar inquietudes. 
Preguntadlo todo, como hacen los niños. 

Antonio Machado, Juan de Mairena, 1936


Cuando más indagamos más sórdida nos parece esta historia de la industria del amianto en el siglo XX. La incógnita, aún no bien despejada, es saber cómo la mayor masacre industrial conocida está pasando casi desapercibida. Es el éxito de la primera gran conspiración de silencio y transformismo del gran capital que le ha permitido trasmutar las víctimas en progreso (y en algunos casos, la de los verdugos conocidos en bienhechores de la humanidad, como el intento del magnate suizo del amianto Stephan Schmidheiny).

Todo lo que sabíamos hasta ahora no nos sirve, en unos meses ha quedado obsoleto. La epidemia avanza.

Nos referimos al saber sobre amianto, claro está, no a todo saber.

Primero. El Parlamento Europea en su famosa Resolución de 2013i confirmaba que “según estimaciones de la OMS, el número de casos de enfermedades relacionadas con el amianto en la UE asciende a entre 20 000 y 30 000 por año, y dicha cifra aún no ha alcanzado su máximo”. Pues bien, en un reciente trabajo de octubre de 2015 de Jukka Takala, el que fuera Director de la Agencia Europea para la Salud y Seguridad en el Trabajo en 2011, afirmaba que “de las 102.500 muertes por cáncer ocupacional en la EU28, el amianto causa entre 30.000 - una vieja estimación - y47.000 (sobre la base de este trabajo) cada año, y los números siguen aumentando”ii. Como vemos, en solo dos años los datos oficiales han sido corregidos al doble, por una persona digna de toda credibilidad, y lo que eran “enfermedades”, seguro que mortales, se convertían en fallecimientos. No ha sido una rectificación menor, hemos multiplicado por dos el dolor. La conspiración del silencio habría logrado “ocultar” la mitad del desastre.

Segundo. La prestigiosa revista médica The Lancetiii, en un trabajo publicado el pasado septiembre, firmado por más de 500 autores (sic), en el que se comparan los riesgos en el trabajo de 188 países, entre 1990 y 2013, llegaban a las siguientes conclusiones:

En 2013, el número total de muertes ocupacionales debidas al asbesto fue de 194.000, es decir casi el doble que en 1990 (que fueron 90.000) y también el doble de las que facilita la OMS. .

El incremento en esos 25 años ha sido espectacular, a pesar de que ya estaba prohibido en muchos países europeos.

De todos los cancerígenos laborales estudiados, el asbesto causa el 64 % de los fallecimientos anuales.

Y el número de tiempo perdido por muertes o enfermedades prematuras (DALYs)iv ha sido de tres millones cuatrocientos dos mil años (3.402.000 años). 
La OMS, por el contrario, en 2006, seguía afirmando que “estimaciones globales muestran que todos los años mueren, como mínimo, 90.000 personas de cáncer de pulmón, mesotelioma y asbestosis debidos a la exposición al asbesto por motivos profesionales”v.En ninguno de los casos se contabilizan las muertes familiares y ambientales.

De nuevo, estudios reciente sacan a la luz a la mitad de los afectados por la conspiración del silencio. Salen de esas “cunetas del amianto” en las que las víctimas habían sido enterradas, sin pena ni gloria, por los magnates del amianto y sus colaboradores necesarios (Administración, profesionales, medios, líderes cooptados por las fundaciones del amianto como AVINA, etc.). Se espera que estas cifras sigan aumentando.

Tercero. Aunque no todos los autores están de acuerdo, es frecuente encontrarse con estudios que establecen una correlación entre las muertes del amianto por mesotelioma, y por cáncer de pulmón. Esta correlación es la siguiente: como norma básica, por cada mesoteliomavi se producen entre una y dos muertes por cáncer de pulmón  debidas al amiantovii.

Pues bien, de nuevo J. Takala en el reciente trabajo mencionado corrige estos datos y afirma que: “basado en las últimas investigaciones, el número de cánceres de pulmón inducido por el amianto ha sido subestimada en las cifras del Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME)viii. Usando el mesotelioma como representativo de la exposición al amianto, McCormack et alix. muestran que, dependiendo del tipo de amianto utilizado, el número de cánceres de pulmón en relación con el mesotelioma es de entre 2 y 10 veces la de los casos de mesotelioma, siendo el punto medio 6.1 cánceres de pulmón por cada muerte por mesotelioma. O sea se han multiplicado los “cuántos” por tres veces por término medio.

En solo dos meses, septiembre y octubre del presente año, la epidemia del amianto se pronostica como más del doble de lo que se suponía que estaba siendo y que iba a ser en el futuro. Pero la cosa no queda ahí. Estos últimos meses nos han deparado nuevas sorpresas.



Segunda Alarma social.

Hablamos de que la sociedad colectivamente vibra con angustia por un hecho objetivo. No se trata de una alerta social simplemente. En cuanto al amianto ésta ya venía dándose desde hace más cincuenta años. Cada vez que los médicos avisaban y los estudios epidemiológicos corroboraban que el amianto mataba. Es en los años 80 cuando surge una primera alarma social, cuando las alertas enviadas a la población se materializan y, gracias a las presiones ciudadanas y al surgimiento de muertes y enfermedades extraordinarias, se empiezan a hacer las primeras prohibiciones parciales y después totales en cuanto al uso de todo tipo de amianto. Es en 1977 cuando la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC) afirma que todos los tipos de amianto son cancerígenos y que “en la actualidad, no es posible determinar si hay un nivel de exposición en los seres humanos por debajo del cual un aumento del riesgo de cáncer no se produciría”. Y en 1987 los seis tipos de amianto aparecen ya clasificados en el Grupo I de la IARC: quiere decir que provocan cáncer seguro en los humanos.

