miércoles, 31 de julio de 2013

POLÍTICA, DEMOCRACIA Y SOCIALISMO.

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PALABRAS CLAVES.- Política, ciudadanía, cultura,  Desarrollo Humano, globalización – rol hegemónico del Estado – cultura, nacionalismo, conflictos sociales Participación – Política (corrupción, el narcotráfico, la protección del ambiente, las minorías, la pobreza y la exclusión).Democracia, autoritarismo Reforma del Estado –Derechos Humanos. Exclusión social, pobreza. Participación para la consolidación del Proyecto Democrático. Socialismo. Solo una democracia plena, participativa, solidaria y equitativa en la que los pueblos dejen de ser objeto para transformarse en sujeto de la política puede producir los cambios necesarios. La esencia teórico-política del artículo, para nosotros, un camino autónomo, “independiente” de los poderes facticos locales y globales, es desde el ámbito de lo local , reconociendo, fortaleciendo y consolidando el Poder Local – el origen del poder –poder que se manifiesta directamente en la Nueva Sociedad Civil, Real, emergente, popular, plural, democrática, producto de un sistemático proceso dialéctico: recuperación de los espacios públicos democráticos – la calle, la plaza pública – y que el neoliberalismo nos expropió violentamente en la década de los 90’ – después de 25 siglos retorna el Ágora griega – raíz y fuente originaria de la Democracia Directa, después de 25 siglos retorna entre nosotros en plena lucha y movilización por democracia, respeto de los derechos humanos, mejores derechos sociales y que lleguen a todos los ciudadanos, pueblos y comunidades; construcción de Ciudadanía – intercultural, diferenciada – Cívica, Informada, Moderna, Republicana; Forja de nuevos contextos sociales y Nuevos Líderes que expresan directamente las necesidades fundamentales de sus pueblos y comunidades – que definitivamente chocan con los intereses de los grupos del Poder Central – la elite financiero especulativo-exportadora-.


Este es el camino, recuperar el espacio público - la calle, la plaza pública, escenario de escenario de las clases y la lucha de clases. En la "Semana de la  Patria " ( 20 al 28 de julio ) miles de Ciudadanos (Juventud ) en todas las ciudades del Perú protestaron contra la repartija política en el Congreso, contra la corrupción, la inseguridad ciudadana, la corrupción  de la "clase política" y la propia crisis del sistema democrático.
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Su poder emergente hoy está sustentado, en formas originarias de organización, representación democrático asociacionista, redes sociales originarias, históricas, su cultura local e identidad cultural colectiva – ante la crisis, rechazo y cuestionamiento a la política, los partidos y la “clase política” – la lucha frontal contra la corrupción, la mentira política, la inseguridad ciudadana, la economía criminal; surgen nuevas formas de hacer política – política también autónoma de los poderes políticos vigentes, tradicionales –. Finalmente  este proceso político, democrático, participativo, solidario, dialogante, trae consigo un Nuevo Lenguaje Político – capital político, democrático – que nace en el epicentro del sistema democrático – siempre será rechazado, combatido, prohibido, incluso perseguido – por ser absolutamente contrario a los intereses políticos de las élites gobernantes. Es un lenguaje político que en realidad “oxigena”, “rejuvenece” a la “vieja” democracia que por lo general se debate en una profunda crisis de desconfianza, desacreditación y básicamente de ilegitimidad Institucional. Este proceso social y político, además nos permite sobre la base del conocimiento práctico de la realidad compleja, múltiple, turbulenta, polarizada ir construyendo un Nuevo Proyecto Democrático: Nueva Democracia, Participativa. Ciudadana,  Intercultural, de profundo con nuestra Madre Naturaleza, proyecto nacional de cambios y transformaciones económico-socio-políticas – de carácter revolucionario –único camino que nos conduce hacia la forja de un Mundo Nuevo, que si es posible, para construir una Nueva Civilización Humana.
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POLÍTICA, DEMOCRACIA Y SOCIALISMO.

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OPINIÓN. CCS.info miércoles 31 de julio del 2013.

SERGIO RODRÍGUEZ GELFENSTEIN

Al examinar los últimos 50 años de la historia, tal como opinan los teóricos norteamericanos James Rosenau y Mary Durfee, se puede observar que la Guerra Fría no estimuló el cambio, sino que lo enmascaró y que al finalizar el mundo bipolar apareció la globalización como paradigma que trata de expresar una visión del orbe, un marco conceptual, ideológico e interpretativo, el cual ha sido aceptado sobre todo por aquellas sociedades que no tienen un modelo propio para enfrentar desde sus perspectivas un futuro que sea posible y que no repita las concepciones impuestas desde el exterior.

Este marco de referencia trata de mostrar una visión particular de la democracia y la libertad de mercado que no siempre responde a los intereses de nuestros pueblos, ya que como fuerza dominante, desde la última década del siglo XX, la globalización ha estado marcada por los aspectos económicos y por la expansión de los mercados, limitando el desarrollo humano y provocando beneficios para algunos y marginación para la mayoría. En un ámbito ideal, desde la visión reformista, este proceso podría llegar a tener un rostro humano si se lograra una nueva aproximación desde los gobiernos, si es que ella preserva las “ventajas ofrecidas por los mercados globales y la competencia”, pero que permita al mismo tiempo que los recursos humanos, comunitarios y ambientales aseguren que la globalización trabaja para los pueblos y no para las ganancias. Es la visión social demócrata que trata de conciliar los intereses del mercado con los intereses de los pueblos. Con Juan Pablo II rechazan el neoliberalismo salvaje, pero no hacen nada por cambiar el estado de la situación.

Por otro lado, la política juega un papel trascendente, al igual que la cultura, lo cual se debe tener en cuenta si le queremos dar coherencia a un mundo donde los nacionalismos, los conflictos étnicos y la religión han adquirido relevancia en la agenda actual, todo lo cual es contradictorio con la globalización abarcante que pretende hegemonizar costumbres, tradiciones y hábitos, a fin de hacer de los pueblos meros objetos de uso. Dicho en palabras del presidente Rafael Correa, “…una globalización que no busca crear sociedades planetarias, sino tan solo mercados planetarios; que no busca crear ciudadanos del mundo sino tan solo consumidores del mundo”.

Hoy quienes hacen política tienen que ocuparse de temas como la corrupción, el narcotráfico, la protección del ambiente, las minorías, la pobreza y la exclusión. Además, la presión del mercado para que el Estado limite su accionar a áreas estrictamente administrativas, ha obligado al primero a iniciar un proceso de modernización que le permita mantenerse como actor importante, cuando el mercado no ha podido legitimarse como referente valorativo-normativo de las sociedades.

En algunos países de la región, a la crisis económica y la complicación social corresponden deformaciones y carencias culturales y tendencias a la anarquización política; patrones de tipo pragmático o utilitarista, sobrevaloran el dinero, el éxito y el poder económicos logrados con cualquier método y a cualquier precio. Recurrir al autoritarismo, a la coerción, la violencia y el menosprecio a la democracia y el imperio del derecho son preferidos tanto por grupos que pretenden conservar el status quo como por los que buscan destruirlo y reemplazarlo. Asimismo, en varios países de Latinoamérica existe una crisis de los partidos políticos y los parlamentos, que a su vez se integran en la constelación de factores y procesos con efectos negativos para el sistema y la vida de la democracia. Así, el reordenamiento de las fuerzas y sectores políticos, ya no obedece solamente a las prioridades del desarrollo, sino también y de manera fundamental a la estructuración del poder estatal en torno al proyecto democrático. De modo tal que las nuevas alianzas, que se realizan bajo el signo de la democracia, deben hacerse siempre sobre la base del máximo consenso. En todo caso, el llamado a la participación resulta por demás imperativo para la consolidación del proyecto democrático, sin embargo, no hay que obviar que las tendencias en contra de la organización de la política de ese modo se revelan en nuestros días muy persistentes, obligándonos a permanecer siempre atentos a las repercusiones que esto pueda tener.

