sábado, 25 de abril de 2015

MÉXICO.- EL VALLE SAN QUINTÍN: ENTRE EL ABUSO LABORAL Y LA MOVILIZACIÓN DE LOS JORNALEROS.

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México. En algún momento de la historia de América Latina fue un ejemplo por su sistema democrático, por sus Instituciones, el nivel de Educación, los sistemas  de salud, el conjunto de sus servicios públicos. Su producción. Su Ingreso nacional pér-cápita. La producción nacional del petróleo – los mexicanos sentían su identidad nacional, la recuperación del petróleo, las acciones heroicas del General Lázaro Cárdenas, su turismo, lo mejor en América Latina, sus altos ingresos por las remesas que enviaban los miles – millones – de mexicanos en el extranjero, su producción agrícola, propia y altamente competitiva. El cine y su extraordinaria Industria posesionada en todo el mundo, el fútbol y el deporte en general, pero todo lo resumo en una sola idea: única, extraordinaria, inigualable, fue – y sigue siendo – su Identidad Nacional. (desde su revolución de 1910, durante todo el siglo XX y la influencia política de las personalidades como Pancho Villa, Emiliano Zapata y en los últimos tiempos el propio Movimiento Zapatista de Liberación Nacional) (Quizás peco de ignorancia, pero es lo que siento a nivel general, por tener tantos amigos y colegas muy respetables y porque siempre me sigue abriendo las puertas de la UNAM – Sociología – para mis publicaciones sobre los Movimientos Sociales en Sud-América (Nuestra América). Toda esta riqueza cultural, histórica, política, industrial, deportiva y en general  la vida cotidiana, está siendo destruida, demolida, por poderes facticos (invisibles) pero, porque, simplemente porque el mundo entero conoce el vil asesinato de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa.

No, el problema es mucho más grave, no es solamente ahora la explotación inhumana de los campesinos del Valle de San Quintín –  no es con seguridad la excepción – como no es el problema del magisterio y la reforma de la Educación, de los trabajadores y su “reforma laboral o el problema de los millones de jóvenes, absolutamente ignorados por el Estado y hoy cientos de ellos(o quizás miles) “alineados” con los “ejércitos” de la violencia, la inseguridad ciudadana y lo peor y destructivo para el ser humano y para la propia sociedad, son parte del “crecimiento” – sin control de los “ejércitos” del narco-tráfico y la gran cantidad de carteles – mafias de asesinos, no sólo hoy del tráfico de drogas, sino ya presentes en la política: la narco-política y su manifestación en la democracia fallida, democracia de papel, mediática y procedimental, y la existencia de un Estado fallido, inviable –camino hacia los narco-estados – que ya son visibles en varias partes del mundo.

Ciudadanos mexicanos, ustedes representan una de las Identidades Nacionales de mayor respeto y trascendencia social, cultural y política, sus Universidades son consideradas entre las mejores por la calidad de sus Maestros, por la investigaciones científicas, su formación profesional y por los propios estudiantes. Sus campos agrarios y su producción – por lo menos hasta antes del TLC – México, Estados Unidos y Canadá – ha sido una de las mejores y competitivas en el mundo. Modestamente creo que llegó la hora de ponerle un “punto final”, democrático, ciudadanos, participativo, a las elites político-financieras, responsables de la inmensa corrupción que existe, corrupción en sus diferentes modalidades, prácticas – la mayoría – destructivas y asesinas para el ser humano. Su pueblo, sus Ciudadanos no pueden doblegarse ante la narco-política y menos ante el poder de las corporaciones transnacionales, (los poderes facticos mundiales) como tampoco a las más variadas formas de injusticia social y diversas formas de explotación (simplemente una mirada la situación actual en la zona norte la más afectada por el cambio climático global – y sus graves y dramáticas consecuencias sobre la población, pero más allá están en pleno funcionamiento miles. LAS MAQUILAS (la más inhumana explotación, la pérdida de derechos sociales-laborales de los trabajadores, hoy parte de los “nuevos esclavos asalariados del siglo XXI”. Ciudadanos del mundo: Otro Mundo Socialista, Democrático, Participativo, si es posible en el nuevo milenio del Cambio de Época Histórica. En Nuestra América, la Patria Grande, estamos caminando millones de ciudadanos latino-americanos por la larga avenida del Socialismo.

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MÉXICO.- EL VALLE SAN QUINTÍN: ENTRE EL ABUSO LABORAL Y LA MOVILIZACIÓN DE LOS JORNALEROS.
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Guillermo Castillo Ramírez.*


ALAI.- América Latina en Movimiento. Viernes 24 de abril  del 2015.

