lunes, 4 de marzo de 2013

La complejidad domina el campo operativo de la Iglesia de Benedicto XVI: La problemática de la iglesia tampoco es lineal. La corrupción vaticana.

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CIUDAD DEL VATICANO, Febrero 21, 2013  -  Corrupción, lavado de dinero y las disputas en el Vaticano. Un informe elaborado por 3 cardenales, que revela la corrupción, finanzas oscuras, guerras fratricidas y hasta lavado de dinero de la mafia siciliana en el Pontificio, convenció a Benedicto XVI de que era imposible limpiar la Santa Sede. Los expertos vaticanistas alegan que el papa Benedicto XVI decidió renunciar en marzo del año pasado, después de regresar de su viaje a México y Cuba. En ese entonces, el Papa que encarna lo que el especialista y universitario francés Philippe Portier llama “una continuidad pesada” con su predecesor, Juan Pablo II, descubrió la primera parte de un informe elaborado por los cardenales Julián Herranz, Jozef Tomko y Salvatore De Giorgi. Allí estaban resumidos los abismos nada espirituales en los que había caído la Iglesia: corrupción, finanzas oscuras, guerras fratricidas por el poder, robo masivo de documentos secretos, pugna entre facciones y lavado de dinero.

El resumen final era la “resistencia en la curia al cambio y muchos obstáculos a las acciones pedidas por el Papa para promover la transparencia”. El Vaticano es un nido de hienas enardecidas, un pugilato sin límites ni moral alguna donde la curia hambrienta de poder fomenta delaciones, traiciones, zancadillas, lavado de dinero, operaciones de Inteligencia para mantener sus prerrogativas y privilegios al frente de las instituciones religiosas y financieras. Muy lejos del cielo y muy cerca de los pecados terrestres. Bajo el mandato de Benedicto XVI, el Vaticano fue uno de los Estados más oscuros del planeta. A Josef Ratzinger le toco ver el destape del inmenso agujero negro de los curas pedófilos, pero no hizo nada al igual que su predecesor, Juan Pablo II. Ese primer informe de los tres cardenales desembocó, en agosto del año pasado, en el nombramiento del suizo René Brülhart, un especialista en lavado de dinero que dirigió durante ocho años la Financial Intelligence Unit (FIU) du Liechtenstein, o sea, la agencia nacional encargada de analizar las operaciones financieras sospechosas. Brülhart tenía como misión poner al Banco del Vaticano en sintonía con las normas europeas dictadas por el GAFI, el grupo de acción financiera. Desde luego, no pudo hacerlo.



El pasado turbio le cerró el paso. Benedicto XVI fue, como lo señala Philippe Portier, un continuador de la obra de Juan Pablo II: “Desde 1981 siguió el reino de su predecesor acompañando varios textos importantes que él mismo redactó a veces, como la Condena de las teologías de la liberación de los años 1984-1986, el Evangelium Vitae de 1995, a propósito de la doctrina de la Iglesia sobre temas de la vida, o Splendor Veritas, un texto fundamental redactado a cuatro manos con Wojtyla”. Estos dos textos citados por el experto francés son un compendio práctico de la visión reaccionaria de la Iglesia sobre las cuestiones políticas, sociales y científicas del mundo moderno. La segunda parte del informe de los tres cardenales le fue presentada al Papa en diciembre. Desde entonces, la renuncia se planteó de forma irrevocable. En pleno marasmo y con un montón de pasillos que conducían al infierno, la curia romana actuó como lo haría cualquier Estado. Buscó imponer una verdad oficial con métodos modernos. Para ello contrató al periodista norteamericano Greg Burke, miembro del Opus Dei y ex miembro de la agencia Reuters, la revista Time y la cadena Fox. Burke tenía por misión mejorar la deteriorada imagen de la Iglesia. “Mi idea es aportar claridad”, dijo Burke al asumir el puesto. Demasiado tarde. Nada hay de claro en la cima de la Iglesia católica. El Dr. José Luis De Jesús hizo un pronunciamiento respecto del destape que propiciaría contra la corporación religiosa católica: “LE VOY A LEVANTAR LAS FALDAS” y como todo lo que nuestro Dios promete lo cumple, hoy el mundo asiste a la más grande exposición de la podredumbre vaticana, cual nunca antes en la historia de esta criminal institución se había podido apreciar. Ahora bien, vale la pena destacar que tal destape hace parte de la estrategia de Jesucristo Hombre para desacreditar a nivel mundial a esta empresa delictiva como el preámbulo a su destrucción. ( Las fuentes de origen, están muy claras y transparentes, que fortalecen los Documentos).
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La complejidad domina el campo operativo de la Iglesia de Benedicto  XVI: La problemática de la iglesia tampoco es lineal.
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Lunes 4 de marzo del 2013.