Esta situación obliga a que el discurso democrático actual en América Latina conlleve signos forzados que expresen la voluntad de apertura hacia la participación popular, como muestra real de la voluntad política de hacer cambios, esto es, practicar y reconocer la política democrática como un vínculo permanente entre los ciudadanos y el gobierno. Este se establece y reconoce las libertades civiles, los derechos políticos básicos, el principio de la mayoría y los derechos de las minorías, elecciones libres y el respeto total a los derechos humanos, para la regeneración de la vida ciudadana, el fortalecimiento de las organizaciones intermedias entre las que destacan los partidos políticos, pero también los sindicatos, las cooperativas y otros grupos de interés organizados en la sociedad.

No se puede negar que la democracia ha ampliado los espacios de libertad, la actuación de la sociedad, la responsabilidad política, el control civil de las fuerzas armadas y ha dado lugar a una preocupación veraz por la equidad social y una distribución más justa de las riquezas, sin embargo, es evidente también que persisten los enclaves autoritarios, precariedad de las instituciones representativas y de los derechos de los ciudadanos, así como niveles intolerables de exclusión y pobreza.

Este contexto de realizaciones no obsta para decir que hoy todo ello es insuficiente. Muchos se preguntan por qué, en un país como Brasil con un gobierno de izquierda, se han producido las multitudinarias manifestaciones populares de protesta. Son las mismas que se han realizado en años recientes en países como Túnez, Egipto, Grecia, España, Chile o Estados Unidos. Los participantes no luchan por la revolución ni por el socialismo. Solo exigen democracia, participación, justicia y equidad. Todas podrían ser consideradas demandas liberales que están consagradas constitucionalmente y que seguro fueron objetivos de campaña de los partidos en el gobierno, sean estos de izquierda o derecha. El problema no pasa por ahí. Es mucho más profundo. Es el de un sistema en crisis que no es capaz de dar respuestas a las demandas populares. Es cierto que los gobiernos del PT han sacado de la pobreza a 30 millones de brasileños y nadie puede poner en duda que esa es una acción revolucionaria, pero no basta. Varios millones continúan aún excluidos. Ni hablar de aquellos países gobernados por la derecha donde la respuesta es más represión y más medidas neoliberales.

Solo una democracia plena, participativa, solidaria y equitativa en la que los pueblos dejen de ser objeto para transformarse en sujeto de la política puede producir los cambios necesarios. Cuando las posibilidades económicas no lo permiten, la conciencia consentirá comprender las dificultades, de manera que pueblo y gobierno sean uno solo en la búsqueda de las soluciones. Ello únicamente es posible en socialismo.


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LA GLOBALIZACIÓN DE LA INSURGENCIA.

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LA GLOBALIZACIÓN DE LA INSURGENCIA. “Estamos viviendo un periodo de agitación y revolución social, uno de esos en que el sistema es eventualmente destrozado para dar paso a otro?. ¿O todavía es muy temprano decirlo?. El Movimiento Ciudadano Mundial, en plena protesta, movilización y recuperación de los espacios públicos, que desde la década de los 90’ del siglo XX el neoliberalismo nos arrebató, se encuentra forjando y construyendo un Programa de Cambio y transformación revolucionaria. Paralelamente están realizando un trabajo heroico y digno de destacar en estos tiempos de crisis, indignación, cuál es el limpiar la basura y el estiércol que por más de dos décadas sembró y derramó sin control alguno la codicia neoliberal. Piensen en el odio, rechazo, cuestionamiento o simplemente oposición de la juventud hacia la política, los políticos y sus partidos. Además se debe superar diariamente el inmenso “mal social” que sigue causando la Poli-crisis mundial estructural – el sistema se hunde y se destroza en pedazos por la codicia fundamentalista y radical de los banqueros (y socios) y políticos mentirosos y corruptos -. Hay que superar la terrible descomposición moral que origina la crisis política, la corrupción “institucionalizada” de la “clase política”.
Por el carácter de la lucha, las movilizaciones y las nuevas formas de hacer política, la mundialización de la indignación, la globalización del descontento, frente a la indiferencia sistémica de una sociedad en riesgo global (la mundialización de la desigualdad económico social – mundialización de la pobreza, mundialización del desempleo, mundialización de la mentira política convertida en “Política de Estado”, realidad lacerante, compleja y violenta que aún no aparece en la Plataforma de Lucha) la indignación y la insurgencia se concentra hoy en la lucha frontal contra la corrupción y por la recuperación de la Confianza (el mal social y político del siglo XXI) que ha destrozado Instituciones, Políticas, Ideologías, Programas, Alternativas, etc. Contexto en el cual (in)surge la juventud con Nuevos Líderes Sociales, presentando una Nueva Ciudadanía Cívica, Moderna, Informada, Participativa, Republicana. Regresa entre nosotros la calle y la Plaza Pública (El Ágora griega, como hace 25 siglos está presente entre nosotros). Se construye desde “abajo” un nuevo Poder Local, expreso y manifiesto en una Nueva Sociedad Civil, Real, popular, plural, democrática. Los nuevos escenarios hoy, de lucha del Movimiento Ciudadano Mundial, “pelea” por “tener entre manos” una Nueva Democracia Directa, Ciudadana, Participativa, Intercultural de pleno respeto a nuestra Madre Naturaleza, producto del proceso complejo múltiple y polarizado, expresado en dos escenarios turbulentos: el “Cambio de Época, Histórica” y el nuevo proceso de acumulación mundial del capitalismo el capitalismo del despojo, de la desposesión de los recursos naturales, la biodiversidad y los Conocimientos Ancestrales – están en proceso de lucha, organización. Movilización, por la forja de un Mundo Nuevo y una nueva civilización humana.
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LA GLOBALIZACIÓN DE LA INSURGENCIA.

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¿Estamos viviendo un periodo de agitación y revolución social, uno de esos en que el sistema es eventualmente destrozado para dar paso a otro?. ¿O todavía es muy temprano decirlo?

La Nación Dominicana. Domingo 28 de julio del 2013.

Por Nieves y Miró Fuendaliza.

CANADA, mediaisla.- La insurgencia de los 60’s iniciada por los estudiantes en diferentes partes y a la que luego se unieron otros grupos terminó siendo reterritorializada y reemplazada exitosamente por el neoliberalismo.

¿Estamos viviendo un periodo de agitación y revolución social, uno de esos en que el sistema es eventualmente destrozado para dar paso a otro? ¿O todavía es muy temprano para decirlo? Empezamos con la primavera árabe, seguimos con “Occupy Wall Street”, M-15, los pingüinos y ahora, al mismo tiempo, Brasil, Turquía, Egipto, Perú, en donde millones se levantan con la fuerza de un tornado. Los tornados tienen corta duración, pero el problema es que están retornando cada vez con mayor frecuencia y fuerza destructiva hasta que, eventualmente, uno de ellos hace añicos nuestras existencias.

