sábado, 9 de agosto de 2014

LA GUERRA QUE DIVIDIÓ A LA IZQUIERDA.

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El estallido social y político, hace un siglo – 1914- 2014 - de la Primera Guerra Mundial, en el seno del comunismo y la Segunda Internacional, acontecimiento que sirvió para justificar – en parte - la división del movimiento comunista-socialista internacional, por la cadena continua de contradicciones que se presentaron en su interior – incluso la propia contradicción entre Bolcheviques y Mencheviques, con motivo de la Revolución de 1905 – fue un acontecimiento histórico político, que marcará una de las primeras diferencias políticas, la misma que se proyectó al seno del movimiento socialista y comunista internacional. No olvidemos las tesis de Kautsky y Plejánov, desde el economicismo ruso y el revisionismo alemán, son dos corrientes políticas, que alimentan la división a “futuro”,  del movimiento comunista en plena Guerra Mundial, corrientes políticas, por su propio carácter de clase y su desviación de las Tesis centrales de Lenin, se alinearon con las burguesías y apoyaron la guerra, finalmente sirvieron de alimento político a la Social Democracia y su rompimiento con el Socialismo Científico y el Comunismo de Vladimir Ilich Lenin. 


Partido Social Demócrata Ruso, desde finales del siglo XIX - 1890 - comenzaron las primera discrepancias ideológico-políticas, primero el el Movimiento Sindical Internacional, después en el seno de las Organizaciones Políticas (Partidos) y terminó con la división en la Segunda Internacional - desde 1914 - hasta su rompimiento final, con la fundación de la Tercera Internacional Comunista , el 2 de marzo de 1919 en Moscú por Vladimir. I . Lenin.
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La social democracia, como corriente política muy amplia y fuerte en toda Europa, durante muchas décadas, fue gobierno en varios países, forjó políticas keynesianas durante los 30 años de oro del capitalismo europeo y norteamericano. Hoy políticamente no es más que un aliado muy importante del neoliberalismo y de las políticas de  austeridad que impone la Troyka europea – como gobierno del Banco Central Europeo, de la Comisión Económica Europea y el Fondo Monetario Internacional - político-financiera, de las élites dominantes del capitalismo corporativo global. En el presente siglo, la Gran crisis estructural del capital financiero-especulativo (2007-2008) – la globalización de los monopolios imperialistas, el capitalismo salvaje, el capitalismo del desastre -, ha generado históricamente el surgimiento de una “Cambio de Época, Histórica”, escenario múltiple, complejo, multipolarizado. Un Nuevo Orden Mundial, el Multilateralismo, un mundo Multipolar – anti-capitalista, anti-neoliberal - grandes economías emergentes como las BRIChS, paralelamente está produciendo un Nuevo Movimiento Socialista Internacional – la Nueva izquierda, democrática, anti-neoliberal – en la coyuntura actual, lidera la Mundialización  de la Insurgencia Ciudadana, en tres escenarios diferentes – Brasil y América latina; Europa y la zona-euro y el movimiento de la llamada “Primavera de la Democracia en el mundo Árabe”  y la globalización de la insurgencia de las comunidades y pueblos originarios, (América, Asia, África.), contra  el nuevo modelo del capitalismo corporativo mundial: el capitalismo de la desposesión de los recursos naturales, la biodiversidad y los Conocimientos Ancestrales y las políticas globales del Consenso de los Commodities. Ese es el mundo hoy del surgimiento de la Nueva Izquierda Mundializada, cuyo objetivo estratégico mundial es la forja de una Nueva Democracia participativa, de Ciudadanos, la lucha por la construcción de una nueva civilización humana: Otro Mundo Socialista, si es posible.

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Dr. Emir Sader.  Brsil 1943. Sociólogo. Politólogo.
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LA GUERRA QUE DIVIDIÓ  A LA IZQUIERDA.
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Emir Sader.
La Jornada sábado 9 de agosto del 2014.

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, el efecto de sus bombas no eludió a la izquierda. Provocó la más importante ruptura, que ha conformado a las dos corrientes que han dominado el escenario político por varias décadas: la socialdemócrata y la comunista.

Lo primero que hace un gobierno cuando decide emprender una guerra es solicitar al Parlamento autorización para desplazar libremente los recursos, con prioridad absoluta para la guerra. Los partidos socialistas se vieron entonces frente a la alternativa de apoyar a sus gobiernos o de reafirmar sus políticas pacifistas e internacionalistas, apoyadas en los análisis de Lenin, de que se trataba de guerras inter-imperialistas, de división y redivisión de las colonias entre las potencias.

Colocados frente al dilema de sumarse a la guerra inter­-imperialista, en que las burguesías de cada país peleaban por sus colonias en contra de las de otros países, llevados por el clima patriótico generado en cada país que va a la guerra, o de afirmar el pacifismo, la mayoría de los partidos socialistas ha optado por la primera posibilidad.

Cada uno de los partidos socialistas se alineaba con la burguesía de su país, privilegiaba la cuestión nacional en desmedro de la cuestión social, apoyando el envío de la masa de la población, en su gran mayoría trabajadores, a pelear en los campos de batalla en contra de los pueblos de los otros países, para defender los intereses de las clases dominantes de sus países.

La minoría, entre ellos Lenin, Rosa Luxemburgo, Trotsky, manteniendo las tesis del pacifismo y del internacionalismo, rompió con la Segunda Internacional, y poco tiempo más tarde fundaría la Tercera Internacional. Reafirmaban el análisis de Lenin que si ciertamente –como sostenían algunos dirigentes que se habían quedado en la Segunda Internacional– nunca una revolución es tan difícil como en el comienzo de una guerra –por el predominio del clima de unión patriótica–, nunca es tan posible como en el trascurso de una guerra, cuando el pueblo se da cuenta de los sufrimientos que acarrea y del significado mismo de la guerra.

Fue una fractura traumática en la izquierda, generando la división entre la socialdemocracia –que apoyó la guerra– y los comunistas, pacifistas, internacionalistas. Posteriormente la ruptura fue asumiendo otro carácter, con la socialdemocracia renunciando al socialismo y optando por la democratización del capitalismo y acusando a la URSS de totalitaria, mientras los comunistas asumían a la URSS como modelo y acusaban a la socialdemocracia de haber abandonado el socialismo y haberse reconvertido a la reproducción del capitalismo.


Aquel momento clave sirvió para definir opciones entre la prioridad de la cuestión nacional, bajo su forma chovinista, o la cuestión social, por el anti-capitalismo. Fue un momento trágico para la izquierda mundial, cuando la

mayoría de los partidos de izquierda se rindió a la guerra de sus élites dominantes, y las dos corrientes sólo lograron unificarse en la lucha contra el nazismo ascendente pocos años más tarde, de lo que el caso de Alemania fue el más evidente.

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