Gastón Pardo (especial para ARGENPRESS.info)

Ha escrito en fecha reciente el eminente teólogo jesuita Hans Küng ha escrito (El País, 26.02.13): “No podemos engañarnos con las grandes masas. Detrás de la fachada, la casa está viniéndose abajo”, y más adelante dice: “Con los dos últimos papas, Juan Pablo II y Benedicto XVI, se ha producido un fatal regreso a los viejos hábitos monárquicos de la Iglesia”.

De esa manera, el teólogo alemán describe el entorno de la situación entrópica que domina en la Santa Sede. Y sin duda por ello, el estudioso regiomontano y católico de la entropía y de su retorno al orden, Javier Livas, ha escrito el día 27: “Como ha dicho Benedicto XVI en su último discurso, La nave de la Iglesia es de Dios que va en ella y no lo dejará hundirse, y entonces, el Conclave de Cardenales tendrá que expresar la voz de Dios actuando con sabiduría. Todos los católicos latinos están obligados a contribuir a que así sea”.

La Iglesia Católica y Benedicto XVI sufren hoy de una típica crisis de “alta complejidad”, de la que la Iglesia tiene todo para salir adelante. Es mucho lo que la Iglesia podría hacer para mejorar las cosas a nivel mundial, pero necesita primero reparar lo que la modernidad ha hecho cambiar en reglas de juego en todas las organizaciones, sobre todo en las grandes como lo es la propia Iglesia.

La Iglesia y no sólo la jerarquía en la que se supone todo está bajo control, en tiempos de crisis el orden jerárquico es remplazado por un sistema complejo en el que muchas fuerzas internas entran en conflicto y buscan equilibrio con su entorno. Esta coyuntura es quizá la más importante en la historia de esa institución desde hace aproximadamente 500 años, cuando Martín Lutero provocó el cisma protestante.

En los últimos treinta años, desde la proliferación de la computadora personal y sobre todo a partir de Internet, las estructuras jerárquicas piramidales de todo tipo se han visto incapaces de adaptarse al nuevo mundo de la información digital disponible y compartible en forma instantánea. Cientos de empresas globales han ido a la quiebra o se han visto forzadas a reorganizarse. Por lo visto, la Iglesia está pasando por un desafío parecido.

Otras grandes empresas globales, como Facebook y Google crecen a ritmo vertiginoso y se muestran inmunes precisamente porque están estructuradas en forma de redes. Nadie manda sobre los casi 700 millones de usuarios de Facebook; y nadie trata siquiera de influir en las más de 100 mil millones de consultas que recibe Google cada mes.

No es casual que las noticias desagradables procedentes de la Iglesia hayan tomado ímpetu precisamente al aumentar el acceso de usuarios al Internet, que así han multiplicado su influencia: por los circuitos de los medios de comunicación tradicionales. En todo el mundo occidental, es demasiado fácil estar enterado, opinar y recibir respuestas sobre cualquier tema.