¿Qué es lo que está pasando? ¿Cuáles son los mecanismos ocultos que están en funcionamiento? Y, más importante: ¿Por qué ahora? ¿Por qué gente tan diferente y de tan distintos lugares y culturas están respondiendo en la misma forma? ¿Es esta una conspiración internacional de la ultra izquierda, como dijo el primer ministro de Turquía? Esta siempre ha sido la salida fácil del poder cuando es incapaz siquiera de imaginar lo que está ocurriendo. La izquierda, sea en su versión suave o dura, ha dejado de jugar un papel subversivo porque ha perdido prestigio político en las masas.

¿Será porque las noticias y las imágenes se mueven con la rapidez de la luz, gracias a los nuevos medios de comunicación? En Brasil la gente ve lo que ocurre en el Parque Gesi, en Estambul, y se preguntan, ¿por qué no aquí también? Vieron como hombres y mujeres, jóvenes y viejos resistieron el asalto de las fuerzas represivas equipadas con sus armaduras, sus bombas lacrimógenas, sus tanques con cañones de agua y sus balas de goma. Aquí como allá ven un poder corrupto y servil al dominio de la política de EEUU, del poder financiero y de las corporaciones internacionales que explotan la mano de obra y los recursos naturales dejando atrás comunidades destruidas y devastadas ecológicamente, todo al servicio de una concentración política y económica nunca vistas en la historia de la humanidad… no exactamente una sociedad justa.

Por muy importantes que los nuevos medios de comunicación puedan ser, la subversión que estamos viviendo no la determinan las tecnologías informáticas, sino la gente, siempre la gente. Lo notable aquí, por ejemplo, es que el descontento no es ideológicamente uniforme y el surgimiento del fundamentalismo religioso de las últimas décadas impide cualquier reducción simplista; fundamentalismo judío que impulsa la colonización palestina, el islámico que causa estragos, el cristianismo evangélico que da origen al Tea Party en EEUU, arrinconando al Partido Republicano en la extrema derecha y al budismo asiático matando islámicos. Sí, el budismo, aunque parezca increíble. ¿Qué paso aquí con la religión de la paz que el “New Age” tanto admiraba?

La pregunta que se nos plantea una y otra vez es, ¿a qué se deben la simultaneidad y diversidad de todos estos síntomas? Uno podría decir… al “espíritu de los tiempos”, como los alemanes del siglo XIX. El problema con esto es que el espíritu de los tiempos explica todo sin explicar nada.

Si miramos un poco la historia, como muchos han notado, las revoluciones han sido iniciadas, no por los pobres, ni mucho menos por los ricos, sino por la clase media. Detrás de las revoluciones francesa y bolchevique estuvieron los intelectuales descontentos con el estado de cosas. Los manifestantes de los movimientos insurgentes desde Norte América a Egipto, Israel, Turquía o Irán, al igual que en los 60’s, han sido iniciados en su mayor parte por gente joven, estudiantes o egresados de la educación superior, sin lugar en el proceso de globalización económica y política. Lo que inicia la insurgencia puede ser diferente en cada caso, pero la raíz es la misma… la pérdida de confianza en los procesos políticos, manipulados por una clase gobernante totalmente alienada de la gente, cuyo único gol es hacer tanto dinero o controlar tanto poder como sea posible. Es por eso que no es extraño que los insurgentes traten de imponer una democracia directa, sin tener que esperar hasta la próxima elección. Eso es lo que piden en Turquía y eso es lo que lograron en Egipto.

El golpe militar de Egipto es bastante significativo. Ha puesto en evidencia, y no por primera vez, la falta de consecuencia de la retórica democrática de Obama y la Unión Europea. “Este es un golpe no-golpe porque los militares solo han seguido la voluntad del pueblo…” ¿Realmente? ¿No será porque si Obama reconociera que este es un golpe tendría que suspender la ayuda económica que sostiene al ejército egipcio y con ello correr el riesgo de perder un aliado que tanto necesita?

En los regímenes antiguos el poder era el Rey al igual que los dictadores de los tiempos modernos. En la democracia en cambio, como algunos teóricos contemporáneos han hecho notar, el lugar del poder está vacío y es el proceso electoral el que provee la legitimidad al poder. Es decir, la democracia tiene que ver, por sobre todo, con la legalidad formal. Su requerimiento mínimo, para existir como tal, es la adherencia incondicional a cierto conjunto de reglas formales que garantizan que los antagonismos son completamente absorbidos en el juego agonista, el juego entre rivales y no entre enemigos. Democracia significa que, no importa qué manipulaciones se lleven a cabo, cada elector respetará incondicionalmente los resultados. Un ejemplo típico seria el fallo de la Corte Suprema en la elección Busch-Gore del año 2000. A pesar de la obvia duplicidad electoral Gore aceptó la derrota. Las reglas del procedimiento electoral son la última autoridad que debe ser obedecida, cualesquiera sean los resultados. Es esta última autoridad, esta confianza incondicional en las reglas en las que se basa la democracia, la que el radicalismo de izquierda y derecha amenaza hoy con suspender al ver la vaciedad de la retórica del “mundo libre”.

La insurgencia de los 60’s iniciada por los estudiantes en diferentes partes y a la que luego se unieron otros grupos terminó siendo reterritorializada y reemplazada exitosamente por el neoliberalismo ¿Qué posibilidades de éxito podía tener un movimiento sin organización, sin ideología común, sin plan y sin dirección? Las protestas actuales parecieran seguir el mismo modelo anarquista. Todos estamos en contra… ¿Pero, estamos todos en favor de lo mismo? Nuevamente nos encontramos con un movimiento fragmentado, sin organización y sin programa… ¿Qué posibilidades de éxito puede tener? El “Occupy Wall Street” hace ya bastantes meses que se desvaneció, a pesar de su promesa de retornar en la primavera, al igual que el M-15 en España… ¿Será que todas estas tremendas demostraciones desaparecerán uno de estos días sin cambiar nada, dejándonos solo el recuerdo?

Aquí el filosofo francés Badiou podría ser de alguna ayuda. La verdad es que no hay garantía de que algo pueda pasar, de que un evento revolucionario está a la vuelta de la esquina. El acto revolucionario, el Evento, la irrupción de algo totalmente original (la Revolución Francesa, la creación de la física de Galileo, la invención del estilo clásico de Haydn, la invención de la escala de doce tonos de Schoenberg…) pareciera presentarse como algo irreducible al orden del ser social. Badiou dice, por ejemplo, que las condiciones sociales son el sitio potencial del Evento, pero éste es, por decirlo así, un acto abismal autónomamente fundado. No podemos explicar la Revolución Francesa simplemente a partir de sus condiciones sociales, es decir, por una cadena causal o por una necesidad histórica. Fue un acto autónomo el que posteriormente nos permite leer las condiciones como condiciones revolucionaras. Podemos apuntar a las circunstancias que le dieron nacimiento, pero no podemos explicarla exclusivamente a partir de ellas. Hay una especie de acto de creación original desde el cual un cierto universo de significados de pronto emerge como si viniera de la nada, ex nihilo, que cambia el ámbito que nos revela la realidad.