Ahora estamos en otra fase de alarma social, en una segunda ola. La causa principal es el notable ascenso de las muertes por amianto, especialmente de mesotelioma, coincidiendo con que se cumplen 35 años del año de mayor producción en la historia de este material (1979). Y este ascenso sabemos que va a continuar al menos hasta el año 2020. A esto debemos añadir la mayor presión social de las víctimas, de sus familiares y de la sociedad.

Cuarto. Este punto es más delicado si cabe. Se trata de la situación de las escuelas en el Reino Unido (y también en los lugares públicos, domésticos y de trabajo). En efecto, se calcula que, en la actualidad, más del 80% de las escuelas de ese país tienen amianto (y no solo amianto blanco si no también marrón y azul que son más peligrosos) a pesar de estar prohibido en este país desde 1999. Se ha comprobado que entre profesores la incidencia de mesotelioma es mayor que en profesiones similares de “cuello blanco”. A pesar de ello el gobierno ha optado por la buena gestión del amianto instalado (inspecciones, señalización y reparaciones) y no por la eliminación segura.

Pues bien, el pasado 16 de octubre todos los partidos del Parlamento en el Grupo de Salud y Seguridad en el Trabajo, en un documento público titulado “La crisis del asbesto. Por qué Gran Bretaña necesita una ley de erradicación”, manifestaron entre otras cosas lo siguiente:

“(Que) 15 años después de la introducción de la prohibición de su uso, la gran mayoría del amianto sigue en su lugar y plantea un riesgo importante tanto a los trabajadores como al público en general. Es la opinión de todos los partidos del Grupo Parlamentario que mantener una política de gestión de asbesto ya no es adecuada y debe ser cambiada. Una encuesta de 2010 en 600 escuelas mostró que sólo el 28 por ciento de los encuestados dijo que la presencia de materiales que contienen amianto fue marcada claramente en el lugar de trabajo. (…) Si vamos a proteger a las generaciones venideras del riesgo de exposición de esta fibra mortífera, el Grupo Parlamentario de todos los partidos cree que necesitamos una nueva ley sobre el amianto con un calendario claro para la erradicación de amianto en cada lugar de trabajo. (Se) ha de desarrollar e implantar un plan para la eliminación de todo el amianto que asegure que esta medida se ha completado tan pronto como sea razonablemente posible, pero ciertamente a no más tardar antes de 2035. En el caso de los edificios públicos y los establecimientos de enseñanza, tales como escuelas, esto debe ser hecho antes 2.028.”x

Quinto: La alarma social no había pasado desapercibida para el Parlamento Europeo, que en 2013 aprobó la célebre Resolución de 14 de marzo “sobre los riesgos para la salud en el lugar de trabajo relacionados con el amianto y perspectivas de eliminación de todo el amianto existente (2012/2065(INI))” en la que apostaba por hacer justicia a las víctimas y eliminar el amianto instalado de forma segura para antes de 2028.

Pero ha sido la Comisión Económica y Social Europea (CESE) y el Comité de las Regiones (CDR) (órganos institucionales de la UE) los que se ha pronunciado de forma conjunta con más contundencia, En un comunicado del pasado 24 de junio, con motivo de la Conferencia organizada conjuntamente titulada “Liberar a Europa de forma segura del amianto”, han manifestado lo siguiente:

“El amianto puede encontrarse todavía en muchos lugares, tales como buques, trenes, maquinaria, túneles y tuberías de las redes de distribución de agua públicas y privadas. La utilización del amianto se extendió en los edificios construidos entre 1961 y 1990 incorporándose millones de toneladas del mismo a toda clase de construcciones; pero este producto no solo pone en peligro a los trabajadores de la construcción y de mantenimiento sino que puede poner en riesgo a cualquier persona que ocupe esos inmuebles. En un solo país – el Reino Unido- más del 80% de los centros escolares contienen todavía amianto; ni siquiera se libra el edificio del parlamento. Además, es alarmante el riesgo que se detecta en la actualidad para la vida cotidiana de los consumidores asociado con otros productos importados que contienen amianto y que se saltan los controles de vigilancia del mercado de la UE”.

El título de la nota de prensa es muy significativo. Dice así: “los Comités europeos hacen sonar la alarma sobre la epidemia silenciosa en Europa. Allí se darán el doble de muertes en relación con el amianto que las víctimas de accidentes de tráfico”. “Alarma” y “epidemia silenciosa” como características de la masacre del amianto. Naturalmente, instan a la UE a tomar medidas, especialmente recomiendan que:” la Comisión Europea aproveche la oportunidad de vincular su programa de eliminación segura del amianto a su programa de renovación de edificios para la eficiencia”.

Es evidente que la urgencia y preocupación del problema del amianto está ya en la agenda y en el calendario de todos los gobiernos europeos.

Poco a poco esta alarma social está llegando a nuestro país y no hay día que la prensa no se haga eco de alguna protesta, especialmente en los colegios. Con toda razón, pues las voces que vinculan el peligro del amianto instalado con las profesiones de la enseñanza y con los niños y niñas son ya muy potentes.


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