La Iglesia Católica occidental posee la estructura jerárquica por excelencia, es el ejemplo clásico de una organización piramidal de solo cuatro niveles. El Papa, Arzobispos y Obispos, Sacerdotes y fieles. A esto súmese la pesada estructura para auxiliar el gobierno del Papa representada por la Curia Romana, con sus cardenales y congregaciones. Por lo tanto, es mucho más vulnerable que otras religiones organizadas en grandes redes unidas tan solo por una visión y un propósito comunes, sin tener que cargar con una estructura tan grande. La estructura que antes le ayudó en el pasado a ejercer control de todo su entorno y sobrevivir, ahora se convierte en un riesgo por su natural inclinación a resistir los cambios.

En contraste, el cambio de mentalidad que genera tener acceso casi ilimitado a todo tipo de información entre los fieles y los no fieles, llega para quedarse (como nos lo promete el portal belga Dedefensa.org). Es una expectativa diferente de lo que la gente espera de cualquier organización, más aún tratándose de una tan conspicua como lo es la Santa Iglesia. Las empresas que incumplen sus entregas o entregan mercancía defectuosa, no permanecen mucho tiempo en el mercado, y ello si acaso logran salir a él. La Iglesia ha fallado a la confianza depositada en ella por muchos fieles que terminaron siendo víctimas de sacerdotes delincuentes.

La evolución del uso de Internet apunta hacia una nueva revolución en muchos órdenes. Ha empezado con un intenso intercambio comercial que funciona apoyado en registros históricos consultables y en una buena reputación. En e-Bay por ejemplo, las transacciones exitosas y libres de problema de un oferente de bienes o servicios genera un círculo virtuoso que trae nuevos clientes. Esta información está disponible y fortalece aún más a los más los exitosos. La gente problemática, los malos servicios, las empresas deshonestas tienen una vida cortísima en el nuevo e-commerce mundial.

Como dice IBM, ya pasamos la etapa del e-business, y entramos simplemente a uno nuevo donde los clientes opinan y son la fuente directa de la atención y la investigación de mercados. Los nuevos negocios exitosos son los que “empoderan” a sus clientes y sus proveedores.

Para analizar la problemática de la Iglesia, no hay que recurrir a su organigrama o a su estructura, sin traducir ésta de acuerdo a lo previsto por la ciencia de la administración basada en conceptos de Cibernética, la teoría del control y las comunicaciones.

Management Cybernetics, creada por Stafford Beer, junto con su Modelo de Sistema Viable se adelantó al futuro al incorporar el entorno inmediato de una empresa como parte de la misma. Esta incorporación de los clientes y proveedores fue precisamente parte de la estrategia necesaria para lidiar en forma efectiva con el problema que ya se venía perfilando por el creciente uso de computadoras en el mundo de los negocios a partir de los años sesentas, treinta años o más antes de que apareciera Internet.

El nuevo problema de fondo era lo que Beer identificó y bautizó como una “explosión de complejidad”. Las comunicaciones instantáneas, el procesamiento masivo de datos obligaron a encontrar y construir un modelo que pudiera ayudar a enfrentar la complejidad.

El modelo idóneo para lidiar con la complejidad resultó ser precisamente la estructura del sistema nervioso humano. No hay organización en el universo conocido que sea más apta para lidiar con la complejidad que el cerebro humano. Básicamente lo que se desprende del modelo es que toda organización humana tiene componentes que funcionan como órganos interrelacionados. Si cualquiera de ellos no cumple su función, la organización perderá viabilidad.

Sin necesidad de hacer una descripción de la organización de la Iglesia Católica, es evidente, para quienes tenemos familiaridad con el modelo, que si ha perdurado durante siglos y siglos es porque ha contado con una estructura que le ha permitido enfrentar desafíos y sortear los cambios que le impuso el entorno.

No hay duda tampoco de que los fieles son parte de la Iglesia, de manera que la delimitación del medio la ubica como una organización moderna desde su inicio en ese sentido. La Iglesia son sus fieles y su estructura de gobierno.