La cuestión es, ¿cómo un Evento irrumpe dentro del orden social? ¿Cómo escapamos a la oposición entre el orden causal de los seres y el momento mágico de la irrupción de algo verdaderamente nuevo? Pareciera que la respuesta siempre nos elude.

Lo que asemeja a todos los líderes genuinamente revolucionarios es que no esperan que las leyes de la historia o las condiciones sociales estén a su lado. Ellos corren el riesgo y quien autoriza el riesgo es solo el que lo elige. Si el salto revolucionario no es un corte radical en la textura de la realidad, entonces no es nada. Y si, posteriormente, no hay fidelidad con el Evento, lo genuinamente nuevo fracasa en emerger… ser fiel al Evento, dice Badiou, significa pensar y moverse dentro de la situación que el Evento ha abierto… significa la obligación de inventar una nueva forma de ser en acuerdo con el Evento… Y es la ausencia de esta de fidelidad la que explica la deformación trágica de todas las revoluciones del siglo XX.

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lunes, 29 de julio de 2013

ANÁLISIS SOCI0LÓGICO: Papa Francisco en Brasil. “Sacar la Iglesia a la calle es un viejo proyecto”

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“Brasil está conmocionado por la visita del papa Francisco. Pocos acontecimientos y menos personas logran congregar, como lo ha hecho el Papa, a millones, movilizar masas y producir sucesos mediáticos como a los que estamos asistiendo. Este solo hecho constituye un acontecimiento. Francisco recuperó para muchos la “estima” de sentirse católico. Como lo había hecho en el comienzo de su pontificado Juan Pablo II (1978), si bien con otro carisma y un discurso diferente. Es otra personalidad, pero también otro momento de la historia de la humanidad. Treinta y cinco años no pasan en vano, tampoco para la historia del catolicismo, y en este tiempo la Iglesia Católica sufrió muchas crisis, soportó deserciones y su credibilidad y su influencia quedaron fuertemente golpeadas por errores propios y por la realidad de un mundo cada día más secularizado y ajeno a lo religioso. Más allá de las fronteras de Brasil el “fenómeno Francisco” tiene repercusiones en diferente escala, pero nadie ignora que desde que Jorge Bergoglio asumió el pontificado se planteó el objetivo de modificar la relación de la Iglesia Católica con la sociedad. Y tiene conciencia de que para lograrlo tiene que modificar también situaciones internas que permitan hacer más creíble la institución católica y, al mismo tiempo, coherente con lo que anuncia. De alguna manera este es el guión que el Papa ha venido ejecutando –con gran habilidad personal y éxito a la vista– durante la visita a Brasil con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud.
Se subraya con acierto que en su programa como pontífice, Bergoglio se dispuso retomar los grandes lineamientos del documento de los obispos latinoamericanos reunidos en Conferencia General en Aparecida (Brasil) en el 2007, texto del cual el papa actual fue uno de los principales redactores. En una de las reuniones preliminares de ese encuentro (15 de mayo de 2007), el entonces cardenal Bergoglio expuso ante sus pares tres “macrodesafíos” que sintetizó en “la ruptura en la transmisión de la fe, la inequidad escandalosa que divide la población en ‘ciudadanos’ y en ‘sobrantes y descarte’ y, finalmente, la crisis de los vínculos familiares”. Estos tres lineamientos son los que hoy pueden verse en el discurso de Francisco como papa. Les pide a los jóvenes que salgan de los templos, que vayan a las calles y recuperen el espíritu misionero. Incluso que “hagan lío”, que rompan los moldes y salten por encima de las propias estructuras eclesiásticas si es necesario, pero que asuman ellos la responsabilidad de la transmisión de la fe. El Papa no confía (porque conoce la profundidad de los problemas) en una Iglesia Católica en crisis y desfasada en el tiempo en sus métodos y en su discurso.
La visita  del Papa Francisco, la concentración de multitudes, el discurso a la juventud de carácter social y político (salir a las calles, "hagan lío", rompan los moldes tradicionales) salvará al modelo reformista de la Presidenta Dilma ( Modelo Lula) o lo hundirán definitivamente. La Revolución Ciudadana de la Juventud  - la globalización de la Insurgencia y la globalización de la indignación contra un sistema que se cae en pedazos y una clase política corrupta, mafiosa y en crisis final.
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“Francisco predica la justicia social y lo hace desde una perspectiva de doctrina social de la Iglesia que se opone al capitalismo, pero que al mismo tiempo entiende que la forma de combatirlo pasa por la reafirmación de los valores del catolicismo, en la moral cristiana y en la familia tradicional. Está claro que la predicación de Francisco no cae bien y genera resistencias en los sectores más anquilosados y conservadores de la Iglesia Católica. También molesta a los que están aferrados al poder de la estructura eclesiástica. Bergoglio lo sabe y sabe también que tiene que dar batalla contra las resistencias internas para lograr lo que se propone. Es consciente de que tiene tiempo limitado y por eso comenzó a dar pasos, a generar comisiones, a tomar medidas que por ahora son sólo anuncios de algo que podría venir. Conoce también que no puede confiar en el adentro y no duda en denunciar las “incoherencias de los cristianos y de los ministros”. Respalda todo su discurso con la austeridad que ha sido característica de toda su vida y con la sencillez del discurso, ingredientes suficientes para poner en jaque el boato y el ceremonial del papado. Ambos componentes resultan cautivantes para la gran masa y acercan la figura del Papa al pueblo. Con todo eso se gana la buena voluntad y el favor de los que están afuera de la estructura –también de algunos que fueron expulsados por mantener posturas críticas–, acrecienta su prestigio y suma poder para avanzar en eventuales cambios. También por eso sigue avanzando en la idea de un gobierno “colegiado” en la Iglesia, descentralizando el poder y desarmando de esta manera el “romano centrismo” y el control burocratizado de la curia.
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Su mensaje en Brasil, entrará por la puerta grande de la Historia Social y Política y se producirá el "milagro" de llevar la Iglesia a la Calle, los jóvenes a trabajar por cambiar las viejas estructuras anquilosas del poder tradicional de la Iglesia?. Veremos los resultados?.
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ANÁLISIS SOCI0LÓGICO: Papa Francisco en Brasil.
“Sacar la Iglesia a la calle es un viejo proyecto”
Entrevista a Verónica Giménez Beliveau, experta en vínculo entre sociedad y religión.
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¿Qué quiso decir el Papa a los feligreses argentinos con su frase “hagan lío”? ¿Qué significa sacar la Iglesia Católica a la calle? ¿Es una propuesta política y social? ¿Cuál es el escenario probable con Francisco en moral sexual y en la postura frente al aborto o la anticoncepción? ¿Cómo juega la crítica a la pobreza? El análisis de una socióloga más allá y más acá de las anécdotas.

Página /12 domingo 28 de julio del 2013.

