viernes, 23 de agosto de 2013

EN FRANCIA: los ricos son cada vez más ricos y los pobres …. cada vez más pobres.

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Si la gran mayoría de los franceses sufren la crisis económica, las categorías más adinerados nunca han sido tan ricas. En efecto, las primeras 500 fortunas de Francia vieron su riqueza global crecer un 25% en un año. Ésta se establece ahora en 330.000 millones de euros y nunca ha sido tan elevada. Incluso aumentó en un 300% en los últimos diez años y representa ahora más del 15% del PIB y el 10% del patrimonio financiero del país. Así, el 0,000001% de la población posee el 10% de la riqueza nacional, dicho de otra manera, el 1/10 de la riqueza se encuentra entre las manos del 1/100.000 de la población. Esta oligarquía financiera cuenta con 55 personas cuya fortuna supera los 1.000 millones, o sea 10 más que el año pasado. El más pobre de los 500 millonarios posee 64 millones de euros de patrimonio. El top 10 de la clasificación vio su riqueza aumentar en 30.000 millones de euros en apenas un año para alcanzar 135.000 millones de euros. Ejemplo: Bernard Arnault, director general de LVMH, posee una fortuna de 24.300 millones de euros, un incremento de 3.100 millones con respecto al año anterior. Liliana Bettencourt, heredera de l’Oréal, presenta un patrimonio de 23.300 millones, un aumento de 7.900 millones.
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EN FRANCIA: los ricos son cada vez más ricos y los pobres …. cada vez más pobres.
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Viernes 23 de agosto del 2013.

Salim Lamrani (OPERA MUNDI, especial para ARGENPRESS.info)
Mientras la crisis golpea a las capas populares y a las clases medias, en Francia, las grandes fortunas aumentaron su riqueza en 25% en apenas un año.



Urgente: analicen e interpreten: Magnífica conclusión.
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Con una producción anual superior a 1,9 billones de euros, Francia, quinta potencia mundial, jamás ha sido tan rica en su historia. No obstante, desde 1945, el país nunca ha tenido a tantos desheredados con más de 8,6 millones de personas que viven debajo del umbral de pobreza, o sea más del 14% de la población. Un informe gubernamental elabora esta alarmante constatación y reconoce “la masificación de una precariedad que alcanza a hogares antes protegidos”.

Los niños y jóvenes en general son las primeras víctimas de la pobreza. “Cada vez más jóvenes adultos y niños sólo conocen la pobreza como condición de futuro”, admite el gobierno francés de François Hollande. En efecto, dos de cada tres nuevos pobres, o sea el 65%, son niños de menos de 18 años. La pobreza de los menores de edad alcanza el 19,6%. En total, 2,7 millones de niños viven debajo del umbral de pobreza. Además, el 21,9% de los 18-24 años, o sea más de un millón de jóvenes, viven en la indigencia. La situación es aún más dramática en las zonas urbanas sensibles (ZUS) donde el 49% de los niños y el 42,5 de los 18-24 años viven en un hogar pobre.

Por otra parte, el 12% de los jóvenes no dispone de un diploma y cada año más de 130.000 salen del sistema escolar sin ninguna calificación. Más del 10% de los jóvenes de 17 años presentan dificultades para leer.

Las mujeres de más de 75 años son también las más vulnerables a la indigencia material. En efecto, el 14,1% de ellas viven debajo del umbral de pobreza. El gobierno reconoce que “la situación de las mujeres de más de 75 años se [ha] deteriorado de modo significativo”.

Lo mismo ocurre con las familias monoparentales, en la mayoría de las cuales el cabeza de familia es mujer. Cerca del 32,2% de ellas viven en la pobreza, o sea un total de más de 1,8 millones de personas.

Poseer un trabajo no es una protección frente a la pobreza. Así, cerca de 1,5 millón de personas activas, o sea el 6,2% de los trabajadores, viven debajo del umbral de pobreza. Varios factores, como la precariedad del empleo, el poco tiempo de trabajo o el nivel de los salarios, explican esta situación.

Entre los inmigrantes en situación regular, la tasa de pobreza supera el 40%. El informe señala que “las personas procedentes de la inmigración siguen siendo las más vulnerables al riesgo de pobreza monetaria”.