Tampoco es motivo de error suponer que siempre ha habido fallas por sacerdotes vacilantes. Sin embargo, nunca como ahora, en la era de Internet, las fallas se convierten en manchas muy notorias y la falta de consecuencias es algo no sólo inexplicable sino simplemente intolerable. El problema de la Iglesia no reside en los casos de sacerdotes delinquiendo, sino la falta de expulsión y/o castigo.

Una parte muy importante del Sistema Iglesia se quedó inactivo o atrofiado durante la crisis, o no existe. Para el caso es lo mismo. La Iglesia no demostró tener instalado el componente que se encargue de depurar a los malos elementos, a los sacerdotes o funcionarios corruptos.

Internet es un gran amplificador; es algo parecido a un equipo de sonido con potentes amplificadores de son centrados de cara al público. Además, permite la interacción entre los receptores de noticias y sus fuentes. Eso lo hace mucho más poderoso que todos los canales de televisión y todos los periódicos del mundo reunidos. También impide que los éxitos del pasado en materia de control de daños puedan ser de nuevo éxitos en el presente.

Resulta a todas luces obvio, que la era de la prensa, luego la radio y hoy la TV, todos los medios lineales y unidireccionales hicieron posible que los jerarcas de la Iglesia, ocultaran, disfrazaran y minimizaran los excesos de sus sacerdotes. Puede decirse que gracias a la explotación del beneficio de la duda y la complicidad de los medios, la jerarquía no se arredró bajo la presión de las denuncias. Sin embargo, en nuestro tiempo, el ejercicio del control que ahora conduce a la organización del olvido por ser la garantía del pensamiento único, tiende a ser descartado por la crítica contraria al sistema capitalista inhumano.

De hecho, el éxito de las estrategias de censura del pasado ha contribuido a convertir los abusos sin castigo en un problema peor. El Internet ha revivido y puesto al descubierto las omisiones con una virulencia jamás imaginada. Como ejemplo está el poder de Youtube, que permite a cualquier ciudadano subir al ciberespacio videos testimoniales, alcanzó en 2011 la cifra de un millón de millones de visitas, equivalente a 140 horas de video por cada persona en el planeta. ¡Son subidas a YOUTUBE 72 horas de video cada minuto!

En la actualidad es imposible que crímenes lamentables como los abusos de sacerdotes queden ocultos largo tiempo. Lo más cercano a la omniciencia atribuible a Dios, lo muestra precisamente el Internet.

Esta circunstancia irreversible tiene que ser entendida a cabalidad. La Iglesia no tiene más remedio que sanear sus filas y deshacerse con prontitud de todos los sacerdotes desleales y de sus encubridores más flagrantes o reincidentes. Es impensable que un nuevo Papa pueda aparentar ser lo que no demuestre hacer en la práctica. Lo dice Stafford Beer con estas palabras “el propósito de un sistema complejo es lo que el sistema complejo hace”. Sólo así, con una dosis de realismo se puede enfrentar la crisis y resolverla devolviendo la credibilidad que en este caso enfrenta la Iglesia, y que ha sido corroborada por la renuncia de Benedicto XVI

La incapacidad de los líderes o grandes electores del nuevo Papa para reconocer esta encrucijada podría llevar a la Iglesia a una crisis de credibilidad mayor. Una salida falsa sería de terribles y permanentes consecuencias. Una salida valiente a la crisis sería la única manera de recuperar credibilidad. En estos nuevos tiempos, el amor es escaso, pero la verdad sale a relucir por la grieta menos pensada, en HD y por todos los rincones del planeta.

No hay duda que un nuevo valor que está tardando en ser aceptado por personas en posiciones de mucho poder es la transparencia. Este valor de la Era Digital, no ha sido debidamente aquilatado por la Iglesia, mal acostumbrada a barrer la tierra colocándola bajo la alfombra. Este desacato a la transparencia como un valor de la modernidad es lo que ha agravado la crisis de complejidad, que la cultura de muchas organizaciones no logra aprehender. El precio que han estado pagando es la pérdida de mercado e inclusive su desaparición o fusión forzada con otras empresas.