Martín Granovsky

Investigadora del Conicet, la socióloga Verónica Giménez Béliveau trabaja en el Centro de Estudios e Investigaciones Laborales pero también como profesora adjunta del seminario Sociedad y Religión de la Universidad de Buenos Aires dentro de la Facultad de Ciencias Sociales.
–¿Qué buscó el Papa al pedir “hagan lío” a los jóvenes argentinos que fueron a Brasil?
–Ese “hagan lío” está muy dictado por el contexto. Los destinatarios directos no sólo fueron los jóvenes en general sino una mayoría realmente joven. En Río no estaban presentes sobre todo los jóvenes adultos sino los de 16 a 19 o 20 años, muchos de ellos provenientes de parroquias y sobre todo de movimientos. Hay búsqueda de un sujeto, pero en la Iglesia Católica esa búsqueda no es un invento de Jorge Bergoglio. Juan Pablo II creó las jornadas mundiales de la juventud en 1984, hace casi 30 años. Luego, durante el papado de Joseph Ratzinger en cierto modo el eje se corrió y ahora Bergoglio retoma la apuesta.
–¿En qué consiste la apuesta del Papa?
–Hablar de la juventud ante grupos religiosos es también hablar de otras cosas: de la continuidad del propio credo y del futuro en que se cree. Es como si estuviera diciendo lo siguiente: “Si tenemos juventud significa que la institución y las cosas en las que creemos perdurarán en el futuro”. Por eso me parece una apuesta importante. Las creencias y el futuro son claves para los grupos religiosos y en general para todos los grupos sociales. El Papa apuesta a transmitir contenidos.
–¿Quiere transmitirlos él o que otros transmitan contenidos?
–Quiere incentivar a que otros transmitan, pero poniéndose él como figura central y carismática que opera la transmisión. Eso es “hagan lío”. Aunque la homilía, el discurso a los argentinos del jueves último, tiene otros elementos para observar. Me gustaría poner el acento en la exhortación a sacar la Iglesia a la calle.
–¿Es una idea nueva?
–Es un viejo tema de la Iglesia Católica. Es el viejo proyecto del catolicismo integral que no se queda encerrado en la sacristía sino que sale a conquistar la sociedad. Pueden ser los voluntarios de Cáritas que trabajan en las villas y los propios curas villeros, pero también pueden ser los grupos que se oponen a proyectos de sociedad con los que no están de acuerdo. Por ejemplo la oposición a determinadas leyes. Sucedió cuando se discutió la Ley de Salud Reproductiva en la ciudad de Buenos Aires en el 2000. Hubo manifestaciones con los colegios secundarios en la calle. Los colegios católicos en la calle representan la apuesta pública en gran escala. También hubo grupos activos opuestos a la ley de matrimonio igualitario en 2010, y pasa lo mismo habitualmente con cambios legislativos sobre el aborto y la anticoncepción.
–Y uno podría agregar el debate público del matrimonio civil en la década de 1880 o el de la enseñanza privada en 1958.
–Por eso. No simplifiquemos los temas. Hablemos teniendo en cuenta la complejidad. Francisco es consciente de que la Iglesia en la calle significa sostener un proyecto político. Lo digo en el sentido más amplio: es un proyecto de sociedad. De valores, de un determinado modo de organización, de rescate de un modelo de relaciones en lo familiar, en la pareja y en lo laboral... Lo que está por detrás es la búsqueda de mayor influencia en la sociedad. Se trata de una Iglesia que tiene algo para decirles a la sociedad y a los partidos políticos y quiere poner su mensaje en el espacio político y social. Hay otras corrientes que promulgan un catolicismo más íntimo, pero históricamente en la Argentina triunfó el catolicismo del obispo Antonio Caggiano, el de la Acción Católica y la ocupación de los espacios políticos. Benedicto XVI promovía un catolicismo que reforzara el núcleo duro de personas convencidas al interior de la Iglesia Católica.
–¿Y Francisco?
–El de Francisco es un catolicismo que se abre, intentando llevar esos valores a la sociedad. Ahí sí hay una diferencia y al mismo tiempo una filiación con el catolicismo expansivo de Juan Pablo II. Claro, en el hecho de abrir los brazos durante el papado de Juan Pablo II entraron cosas que terminaron generando desajustes. Por ejemplo, los Legionarios de Cristo.
–O Propaganda Dos.
–Francisco significa una apertura y retoma una tradición del Concilio Vaticano II de diálogo con la sociedad y con la modernidad. “Hagan lío” significa abrir, proponer novedades, llenar las iglesias, salir de las iglesias llevando un mensaje...
–¿Es un Papa populista en el sentido de que no solo trabaja dentro de la jerarquía de la institución eclesiástica sino que busca nutrirse de poder fuera de ella?
–Hay un intento de construcción de legitimidad muy claro en el sector de la juventud. Pero no solamente allí. En Río también se refirió a los ancianos y a la idea de que, en general, las personas no son descartables. Es una idea que vengo registrando hace mucho en el catolicismo, como discurso contra el consumismo y el capitalismo salvaje. Hasta dónde va a llegar Francisco en esto, no lo sé. Y sobre el tema de la jerarquía es mejor establecer una precisión. Si bien forman parte de la jerarquía, muchos sacerdotes sí estarán de acuerdo con la apertura. Los que tienen trabajo parroquial están más pegados al cotidiano de los católicos. No es por intercesión del papa Francisco que hacen ciertas cosas. Ya las practicaban diariamente antes. Hay sacerdotes que negocian con los fieles cosas que la doctrina no permite: el uso de preservativos o la convivencia sin el matrimonio consagrado. Es una negociación fuerte e importante. Hay sacerdotes más conservadores, claro, pero siempre existe un intercambio entre lo que la Iglesia baja desde arriba y lo que los feligreses demandan. A cada demanda de los fieles hay una respuesta en el día a día. En el caso de los obispos es más complicado, porque en general no tienen esa relación cotidiana. Y ni hablar de países como Brasil, donde se produjo una limpieza en serio del episcopado.