“En [en el valle de] San Quintín nos tienen muriendo de hambre desde hace veinte años”, Javier Ramírez, Jornalero, marzo 2015.
        
    “…. Lo que hay detrás nuestro es el hambre, es el salario de hambre que recibimos”,   Fidel Sánchez, Jornalero, marzo 2015.

“Aquí [en los campos del valle San Quintín] es peor, porque los niños tienen hambre, llegas y vendes todo lo que tienes porque no tienes ni un centavo; definitivamente aquí es peor, porque llegas con promesas, ilusiones, y no pasa nada, te va peor, me da tristeza”, Julián de Jesús, Jornalero.
            
Reportaje San Quintín, el valle de la explotación laboral, junio 2014.

El valle de los contrastes, entre la explotación y la resistencia.   

El valle de San Quintín, uno de los lugares de México con mayor producción agrícola mercantil destinada principalmente a la exportación, es también uno de los sitios con las condiciones de trabajo más abusivas, antihigiénicas y nocivas para los jornaleros. Desde este contexto, las recientes revueltas y movilizaciones de trabajadores agrícolas de marzo pasado en demanda de sus derechos laborales y de condiciones de trabajo justas no fueron improvisadas ni gratuitas, sino resultado de la injusticia. Tras dos fallidas mesas de negociación en octubre de 2014 y enero 2015, estas acciones de los jornaleros organizados respondieron al desdén y mutismo del soberbio sector patronal y a la indiferencia y falta de respuesta efectiva y voluntad política de las autoridades estatales. Con esto, los trabajadores agrícolas, además de exigir el cumplimiento de sus demandas, mostraron y denunciaron que hoy día la explotación laboral exacerbada es una realidad social aguda y vigente que padecen decenas de miles de personas en San Quintín

En este contexto, hablar actualmente de esclavitud no es una exageración ni una desproporción, sino, como han manifestado diversas organizaciones en pro y defensa de los jornaleros dentro de México y en Estados Unidos,[1] es una referencia clara a condiciones de explotación laboral muy precisas: jornadas de aproximadamente 60 horas semanales, ausencia de contrato laboral, situaciones de trabajo nocivas (exposición a agroquímicos, pesticidas, insolación), explotación infantil, acoso y abuso sexual a las mujeres, carencia de las prestaciones de ley, así como ausencia de seguridad social y de servicios médicos.[2]

 Los jornaleros agrícolas, campesinos sin futuro y ciudadanos del olvido estatal.

 Gran parte de los jornaleros de San Quintín cargan historias de exclusión previas y son originarios de diversos estados del país, principalmente de las entidades del sur de México, entidades como Oaxaca y Guerrero, que cuentan con una alta población étnico-rural y presentan los niveles más altos de mortalidad infantil y materna, así como una de las menores esperanza de vida y los indicadores más bajos de educación e ingreso. No pocos de estos trabajadores agrícolas del sur pertenecen a diversos grupos indígenas (mixtecos, triquis, zapotecos) y han tenido arduas y difíciles historias migratorias. Salieron huyendo de la miseria y en el norte encontraron pobreza, exclusión y explotación.

Estos campesinos e indígenas dejaron sus tierras natales en busca de mejores condiciones de vida y tratando de dejar a tras las carencias histórico-estructurales de servicios sociales (salud, empleo, educación) en sus localidades rurales de origen. Fueron y son los desheredados, los sujetos olvidados de manera sistemática y constante por el Estado. No obstante, a raíz de la política neoliberal en el agro se agudizaron las crisis de las economías campesinas y se desincentivaron los apoyos y estímulos a la pequeña producción agrícola, y estos desheredados vieron recrudecer sus ya de por sí precarias condiciones de existencia, incrementándose los desplazamientos hacia el norte del país en aras de encontrar oportunidades de empleo. Tanto la imperiosa urgencia de salir para subsistir como su condición de migrantes pauperizados y en necesidad, han acentuado la vulnerabilidad de estos sujetos y es algo de lo que se han aprovechado a manos llenas los empresarios agrícolas del valle de San Quintín para incrementar sus ganancias.        

 San Quintín, agrio reflejo de una explotación generalizada.

 En el contexto de México como el decimoctavo país en el ranking mundial de la esclavitud,[3]  las condiciones de abuso y explotación laboral que viven los jornaleros en San Quintín son sólo un reflejo y muestra de lo que sufren cerca de dos millones de trabajadores agrícolas en los campos agrícolas de dieciocho estados del país;[4] la mayoría de estos jornaleros provienen de los estados más pobres de México (Oaxaca, Guerrero, Chiapas).

