jueves, 14 de mayo de 2015

EL CLUB DE LOS “ATEMPERADOS”: DERECHAS Y NUEVAS DERECHAS EN AMÉRICA LATINA.

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El neoliberalismo impuesto en América Latina, desde finales de la década de los 70’ (Chile, Argentina, Brasil)  por lo general en tiempos de violencia política profunda crisis económica y violencia, descomposición de la organización gremial, sindical y política. El común denominador político era la imposición de dictaduras militares que acabaron con las organizaciones sociales, los derechos políticos, sociales y laborales de los Ciudadanos. Hicieron tabla raza de los Derechos Humanos, se profundizó la crisis del capitalismo dependiente, aumento considerablemente la deuda externa – ello generó que la corrupción iniciara su camino hacia su institucionalización – se abrieron las puertas de las finanzas ilegales y corruptas, narcotráfico, evasión de impuestos, lavado de  activos, todos con destino a los Paraísos Fiscales. Pero también este proceso de dictaduras en América Latina, sepultó los pequeños o tímidos avances hacia la industrialización que se había planteado en la década de los 60’ como respuesta a los procesos de Reforma Agraria, respuesta política a los intereses continentales de La Alianza para el Progreso –(Kennedy hacia A.L.), el modelo del proceso de Industrialización por Sustitución de las Importaciones, ISI (la CEPAL) y principalmente, presentar una alternativa de solución a mediano y largo plazo ante la “gran e histórica revolución del campo hacia la ciudad” como fue los procesos migratorios, que al final se dieron sin industrialización y con un proceso de crecimiento urbano caótico, anárquico, ilegal, informal, propio de las invasiones urbanas. El neoliberalismo fracasó, pero se mantenía con el fusil y los militares imponiendo esta violencia política en un escenario muy complejo y turbulento. (In) surgen los movimientos sociales anti-dictadura, anti-crisis del capitalismo y movimientos sociales por la recuperación histórica y política de la Democracia, surgen nuevas formas de hacer política, con verdaderos protagonistas políticos,  nuevos actores sociales, nuevos liderazgos políticos en la lucha contra las dictaduras.

La década perdida – 1980 – los procesos políticos en América Latina fueron sumamente débiles, no enfrentaron los grandes y estructurales problemas que dejaban las dictaduras – en unos países el neoliberalismo y en otros el reformismo y el populismo en bancarrota política, crisis económica, elevada deuda externa, derechos humanos destruidos, proceso productivo tradicional, no competitivo (fracasó el ISI) la corrupción, fue intocable. La democracia recuperada estaba sentada encima de un inmenso barril de pólvora o en otros casos al filo de un precipicio y no tener una raíz y estructura que sostuviera el inmenso edificio, llamado Democracia. La Caída del Muro de Berlín, la desaparición del socialismo realmente no existente, generó en América latina, profundas consecuencias negativas: entró “triunfante” en neoliberalismo y se posicionó en todos los países, la izquierda – en varios países muy fuerte, parte de gobierno, o su compromiso total en la recuperación de la Democracia, se le presentó un terreno sumamente peligroso, fangoso, generó su ingreso a un abismo de descomposición, destrucción (Prohibición y cierre) de sus organizaciones y tiempos después total abandonó de la lucha política, se refugian en buenas condiciones en las ONGs que les sirven a los intelectuales de una plataforma salvavidas de sobrevivencia y pronta reubicación total en el escenario de la Democracia. La democracia nos cautiva a finales del siglo XX, pero las contradicciones de clase –el escenario de escenarios de las clases y la lucha  de clases, sigue vigente a pesar de los intereses nefastos del neoliberalismo, sus TLC, – en Nuestra América, comienza a estallar, asumir una posición contestataria básicamente desde los movimientos sociales anti-globalización. (Continua…. )

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EL CLUB DE LOS “ATEMPERADOS”: DERECHAS Y NUEVAS DERECHAS EN AMÉRICA LATINA.
Transformaciones, novedades y continuidades.
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Esteban De Gori.

Gisela Brito.

ALAI. Miércoles 13 de mayo del 2015.

Ese lenguaje político no marcado políticamente se caracteriza por la retórica de la imparcialidad, a su vez marcada por los efectos de simetría, equilibrio y término medio, y apoyada por un ethos de las buenas maneras y la decencia que evita las formas más violentas de la polémica, la discreción, el respeto explicito hacia el adversario, en suma, todo lo que pone de relieve el rechazo de la lucha política en tanto que lucha.” Pierre Bourdieu

 El neoliberalismo y el capitalismo globalizador durante los años 90 introdujeron algunas novedades a destacar en el universo político.

La primera: propusieron un conjunto de medidas para las crisis de deuda en América Latina y una propuesta alternativa a los Estados de Compromiso (pensemos en Brasil, Argentina, México, Perú, Ecuador, Venezuela, entre otros). Estas medidas, estabilizaron la economía produciendo una profunda transferencia de recursos de los trabajadores a los sectores del capital.