Su mensaje a la juventud asistente en Río de Janeiro y de repercusión mundial, "Los jóvenes a la calle "hagan lío", luchen y trabajen por romper las viejas estructuras anquilosadas de la Iglesia, profundamente atadas a los viejos poderes locales y hoy aliados con los nuevos poderes facticos globales.
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–Desde la entronización de Juan Pablo II en 1978 hasta la renuncia de Benedicto en 2013 pasaron 35 años de limpieza y construcción de jerarquías. Volviendo al contrapunto, ¿qué significa hasta ahora Francisco en términos de moral sexual?
–Es un punto a tener en cuenta para evaluar el carácter de Francisco como renovador. A los jóvenes les repartían en Brasil un manual de bioética que abarca una historia del ser humano y muestra las concepciones de la Iglesia sobre cuándo empieza la vida. En Europa la discusión es la eutanasia. En América latina los bioéticos de la Iglesia y los bioéticos seculares se ponen de acuerdo sobre el fin de la vida, pero hay un nudo de discusión sobre cuál es el comienzo. Es difícil para una socióloga hacer futurología, pero parece poco probable que la moral conservadora sufra transformaciones. Más aún: puede pensarse que Francisco desea que en materia de aborto y anticoncepción pase lo menos posible en América latina.
–De todos modos, a nivel de estructuras de poder no es la Iglesia Católica el único actor.
–Sí, no es solo un tema de presión eclesiástica. Sería un error ver solamente ese costado. También juega la voluntad de los dirigentes políticos. Influye qué imaginan. Hasta qué punto creen que deben establecer lazos con eso que, suponen ellos, es un espacio de conquista de voluntades. En esa lógica, algún dirigente político puede suponer que estar a favor de quitar la condena penal al aborto es ponerse en contra a los católicos. Y eso tal vez el político lo presuma sin que ningún obispo necesite decírselo. El fenómeno es más difícil verlo en Buenos Aires que en provincias de la Argentina donde hay un catolicismo cultural bastante más fuerte que el que se vive en las grandes ciudades.
–¿Cuánto puede influir el impacto de Francisco visitando Brasil?
–Si un Papa viaja a Brasil y junta tres millones de personas, algunos políticos pueden tomarlo como prueba efectiva de ese argumento de que un cambio de legislación les pondrá en contra a los católicos. Entonces sí habrá cosas más difíciles de concretar. Pero será no solo porque Francisco sea un conservador sino por la supervivencia de las formas en que se estructuraron relaciones que no se basaron en la laicidad del Estado. Eso pasa cuando el Estado está atravesado por políticos que consideran que la religión debe estar en el centro de la escena, y hablar de religión en la Argentina es referirse básicamente a la Iglesia Católica. Cuando se discutieron las leyes de bioética en el Congreso fueron llamados sobre todo especialistas religiosos. Es natural que vayan todos los que tengan algo que decir. Sin embargo, ¿por qué pensar que son los primeros que tienen algo que decir? El Estado avanzó mucho en la laicización a fines del siglo XIX y principios del XX. Pero después todo se hizo con muchísimo esfuerzo. Incluso la ley de divorcio sancionada y promulgada en 1987. Y al mismo tiempo sucede otra cosa: la sociedad experimenta una secularización, un proceso de más largo aliento que tiene que ver con la relación que las personas establecen con su religión y con las instituciones religiosas.
–¿Al Estado le cuesta más ser laico que a la sociedad secularizarse?
–Es que la mayoría de las personas se sigue definiendo como religiosa pero a la hora de tomar determinadas decisiones en la esfera más íntima la institución religiosa no entra. Entonces hay un nudo complicado de trabajar para la Iglesia Católica, que tiene algo para decir y quiere decirlo también en esa esfera. Son procesos difíciles de transformar.
–¿Difíciles de revertir?
–Sí, porque son procesos largos y profundos. En su vida las personas no toman solo como referencia a la Iglesia, sea conservadora o progresista. Es como si hubieran decidido que no conciben una institución que dictamine sobre sus conductas: cómo educar a los hijos, cuándo tenerlos, cómo casarse... Cada uno toma de la institución lo que le parece bien y deja de lado lo que no le parece. Ese es el proceso de secularización, que en la Argentina es un proceso muy largo. El salto de ocho o doce hijos a tres por familia se produjo en los años ’30, lo que significa que ya en ese momento, hace 80 años, las personas no les hacían caso a todas las ideas de la Iglesia.
–Otro de los temas de Francisco desde su primer día como Papa y una clave de la visita a Brasil fue la referencia a la pobreza.
–El discurso sobre la pobreza es de larga data. Parece obvio pero la elección del nombre Francisco muestra desde cuándo hablar de la pobreza, del Cristo pobre y de vivir como los pobres se mantuvo siempre vivo en la Iglesia y generó innumerables conflictos y tensiones.
–Francisco de Asís murió en el siglo XIII.
–Y en América latina no sólo la Teología de la Liberación se planteaba la opción por los pobres. También apareció el tema en reuniones de obispos como Medellín en 1968 y Puebla en 1979. La pobreza aparece como algo que no se puede dejar de decir. La Iglesia de América latina habla mucho de la pobreza. De América latina fue que llegó Bergoglio a Roma. Un lugar distinto al de Benedicto XVI, un alemán académico que venía de la Curia romana. Tal vez por eso Francisco realizó un gesto tan fuerte como ir hasta la isla de Lampedusa, a principios de julio, el lugar de Italia adonde llegan los emigrantes africanos cuando no mueren en el camino a bordo de balsas precarias. Ahí sí tenemos un hecho concreto con repercusión en Europa. Pero de pobreza también hablaba Juan Pablo II, que incluso llegó a pedir el perdón de la deuda externa. Hablar de pobreza por parte de los papas entraña una percepción sobre la desigualdad en el mundo.
–¿Aunque luego de percibir la desigualdad haya distintas visiones sobre cómo enfrentarla?
–Habrá desde la colecta anual de Cáritas hasta los curas villeros que no quieren caridad. En las dos posturas, y no se agotan allí, la cuestión de la pobreza es central como nudo discursivo. Después, cómo definir qué es la pobreza y cómo trabajar para solucionarla marca diferentes opciones que son producto de distintas propuestas. Y ya que estamos, aprovecho para otra precisión: en la diócesis que administró Bergoglio los curas villeros son 22.
–¿Es mucho o es poco?
–En la diócesis de Buenos Aires hay 900 sacerdotes. Una buena parte pertenece al clero regular: jesuitas, salesianos... Sobre ellos no dispone el obispo sino quien dirige cada orden. El clero diocesano, que sí depende directamente del obispo, está formado por unos 200 sacerdotes. Entonces tenemos que los curas villeros serían alrededor del 10 por ciento de esa cifra.

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domingo, 28 de julio de 2013

EL PAPEL DE LAS MUJERES EN LAS RELIGIONES. (El patriarcado pese a su crueldad en formas diversas aún logra mantenerse en el planeta)

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Las religiones ven en la sexualidad un "pecado", un tema problemático. Sin dudas, ese es un campo problemático. Pero no porque lleve a la "perdición" (¿qué será eso?) sino porque es la patencia más absoluta de los límites de lo humano: la sexualidad fuerza, desde su misma condición anatómica, a "optar" por una de dos posibilidades: "macho" o "hembra". La constatación de esa diferencia real no es cualquier cosa: a partir de ella se construyen nuestros mundos culturales, simbólicos, de lo masculino y lo femenino, yendo más allá de la anatómica realidad de macho y hembra. Esa construcción es, definitivamente, la más problemática de las construcciones humanas, y siempre lista para el desliz, para el "problema", para el síntoma (o, dicho de otra manera, para el goce, que es inconsciente. ¿Cómo entender desde la lógica "normal" que un impotente o una frígida gocen con su síntoma?). A partir de esa construcción simbólica, se "construyó" masculinamente la debilidad femenina. Así, la mujer es incitación al pecado, a la decadencia. Su sola presencia es ya sinónimo de malignidad; su sexualidad es una invitación a la perdición, a la locura.


Unas ciudadanas que han salido a la calle para exigir sus derechos y libertades, además de reclamar sociedades democráticas, libres, justas e igualitarias, entre otras características. Pasos importantes en la defensa de las féminas se han aprobado recientemente. Naciones Unidas pedía en el mes de marzo la erradicación de la violencia contra las mujeres. Una declaración que ha sido firmada por primera vez por países musulmanes como Irán, Libia o Sudan, entre otros territorios. El texto de la ONU señala que no se puede justificar la violencia contra las mujeres y las niñas por motivos de “costumbres, tradiciones o consideración religiosa”. 
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Pero es realmente para caerse de espaldas saber que hoy, entrado ya el siglo XXI, la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana sigue preparando a las parejas que habrán de contraer matrimonio con manuales donde puede leerse que "La profesión de la mujer seguirá siendo sus labores, su casa, y debería estar presente en los mil y un detalles de la vida de cada día. Le queda un campo inmenso para llegar a perfeccionarse para ser esposa. El sufrimiento y ellas son buenos amigos. En el amor desea ser conquistada; para ella amar es darse por completo y entregarse a alguien que la ha elegido. Hasta tal punto experimenta la necesidad de pertenecer a alguien que siente la tentación de recurrir a la comedia de las lágrimas o a ceder con toda facilidad a los requerimientos del hombre. La mujer es egoísta y quiere ser la única en amar al hombre y ser amada por él. Durante toda su vida tendrá que cuidarse y aparecer bella ante su esposo, de lo contrario, no se hará desear por su marido", tal como puede consultarse en "20 minutos Madrid" del lunes 15 de noviembre de 2004, año V., número 1.132, página 8. La idea de "pecado decadente" ligado a las mujeres, no sólo en el catolicismo, sigue estando presente en diversas cosmovisiones religiosas, todas de extracción patriarcal.
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Durante miles de años, con contadas excepciones la mujer ha estado siempre sometida y dominada por el hombre – sobre todo por la imposición de corrientes religiosas, que precisamente encontraban su fortaleza en liquidar, desconocer los derechos de la mujer – quién le restringió sus derechos y libertades, así como pisoteó y humilló su personalidad y orgullo.
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EL PAPEL DE LAS MUJERES EN LAS RELIGIONES.
(El patriarcado pese a su crueldad en formas diversas aún logra mantenerse en el planeta).