 No obstante, el caso de San Quintín sirvió para mostrar la forma en que estos sistemas de explotación, por un lado, descansan sobre las complejas relaciones entre empresarios agrícolas y políticos estatales, y, por otra parte, cómo se abusa de la imperiosa necesidad de laborar del jornalero para retribuir su trabajo con un raquítico salario.[5] Si estos trabajadores agrícolas pueden ser “utilizados” como mano de obra barata y desechable es, justamente, porque las instancias estatales no hacen que se respecte la ley federal del trabajo y, de facto, permiten condiciones laborales inhumanas e ilegales. Esta ausencia efectiva del cumplimiento de la ley se debe a que, en Baja California como probablemente en otros estados del país, varios de los empresarios agrícolas han sido y son funcionarios estatales y están directamente relacionados al poder político.

Así, en la medida en que el dinero que debería recibir no llega al trabajador y se dirige a los empleadores, la ausencia del ejercicio de los derechos laborales de los jornaleros se traduce en fuertes ganancias económicas para estas élites. El beneficio monetario derivado de esta explotación va a los bolsillos de los propietarios de los campos, el hambre y los salarios de miseria son para los jornaleros; no en balde estos jornaleros son de los trabajadores peor pagados y más maltratados del país. De facto, la complicidad entre el Estado y los empresarios no sólo promueve este estado de cosas, sino que, además y por añadidura, supone una condición de impunidad y fomenta la ilegalidad. Esto conduce a la lectura de que, en los hechos y allende de los discursos y las buenas intenciones, el Estado antepone los excesivos privilegios y prerrogativas de los empresarios a la aplicación de la ley federal del trabajo y la defensa de los trabajadores desprotegidos y en situación vulnerable.    

 La dignidad y los rostros de la resistencia.

 No obstante y pese al drástico escenario de las condiciones laborales en los campos agrícolas de San Quintín, los jornaleros no sólo son personas que viven en carne propia una explotación descarada, también son sujetos que tienen iniciativas y realizan acciones dirigidas a modificar sus ominosas situaciones de trabajo y de existencia. Desde hace meses, no sólo fueron participes de un fallido proceso de negociación con el Estado y el sector patronal, sino que también han mostrado, mediante diversas actividades e iniciativas, su capacidad de organización y acción social mediante varias medidas: diálogos con instituciones estatales, movilizaciones sociales y paros laborales (en marzo pasado), caravanas y recorridos por diversas localidades y ciudades de Baja California y el país para difundir su lucha y crear convergencias, visitas y encuentros con autoridades de otros estados del país (Gobierno del Distrito Federal) e instituciones del gobierno federal (Comisión Nacional de Derechos Humanos, Secretaria de Gobernación), alianzas con grupos y organizaciones laborales y étnicas de México y Estados Unidos[6] así como con albergues de religiosos, colectivos y organizaciones de defensa de los derechos humanos y de los trabajadores. Mediante estas acciones han generado un amplio proceso de visibilización pública y mediática de sus demandas y condiciones de trabajo y vida, así mismo esto ha producido un amplio respaldo ciudadano y de la sociedad civil organizada.

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 * Guillermo Castillo Ramírez es profesor de licenciatura y posgrado de la UNAM


[1] “Valle de San Quintín un ejemplo de explotación y abusos que ocurren en 18 estados del país”. Red de Jornaleros Internos, La Jornada, 27 de marzo 2015.

[2] “Frente  indígena  binacional  se  solidariza  con  jornaleros de San Quintín”,  La Jornada, 27 de marzo 2015.

[3] De acuerdo al Índice Global de Esclavitud, México es primer país de América en este rubro y tiene al menos 266 mil personas que son víctimas de esclavitud, siendo los tres principales sectores donde se presentan estas prácticas el agrícola, el minero y el turístico.  “Esclavitud aún en 2015: México tiene el índice más alto en América Latina”, Animal Político, 30 de marzo del 2015. 

[4] De acuerdo a la Red de Jornalero Agrícola, los estados donde se presenta la explotación de jornaleros agrícolas son Sinaloa, Sonora, Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Guanajuato, Zacatecas, Jalisco, Nayarit, Colima, San Luis Potosí, Querétaro, Veracruz, Morelos, Hidalgo, Michoacán, Estado de México y Chiapas. “Esclavitud aún en 2015: México tiene el índice más alto en América Latina”, Animal Político, 30 de marzo del 2015.  

[5] “Jornaleros de San Quintín: entre la explotación moderna y la resistencia social”, Contralínea, 12 de abril de 2015.

[6] “Valle de San Quintín un ejemplo de explotación y abusos que ocurren en 18 estados del país”. Red de Jornaleros Internos, La Jornada, 27 de marzo 2015.


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