La segunda: reconfiguraron los sistemas políticos. Por un lado, borraron las fronteras ideológicas que existían entre partidos. Tanto el comunismo, como la estrategia revolucionaria armada ya no oficiaban de contrabalanceo, ni de promesas de futuro. Partidos reformistas y socialdemócratas en América Latina y Europa se apropiaron de los valores y propuestas neoliberales (por ej.: el peronismo, el priismo, la socialdemocracia brasileña, el torrijismo panameño, los adecos venezolanos, etc.) y se confundieron con partidos de derecha que se incluyeron en esta transformación política y tecnológica. De esta manera, espacios enfrentados por décadas compartieron un universo común de preocupaciones y medidas económicas (entre ellas, la estabilización macroeconómica, la reducción de la inversión pública, las privatizaciones, etc.).

Pero debemos advertir que este nuevo tiempo no solo empujó la transformación de los partidos de derechas o socialdemócratas, sino que a algunos de ellos los desplazó de la escena política. Aparecieron nuevos partidos de derecha que pudieron conducir los requerimientos del capital financiero y de la globalización. Estas agrupaciones se incorporaron en el sistema político con cierta fuerza, como Cambio 90 en Perú; Cambio Democrático en Panamá; Sociedad Patriótica en Ecuador y luego, Primero Colombia. A su vez, tenemos la experiencia de Brasil donde un partido minoritario de derecha accedió al Estado (Partido de la Reconstrucción Nacional, con Collor de Mello), o como la UDI, que gracias a su despliegue territorial llevo a la presidencia –varios años después-- a Piñera en Chile.

La tercera: partidos y líderes que se enrolaron en el neoliberalismo se transformaron en espacios y agentes neoconservadores con importante apoyo electoral (Menem, Salinas de Gortari/Zedillo, Fernando Henrique Cardoso, Gaviria/Samper, Wasmosy/Cubas Grau). Con dicha legitimidad transformaron el Estado, privatizaron bienes públicos, empoderaron a los bancos y desarrollaron medidas económicas y políticas que a mediano y largo plazo diagramaron sociedades excluyentes (pobreza, desigualdad, migración). No solo eso, recrearon una cultura de consumo que atravesó a todos los sectores y clases sociales. La hegemonía cultural y política fue relevante en la mayoría de los países y la aparición de movimientos sociales no logró erosionarla, como sí lo hicieron las condiciones políticas (disensiones internas, luchas entre elites gubernamentales) y económicas que los mismos gobiernos neoconservadores desencadenaron.

Cuarta: la desarticulación de los actores tradicionales que organizaban el conflicto social o que tenían cierto peso en el mismo (sindicatos, campesinos, cooperativas, etc.). Muchos de estos actores perdieron peso específico en la compulsa política y quedaron relegados frente al crecimiento y acción de los movimientos sociales. Este proceso estuvo signado por la “desafiliación” institucional y partidaria, poniendo en crisis viejas identidades políticas, con lo cual el lazo político se tornó más débil y pragmático.

Quinta: las derechas nuevas y viejas –como las izquierdas que reivindicaban la lucha armada-- encontraron en la democracia un orden viable para desarrollar sus intereses. La democracia –como forma de regular la competencia política-- se transformó en un bien común entre actores. Ésta, durante estos años, se asoció al “mercado” y a su crecimiento. Por tanto, el proteccionismo y los derechos sociales fueron expulsados de la agenda discursiva del neoliberalismo. “Mercado” y “Democracia”, no solo fueron parte de una retórica, sino es la fórmula que permitió a viejas derechas asociadas a sectores desestabilizadores o golpistas competir en el sistema político y, paradójicamente, ayudar a consolidar la democracia.

Sexta: se fortalecieron y crearon nuevos actores económicos. Entre ellos, los vinculados a las empresas privatizadas y a las instituciones bancarias. Los bancos asumieron un lugar preponderante en el sistema económico, como algunos grupos vinculados a la importación y a ciertas exportaciones específicas. Estos actores empoderados por los nuevos modelos económicos se incluyeron en la lucha de intereses y en la definición de decisiones políticas. Inclusive, acumularon un fuerte poder económico y político que se mantiene hasta la actualidad. A otros tantos actores empresariales, el proyecto neoliberal los perjudicó y –según cada país-- podemos observar cómo los gobiernos neoconservadores optaron por subsidiarlos en algunos casos. Unos quebraron y otros debieron subsistir a costos muy altos.

Séptima: el neoliberalismo no fue un bloque de medidas que se realizaron de manera homogénea en los diversos países. En cada país se produjeron acuerdos, negociaciones y presiones de diversos grupos que dieron forma al sistema político y económico.

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 * Documento completo en PDF

- Esteban De Gori @edegori, Dr. en Ciencias Sociales Subdirector Ejecutivo CELAG

Gisela Brito @giselabrito Licenciada en Sociología Investigadora CELAG.


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