sábado, 13 de junio de 2015

EL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL Y LA GLOBALIZACIÓN DE LA MISERIA.

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La globalización de la miseria no es solamente responsabilidad de las fracasadas políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional FMI, otro organismo multilateral como Banco Mundial, BM., deben de asumir igual responsabilidad, porque ambos organismos han trabajado por encima de los intereses nacionales de los países del Tercer Mundo , los países en Vías de Desarrollo y en Desarrollo. Desde 1944, año de su Fundación en la localidad de Bretton Woods y su ingreso en funcionamiento en 1946 – finalizada la Segunda Guerra Mundial – durante muchos años, tiempos de La Guerra Fría – Socialismo-capitalismo. Estados Unidos la Unión Soviética, mantuvieron un perfil bajo, porque relativamente fue una etapa muy importante para ambos “mundos” capitalista y socialista.  Los 30 años de oro del capitalismo – el Estado de Bienestar – y las políticas Keynesianas,  fueron los Estados los que asumieron el protagonismo primero en la “reconstrucción” de Europa Occidental y los años posteriores, el capitalismo alcanzó un nivel de desarrollo, que logró otorgar “grandes y significativos” beneficios a la clase obrera y los Sindicatos. Vacaciones pagadas por 30 días, vigencia irrestricta de las 8 horas de trabajo, descanso dominical, negociación colectiva – estabilidad, derecho de sindicalización, derecho de huelga – seguridad social, derechos de jubilación en países cuyos Estados asumieron la responsabilidad constitucional de brindar Educación de calidad, Sanidad Pública, trabajos y salarios decentes, realidad que permitió la forja y construcción de la Ciudadanía Civil, Política y Social ( ampliada al reconocimiento de derechos culturales). La presencia del Fondo Monetario Internacional, tiempos históricos y políticos, fue tan secundaria, en su papel y función para el cual fue creado, el velar por la seguridad y estabilidad como “un supervisor mundial que velase por la equilibrada fluctuación de las divisas estatales, el desarrollo del comercio mundial y la previsión de desequilibrios macroeconómicos que pudiesen poner en peligro la economía”. Tiempos del “viejo capitalismo industrial”, donde su participación, realmente, no tuvo importancia y menos intervención en país alguno.

Fueron los años de los 70’ del siglo XX, cuando comienzan las dictaduras militares en América Latina (Chile, Brasil, Argentina, Paraguay) primero y posteriormente Uruguay, Bolivia, Perú, Ecuador, tiempos políticos de significativos “cambios” en el rumbo económico mundial. Los economista de la Escuela de Chicago, entran a la política en forma directa con sus “recetas” neoliberales, la “mano invisible del mercado” y el papel subsidiario del Estado. Bastaron los triunfos electorales, primero de la Sra Thatcher en Inglaterra y el Sr. Reagan en Estados Unidos, para que las políticas neoliberales “alcancen vuelo”, década de los 80’, escenario donde están presentes con fuerza las “revoluciones” en la tecnología, el transporte y la comunicación electrónica, así como el conjunto de leyes, normas y resoluciones que preparan el ingreso de los capitales de los países desarrollados a los mercados mundiales, la adaptación y apertura de los mismos a los capitales financieros-especulativos globales.


Tiempos del sistema mundo, cuando la Guerra Fría, llega a su fin – La Caída del Muro de Berlín -, la Perestroika y Glasnost y el derrumbe político del los países del “socialismo realmente NO existente”. “Triunfo” de capitalismo salvaje y presencia determinante de los organismos supranacionales. FMI y BM. En las programas de gobierno – finanzas, comercio, políticas sociales, presupuesto, políticas del Consenso de Washington y se inicia la era del neoliberalismo en el mundo y la imposición autoritaria de sus políticas salvajes, inhumanas – violando todos los derechos sociales, desaparece la responsabilidad del Estado con respecto a sus políticas públicas. Privatización de derechos constitucionales – educación, salud, vivienda, trabajo – es decir, la liberalización absoluta de los derechos sociales (en cristiano, pérdida total de derechos, laborales,  privatización de los servicios públicos), es decir, en tiempos de la “mano invisible”, no podían seguir funcionando los derechos otrora concedidos a los sindicatos.