Por ello, a la luz del conocimiento sobre las grandes organizaciones y la influencia que tiene sobre éstas la nueva capacidad de comunicación masiva a través de Internet, es absolutamente difícil engañar o mantener al público en la ignorancia de lo que realmente sucede al interior de una organización global como la Iglesia. La noticia sobre la amenaza de excomunión a los cardenales que hagan revelaciones sobre las discusiones en la elección del Papa o se adelanten es otro síntoma claro de que cuando menos hay alguien que es conciente de los riesgos que se corren dada la facilidad con la que la información fluye hoy día. Cualquier noticia valiosa a la velocidad de la luz y se multiplica exponencialmente en cuestión de segundos.

Lo único que puede detener la propagación de la información es la ausencia de interés de quienes la reciben, pero tratándose de la Iglesia Católica, hemos visto, y el propio Papa Benedicto XVI lo ha hecho notar: hay mucha clientela para estas noticias. La prensa internacional, mucha de ella abiertamente anti-católica, se ha convertido en amplificador de todo lo concerniente a lo que sucede al interior de la Iglesia.

Sin embargo, el Internet no es el problema. Las indiscreciones tampoco lo son. El problema de fondo es la resistencia a reubicar a la Iglesia en el nuevo entorno de las redes sociales mundiales que será implacable contra toda hipocresía, debilidad en lo moral y sobre todo, tolerancia o encubrimientos criminales.

En pocas palabras, todo esto nos lleva a que el Internet ha generado un nuevo nivel de control para la organización de la Iglesia que procede del entorno social en el que está ubicada. Es decir, en la sociedad mundial en su conjunto, a través de las redes sociales la sociedad se erige en el nuevo juez, jurado y verdugo -a través de campañas de desprestigio- de los actos de los párrocos o jerarcas desleales a la propia Iglesia.

Este nuevo nivel de control, estará reforzado por la presencia, ya sin el título de Papa, de Joseph Ratzinger. Sin embargo, resulta obligado precisar que su eminencia Ratizinger será, lo quiera o no, un nuevo referente contra el cual se ponderarán los actos de la institución con posterioridad a su sucesión. La gente estará constantemente evaluando si la renuncia se hizo por razones de salud, como se dijo, o por razones de conveniencia personal o de la Iglesia. Eso es inevitable.

El hecho insólito de ser la primera renuncia pontificia en 600 años garantiza la continuidad de la noticia hasta que el público encuentre un nuevo punto de estabilidad. Crisis es, ya lo dijimos, desbalance, incapacidad de solucionar algo con los medios al alcance de la mano. El balance deseado y la paz interna y externa no se logrará hasta que la Iglesia de muestras palpables, visibles, inequívocas de que ha saneado su propio cuerpo, desterrando a los traidores, criminales y corruptos.

La red funciona con verdades, que entre más lo sean más valor tienen. No procesa las mentiras, los engaños o las hipocresías. Por elaboradas que sean éstas, tienden a ser descubiertas. Las contradicciones enormes entre los propósitos que la Iglesia persigue y los actos criminales de algunos de sus integrantes, ofrecen una tentación perfecta para los “expertos” en el análisis de la institución. E incluso para sus seguidores; el hecho de que hayan sido niños indefensos las víctimas de los sacerdotes perversos, y éstos hayan quedado sin castigo es un hecho que no se borrará. Si algo demuestra Internet es que tiene muy buena memoria; es la mayor bibliotecaria del planeta.

Sumando la crisis de credibilidad con la renuncia de Benedicto XVI contribuye a estar en condiciones de afirmar que la Iglesia llegó a un punto de bifurcación. La elección de un nuevo Papa puede acentuar la crisis o ser el inicio de una recuperación de credibilidad, dependiendo de quién resulte electo, y con qué actitud y energía retome el mando cedido por Benedicto.

Todos los sistemas complejos están gobernados por la misma lógica. Surgen, toman auge, entran en crisis y salen de ella renovados o debilitados hacia la indiferencia o la extinción.