A la pobreza se agrega la extrema pobreza (menos del 40% del salario medio, 1.605 euros) que afecta a 2,1 millones de personas, o sea el 3,5% de la población francesa. Las autoridades reconocen que “las situaciones de extrema pobreza se extienden desde hace varios años”. “El incremento la tasa de pobreza al 40% […] ilustra también un deterioro de la situación de los más pobres”, según el informe.

A la pobreza monetaria y a la extrema pobreza se añade la pobreza en condiciones de vida. Cerca del 12,6% de los franceses no tiene acceso “a los principales derechos fundamentales, como el acceso a una vivienda, al sistema de salud, al sistema bancario, al sistema educativo o a la formación”. Así, 3,5 millones de personas declaran padecer frío en su vivienda por no poder pagar la factura energética, y “el 15% de la población metropolitana declara renunciar a cierta atención médica por razones económicas”. La Fundación Abbé Pierre señala que existen 3,65 millones de personas sin una vivienda decente en Francia. Así, en total, el 26,6% de la población francesa sufre pobreza monetaria o pobreza en condiciones de vida.

A guisa de conclusión, el informe gubernamental señala con sobriedad que “sólo las categorías más acomodadas se libran del estancamiento o la disminución de su nivel de vida”. No se extiende sobre el tema y hay una razón para ello.

Los ricos son cada vez más ricos.

Si la gran mayoría de los franceses sufren la crisis económica, las categorías más adinerados nunca han sido tan ricas. En efecto, las primeras 500 fortunas de Francia vieron su riqueza global crecer un 25% en un año. Ésta se establece ahora en 330.000 millones de euros y nunca ha sido tan elevada. Incluso aumentó en un 300% en los últimos diez años y representa ahora más del 15% del PIB y el 10% del patrimonio financiero del país. Así, el 0,000001% de la población posee el 10% de la riqueza nacional, dicho de otra manera, el 1/10 de la riqueza se encuentra entre las manos del 1/100.000 de la población.

Esta oligarquía financiera cuenta con 55 personas cuya fortuna supera los 1.000 millones, o sea 10 más que el año pasado. El más pobre de los 500 millonarios posee 64 millones de euros de patrimonio. El top 10 de la clasificación vio su riqueza aumentar en 30.000 millones de euros en apenas un año para alcanzar 135.000 millones de euros. Bernard Arnault, director general de LVMH, posee una fortuna de 24.300 millones de euros, un incremento de 3.100 millones con respecto al año anterior. Liliana Bettencourt, heredera de l’Oréal, presenta un patrimonio de 23.300 millones, un aumento de 7.900 millones. Gérard Milliez del grupo Auchan con 19.000 millones, Bertrand Puech de Hermès con 17.400 millones, el vendedor de armas Serge Dassault del grupo Marcel Dassault con 12.800 millones, François Pinauld del grupo Kering con 11.000 millones, Vincent Bolloré del grupo Bolloré con 8.000 millones, Pierre Castel (cerveza) con 7.000 millones, Alain Wertheimer de Chanel con 7.000 millones y Xavier Niel de Free con 5.900 millones, completan la lista.

Esta concentración extrema de riqueza contrasta con la explosión de la pobreza y de la extrema pobreza en Francia e ilustra la imperiosa necesidad de una justa y equitativa repartición de las riquezas. Semejante poder financiero en manos de una ínfima minoría de opulentos le da una influencia considerable sobre las decisiones políticas que toman los gobernantes y un poder desmesurado sobre los destinos de la nación. Ya en 1789 Maximilien Robespierre advirtió de los peligros que representaba la oligarquía para la democracia y denunció “el yugo de la aristocracia de los ricos, la más insoportable de todas”: “Los ricos quieren todo, quieren invadir todo y dominar todo. Los abusos son la obra y el dominio de los ricos, son las plagas del pueblo: el interés del pueblo es el interés general, el de los ricos es el interés particular”. Quizás sea tiempo de meditar estas palabras…

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Salim Lamrani es Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula The Economic War Against Cuba. A Historical and Legal Perspective on the U.S. Blockade, New York, Monthly Review Press, 2013, con un prólogo de Wayne S. Smith y un prefacio de Paul Estrade.

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