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Marcelo Colussi (especial para ARGENPRESS. info)

Viernes 26 de julio del 2013.

Que las mujeres gozan de menos derechos que los varones en todos los rincones del mundo no es ninguna novedad. Eso está comenzando a cambiar, lentamente. Ya hay transformaciones importantes en curso, pero aún resta muchísimo por avanzar. El patriarcado, con mayor o menor virulencia, sigue siendo aún una cruel realidad en todo el planeta. No puede precisarse cómo seguirán esos cambios, y con qué velocidad.

Lo que sí está claro es que las religiones -todas- no juegan un papel precisamente progresista en ese cambio: más que ayudar a la igualación de las relaciones entre los géneros, promueven el mantenimiento de las más odiosas y repudiables diferenciaciones injustas (¿puede haber alguna diferenciación injusta que no se odiosa y repudiable?)

Amparados en la pseudo explicación de "ancestrales motivos culturales", podemos entender -jamás justificar- el patriarcado, los arreglos matrimoniales hechos por los varones a espaldas de las mujeres, el papel sumiso jugado por éstas en la historia, el harem, la ablación clitoridiana; podemos entender que una comadrona en las comunidades rurales de Latinoamérica cobre más por atender el nacimiento de un niño que el de una niña, o podemos entender la lógica que lleva a la lapidación de una mujer adúltera en el África.

En esta línea, entonces, podríamos decir que las religiones ancestrales son la justificación ideológico-cultural de este estado de cosas; las religiones en tanto cosmovisiones (filosofía, código de ética, manual para la vida práctica) han venido bendiciendo las diferencias de género, por supuesto siempre a favor de los varones. ¿Por qué los poderes, al menos hasta ahora, han sido siempre masculinos y misóginos? Esto, secundariamente, demuestra que todas las religiones son machistas, nunca progresistas, nunca promueven la equidad real; y si hay diosas mujeres, como efectivamente las hay, la feligresía está atravesada por el más absoluto patriarcado.

Quizá en un arrebato de modernidad podríamos llegar a estar tentados de decir que las religiones más antiguas, o los albores de las actuales grandes religiones monoteístas, son explícitas en su expresión abiertamente patriarcal, consecuencia de sociedades mucho más "atrasadas", sociedades donde hoy ya se comienza a establecer la agenda de los derechos humanos, incluidos los de las mujeres, sociedades que van dejando atrás la nebulosa del "sub-desarrollo". Así, no nos sorprende que dos milenios y medio atrás, Confucio, el gran pensador chino, pudiera decir que "La mujer es lo más corruptor y lo más corruptible que hay en el mundo", o que el fundador del budismo, Sidhartha Gautama, aproximadamente para la misma época expresara que "La mujer es mala. Cada vez que se le presente la ocasión, toda mujer pecará".

Tampoco nos sorprende hoy, en una serena lectura historiográfica y sociológica de las Sagradas Escrituras de la tradición católica, que en el Eclesiastés 22:3 pueda encontrarse que "El nacimiento de una hija es una pérdida", o en el mismo libro, 7:26-28, que "El hombre que agrada a Dios debe escapar de la mujer, pero el pecador en ella habrá de enredarse. Mientras yo, tranquilo, buscaba sin encontrar, encontré a un hombre justo entre mil, más no encontré una sola mujer justa entre todas". O que el Génesis enseñe a la mujer que "parirás tus hijos con dolor. Tu deseo será el de tu marido y él tendrá autoridad sobre ti", o el Timoteo 2:11-14 nos diga que "La mujer debe aprender a estar en calma y en plena sumisión. Yo no permito a una mujer enseñar o tener autoridad sobre un hombre; debe estar en silencio".

Siempre en la línea de intentar concebir la historia como un continuo desarrollarse, y al proceso civilizatorio como una búsqueda perpetua de mayor racionalidad en las relaciones interhumanas, podría entenderse que cosmovisiones religiosas antiguas como la que aún mantienen los ortodoxos judíos repitan en oraciones que se remontan a lejanísimas antigüedades: "Bendito seas Dios, Rey del Universo, porque Tú no me has hecho mujer", o "El hombre puede vender a su hija, pero la mujer no; el hombre puede desposar a su hija, pero la mujer no".

Reconociendo que los prejuicios culturales, racistas para decirlo en otros términos, siguen estando aún presentes en la humanidad pese al gran progreso de los últimos siglos, desde una noción occidental (eurocentrista), podría pensarse que son religiones "primitivas" las que consagran el patriarcado y la supremacía masculina. Así, ente la población africana, es común que en nombre de preceptos religiosos (de "religiones paganas" se decía no hace mucho tiempo) más de 100 millones de mujeres y niñas son actualmente víctimas de la mutilación genital femenina, practicada por parteras tradicionales o ancianas experimentadas al compás de oraciones religiosas a partir del concepto, tremendamente machista, de que la mujer no debe gozar sexualmente, privilegio que sólo le está consagrado a los varones, mientras que eso por cierto no sucede en sociedades "evolucionadas".

Igualmente desde un prejuicio descalificante puede decirse que la dominación masculina queda glorificada en religiones que, al menos en Occidente, son vistas como fanáticas, fundamentalistas, primitivas en definitiva. En ese sentido, en esa lógica de discriminación cultural, puede afirmarse que los musulmanes ya en su libro sagrado tienen establecido el patriarcado, lo cual podría ratificarse leyendo el verso 38 del capítulo "Las mujeres" del Corán (en la traducción española de Joaquín García-Bravo), que textualmente dice: "Los hombres son superiores a las mujeres, a causa de las cualidades por medio de las cuales Alá ha elevado a éstos por encima de aquéllas, y porque los hombres emplean sus bienes en dotar a las mujeres. Las mujeres virtuosas son obedientes y sumisas: conservan cuidadosamente, durante la ausencia de sus maridos, lo que Alá ha ordenado que se conserve intacto. Reprenderéis a aquellas cuya desobediencia temáis; las relegaréis en lechos aparte, las azotaréis; pero, tan pronto como ellas os obedezcan, no les busquéis camorra. Dios es elevado y grande".