La globalización neoliberal presente, protagonismo hegemónico del Fondo Monetario Internacional – el Banco Mundial – imposición de las políticas del capitalismo salvaje y resultado después de tres décadas: Globalización de la Desigualdad Económico-social,donde no hay un mundo perfecto, hay una suma y resta, tenemos que integrarnos a nuestro propio desarrollo, pero el desarrollo no es solo sumar riquezas o aumentar el consumo, es la lucha por la felicidad humana”  es la estructura sistémica donde está presente la globalización de la miseria, del hambre, la globalización del desempleo, así como la mundialización de la economía criminal y su correspondiente globalización del terrorismo, de la corrupción,  bandas armadas de la delincuencia, sicarios que ponen en grave riesgo a la sociedad mundial. “Así la globalización va camino al desastre”, nos dice el Pepe Mujica, continúa, es un hecho que va camino al desastre sino somos capaces de vertebrar un programa de conciencia. Pero hay que entender que la integración – continental, es una buena alternativa para mejores formas de negociación con el imperio y las corporaciones transnacionales – necesita aparatos especializados, preocupación permanente, necesita sembrar una cultura”. Tenemos absolutamente claro, “que no se reparte la miseria y nada ha demostrado que tenga más fuerza creadora en este planeta que la economía capitalista que ha revolucionado la historia de la humanidad en tecnología y en ciencia, pero ha significado el acrecentamiento en nuestra cultura del egoísmo y la pérdida de la fraternidad humana”. Es más fuerte la demanda del mercado, la imposición creciente del mercado y confundimos la necesidad de consumir con apañar la necesidad de despilfarrar recursos y energía”.

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EL FMI Y LA GLOBALIZACIÓN DE LA MISERIA.
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Pedro Luis Angosto.

Nueva Tribuna sábado 13 de junio del 2015.

El Fondo Monetario Internacional comenzó su singladura destructora tras la conferencia de Bretton Woods un 27 de diciembre de 1945, víspera en nuestras latitudes del día de los Inocentes. El propósito de los primeros promotores fue impedir que se volviesen a repetir los terribles desajustes económicos que llevaron a la crisis de 1929 y a la depresión generalizada de la década de los treinta que concluyó con la Segunda Guerra Mundial. En ese primer momento se trataba de crear un supervisor mundial que velase por la equilibrada fluctuación de las divisas estatales, el desarrollo del comercio mundial y la previsión de desequilibrios macroeconómicos que pudiesen poner en peligro la economía. John Maynard Keynes, que participó en las primeras conversaciones constitutivas, llegó a proponer la creación de un banco mundial con verdaderos poderes reguladores, pero su propuesta fue rechazada por intervencionista  y porque al Fondo esperaban misiones muy “superiores” a las sugeridas por el economista inglés. La muerte de Roosevelt en 1945 y del propio Keynes al año siguiente, dejarían al organismo económico internacional un papel menudo que solo se aquilataría con el triunfo de las doctrinas neoliberales.

En efecto, al igual que ocurrió con Naciones Unidas tras las conferencias de Dumbarton Oaks y San Francisco, el Fondo Monetario Internacional nació con una fuerte impronta antidemocrática que lo convertía en un instrumento al servicio de los estados más ricos y poderosos. Así como el derecho a veto de las grandes potencias en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas dejaba en papel mojado cualquier resolución de las mayorías, la aprobación de las propuestas importantes del Fondo Monetario Internacional requieren de una mayoría cualificada del 85% de sus miembros, lo que en la práctica supone que todas las decisiones tienen que contar con el apoyo de Estados Unidos, país que debido a su aportación económica cuenta con un 16% de los sufragios. Mientras Estados Unidos seguía intentando ganar la “guerra fría” para imponer su hegemonía mundial, el FMI se mantuvo en un segundo plano que le otorgaba muy poco peso en el diseño de la política económica de los distintos países. Fue a raíz del golpe de Estado de Pinochet en 1973 y de la aparición de las políticas neoliberales de la Escuela de Chicago que irrumpieron en el mundo con fuerza tras la victoria de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, cuando se produjo un acercamiento entre los economistas y funcionarios ultras del Gobierno norteamericano y los del FMI, convirtiendo al organismo económico internacional en garante planetario de la ortodoxia de la doctrina económica ultraliberal, doctrina que podríamos resumir en estas palabras escritas por el antropólogo y geógrafo británico David Harvey:

El neoliberalismo es, ante todo, una teoría de prácticas político económicas que afirma que la mejor manera de promover el bienestar del ser humano consiste en no restringir el libre desarrollo de las capacidades y de las libertades empresariales del individuo dentro de un marco institucional caracterizado por derechos de propiedad privada fuertes, mercados libres y libertad de comercio. El papel del Estado es crear y preservar el marco institucional apropiado para el desarrollo de éstas prácticas”.




Al principio, en la década de los setenta, la actividad del FMI se centró casi exclusivamente en Chile, país que “logró salir” de la crisis económica laminando todos los derechos económicos, políticos sociales y culturales de sus ciudadanos con una violencia tal que tanto esos derechos como el espíritu cívico crítico siguen desaparecidos de aquella nación hermana. Posteriormente, todas y cada una de las dictaduras Latinoamericanas –Argentina, Uruguay, Paraguay, Perú, Ecuador, Bolivia, Brasil, Venezuela, El Salvador, Honduras, Guatemala, Nicaragua…- sufrieron en las carnes de sus habitantes los efectos destructores de las directivas del Fondo, destinadas en su mayoría a incrementar la deuda de los Estados mediante préstamos leoninos de inaplazable y perentoria devolución para de esa forma obligar a drásticos recortes en el gasto público.

La llegada al poder de Hugo Chávez en 1999 marcó el declive de la tiranía del FMI sobre los estados latinoamericanos, pero para entonces ya había desaparecido la URSS, Estados Unidos había ganado la “guerra fría” y Europa se había convertido en la nueva presa: Desaparecida la URSS, con China lanzada a bocajarro al capitalismo salvaje, no tenía ningún sentido que en un pequeño trozo del planeta –Europa Occidental- existiese un mercado del trabajo regulado con jornada de ocho horas, jubilación a los 65 años, vacaciones de treinta días, pensiones, prestaciones sociales, Educación y Sanidad públicas. Eso era una anomalía, un fruto amargo de la “guerra fría”, un quiste que le había salido al capitalismo y que era necesario extirpar de forma rápida y segura: La “guerra fría” con la URSS había terminado con la victoria, ahora comenzaba la “guerra fría” con la Europa de los Derechos y del bienestar, un lujo y un ejemplo que el nuevo mundo globalizado no podía permitirse, un atentado contra la mano invisible que rige los mercados, un sacrilegio contra la Ley de la Desigualdad Creciente, convertida en Carta Magna del Planeta.

Hoy, tras más de cuatro décadas de imposición de las doctrinas austericidas y contrarias a los Derechos Humanos por parte de Estados Unidos, la UE y el FMI, Europa Meridional agoniza como hace unos años agonizaba Latinoamérica. Pero no sólo morirá esa parte de Europa porque si no somos capaces de poner coto a tanto desvarío y tanta crueldad, caerá toda Europa y detrás de la Europa que un día admiramos y quisimos, que perdura en la memoria de muchos como una quimera en descomposición, caerá el resto del mundo, incluidos los países hermanos de América que durante unos años han podido respirar, incluido el creciente asiático que nada podrá vender a quien nada puede comprar.

Es decir, que bajo el auspicio de la potencia hegemónica que dicta e impone, por la fuerza de sus bombas o de su FMI, brutales medidas para expandir el beneficio de los menos y desmontar los Estados democráticos, podemos estar asistiendo al principio del fin del capitalismo tal como lo hemos conocido y al desmantelamiento del comercio mundial, porque la pobreza no genera plusvalías, porque la devaluación de países enteros como España, Italia o Grecia sólo conseguirá que sus tradicionales suministradores, a medio plazo, vean mermada su producción en una espiral que sólo conseguirá igualar al mundo por abajo. Tal es la obra criminal del FMI, de quienes lo financian y de quienes todavía lo defienden.


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