Incluso podría decirse que si la religión católica consagró el machismo, eso fue en tiempos ya idos, pretéritos, muy lejanos, y no es vergonzante hoy que uno de sus más conspicuos padres teológicos como San Agustín dijera hace más de 1.500 años: "Vosotras, las mujeres, sois la puerta del Diablo: sois las transgresoras del árbol prohibido: sois las primeras transgresoras de la ley divina: vosotras sois las que persuadisteis al hombre de que el diablo no era lo bastante valiente para atacarle. Vosotras destruisteis fácilmente la imagen que de Dios tenía el hombre. Incluso, por causa de vuestra deserción, habría de morir el Hijo de Dios". Curioso modo de ver las cosas, a leerse psico-analíticamente, pues el mismo Obispo de Hipona, años atrás, antes de su conversión, cuando era un joven aristócrata sibarita había expresado que "es de mal gusto acostarse dos noches seguidas con la misma mujer". Es decir: la mujer siempre como objeto, y más aún: objeto peligroso. Y tampoco llama la atención que hace ocho siglos Santo Tomás de Aquino, quizá el más notorio de todos los teólogos del cristianismo, expresara: "Yo no veo la utilidad que puede tener la mujer para el hombre, con excepción de la función de parir a los hijos". Pero, ¿no debe abrirse una crítica genuina de todo esto?



Quiero presentarme, pues apenas me conoces. Soy otra mujer “sin nombre” en el Nuevo Testamento. Una vez más los redactores de los evangelios me niegan identidad por mí misma, sólo soy un de en relación a un varón importante: “suegra de Pedro”. Quizás no te sorprendas, seas varón o mujer, pues estamos todos tan acostumbrados a que así sea que nos parece lo natural: hija de, hermana de, esposa de, pareja de, hermana de, viuda de…..¿A qué hoy sigue siendo también así entre vosotros?. ¿No crees que ya ha llegado la hora de que eso deje de ser como es?.
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Las religiones ven en la sexualidad un "pecado", un tema problemático. Sin dudas, ese es un campo problemático. Pero no porque lleve a la "perdición" (¿qué será eso?) sino porque es la patencia más absoluta de los límites de lo humano: la sexualidad fuerza, desde su misma condición anatómica, a "optar" por una de dos posibilidades: "macho" o "hembra". La constatación de esa diferencia real no es cualquier cosa: a partir de ella se construyen nuestros mundos culturales, simbólicos, de lo masculino y lo femenino, yendo más allá de la anatómica realidad de macho y hembra. Esa construcción es, definitivamente, la más problemática de las construcciones humanas, y siempre lista para el desliz, para el "problema", para el síntoma (o, dicho de otra manera, para el goce, que es inconsciente. ¿Cómo entender desde la lógica "normal" que un impotente o una frígida gocen con su síntoma?). A partir de esa construcción simbólica, se "construyó" masculinamente la debilidad femenina. Así, la mujer es incitación al pecado, a la decadencia. Su sola presencia es ya sinónimo de malignidad; su sexualidad es una invitación a la perdición, a la locura.

En la tristemente célebre obra "Martillo de las brujas" ("Malleus maleficarum") de Heinrich Kramer y Jacobus Sprenger, aparecida en 1486 como manual de operaciones de la Santa Inquisición, puede leerse que: "Estas brujas conjuran y suscitan el granizo, las tormentas y las tempestades; provocan la esterilidad en las personas y en los animales; ofrecen a Satanás el sacrificio de los niños que ellas mismas no devoran y, cuando no, les quitan la vida de cualquier manera. Entre sus artes está la de inspirar odio y amor desatinados, según su conveniencia; cuando ellas quieren, pueden dirigir contra una persona las descargas eléctricas y hacer que las chispas le quiten la vida, así como también pueden matar a personas y animales por otros varios procedimientos; saben concitar los poderes infernales para provocar la impotencia en los matrimonios o tornarlos infecundos, causar abortos o quitarle la vida al niño en el vientre de la madre con sólo un tocamiento exterior; llegan a herir o matar con una simple mirada, sin contacto siquiera, y extreman su criminal aberración ofrendándole los propios hijos a Satanás". (…) "La facultad que todas tienen en común, así las de superior categoría como las inferiores y corrientes, es la de llegar en su trato carnal con el diablo a las más abyectas y disolutas bacanales". No está de más recordar que gracias a instructivos como éste pudieron ser quemadas en la hoguera miles de mujeres en la Edad Media, por supuesta brujería. Fue la idea religiosa en juego la que provocó esto, más allá del declarado "amor al prójimo": la mujer como incitadora al pecado, como puerta de entrada a la perdición. ¿Amparados en qué derechos varones misóginos pudieron, o pueden, mantener esta monstruosa injusticia?

Toda esta misoginia, este machismo patriarcal tan condenable podría entenderse como el producto de la oscuridad de los tiempos, de la falta de desarrollo, del atraso que imperó siglos atrás en Occidente, o que impera aún en muchas sociedades contemporáneas que tienen todavía que madurar (y que, por ejemplo, aún lapidan en forma pública a las mujeres que han cometido adulterio, como los musulmanes, o les obligan a cubrir su rostro ante otros varones que no sean de su círculo íntimo). Pero es realmente para caerse de espaldas saber que hoy, entrado ya el siglo XXI, la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana sigue preparando a las parejas que habrán de contraer matrimonio con manuales donde puede leerse que "La profesión de la mujer seguirá siendo sus labores, su casa, y debería estar presente en los mil y un detalles de la vida de cada día. Le queda un campo inmenso para llegar a perfeccionarse para ser esposa. El sufrimiento y ellas son buenos amigos. En el amor desea ser conquistada; para ella amar es darse por completo y entregarse a alguien que la ha elegido. Hasta tal punto experimenta la necesidad de pertenecer a alguien que siente la tentación de recurrir a la comedia de las lágrimas o a ceder con toda facilidad a los requerimientos del hombre. La mujer es egoísta y quiere ser la única en amar al hombre y ser amada por él. Durante toda su vida tendrá que cuidarse y aparecer bella ante su esposo, de lo contrario, no se hará desear por su marido", tal como puede consultarse en "20 minutos Madrid" del lunes 15 de noviembre de 2004, año V., número 1.132, página 8. La idea de "pecado decadente" ligado a las mujeres, no sólo en el catolicismo, sigue estando presente en diversas cosmovisiones religiosas, todas de extracción patriarcal.

El actual papa Francisco tiene como uno de sus objetivos darles un lugar mucho más protagónico a las mujeres en la práctica de la religión católica desde la institución vaticana. ¿Futuras sacerdotisas? Quizá. ¿Por qué no? Es hora que la Iglesia y las religiones se modernicen en muchos aspectos, que formulen una genuina autocrítica, que evolucionen.

Las religiones, quizá no puede ser de otra manera dado el papel social que cumplen, tienden a ser conservadoras. En eso, las mujeres salen siempre mal paradas: desde el machismo ancestral que nos constituye, todas las religiones hacen de las mujeres el "chivo expiatorio" que refuerza la construcción machista. Aunque ya va siendo hora de romper esos atávicos esquemas, ¿verdad? ¿Por qué la suerte de las mujeres tiene que estar supeditada al parecer de unos cuantos varones misóginos? Cambiar esquemas es algo siempre difícil, tortuoso, complicadísimo. "Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio", dijo sabiamente Einstein. Pero más allá de esas enormes dificultades, es un imperativo ético de toda la sociedad (varones y mujeres) plantearse estos cambios.


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