Stafford Beer quien es también un experto en teoría de control, ofrece una metáfora valiosa para visualizar la crisis de la Iglesia. En su libro “Designing Freedom” explica que el control del comportamiento de una sociedad es el resultado de un sistema que funciona como una ecuación en equilibrio delicado, similar al resultado producido por un calefactor que está continuamente tomando como referencia la meta deseada y balanceando el funcionamiento. En esencia, esta metáfora de control sirve para ilustrar el hecho de que tanto las computadoras como el Internet, pueden activarse del lado correcto de la ecuación de control en favor de la humanidad, o como cualquier otra herramienta, utlizarse para aumentar y/o agravar los problemas.

El mismo tipo de razonamiento es aplicable a cualquier institución y la Iglesia no es una excepción. La Iglesia tiene que sumarse a la ecuación del orden social del lado correcto. No puede la humanidad darse el lujo de ser parte del problema y no de la solución. La estructura de la Iglesia debe ser también un gran amplificador en la orientación hacia el Bién y no debe dar motivo a sus muchos detractores para pongan en duda su verdadera vocación.

Así como Juan Pablo colaboró para destruir al comunismo, ahora el nuevo Papa debe ser líder para poner orden en el vapuleado mundo capitalista.

Necesitamos y debemos exigir una Iglesia latina lúcida, inteligente, moderna que sea guía y fuente de fortaleza moral y espiritual, un ejemplo transparente de cumplimiento de los más nobles propósitos a los que puede aspirar el ser humano en el área europea y americana del planeta.

La Iglesia está inmersa en la lucha del Bién contra el Mal. Sin embargo, ahora es la coprotagonista de esta lucha llevada su interior y tendrá que armarse de valor, sabiendo que así como Internet castiga también premia con creces. En muchos sentidos la nueva conciencia colectiva que se expresa por los circuitos del Internet, es también como dice el dicho “vox populi, vox Dei”. Ojalá no se olviden de esto los cardenales al elegir al nuevo pontífice.

Nota: el razonamiento plausible y demostrativo en las matemáticas y la mecánica, idea que da el título del libro del doctor Sergio Trapote Alvarez, maestro insigne de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, abre el camino al planteamiento de conjeturas plausibles, a la acumulación de evidencias y a demostrar o rechazar lo que se ha conjeturado, que es la base de la comprensión del método matemático y de las representaciones de la realidad que se construyen con ella.

El método científico que proponen en la UACM Trapotey el maestro físico matemático José Luis Gutiérrez, es un abordaje a un conocimiento general, amplio, muy amplio del saber humano, coincidente con al abordaje de la metodología general del marxismo, que requiere de la consulta de un buen número de fuentes. “Escribir un texto que contenga todas las definiciones y los antecedentes necesarios para integrar de manera multidisciplinaria el saber, tendría que ser una tarea que debería asignarse a los especialistas procedentes de muchas disciplinas, adiestrados en el método de la matemática”, dice Gutiérrez.

Lo que hacen los físicos en la UACM por la vía de la física matemática y lo que hacen los especialistas en cibernética siguiendo la enseñanza de Javier Livas en el Tecnológico de Monterrey, fuente generosa de saber posmodernista y de ataque permanente a la entropía como se destaca en el artículo sobre las peripecias vaticanas.

Empeño semejante al que se hace en la Universidad Popular Autónoma del estado de Veracruz bajo el generoso auspicio del Rector Guillermo Zúñiga, que abre el camino de la pluralidad científica anti positivista, por los circuitos de la criminología, en especial por el estudio de la organización criminal, campo seductor para la incursión multidisciplinaria.
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LA CORRUPCION VATICANA.
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Jaime Richart (especial para ARGENPRESS.info)

Lunes 4 de marzo del 2013.

Erasmo de Rotterdam publica en 1511 el ensayo "Stultitiae Laus", traducido al castellano como "Elogio de la locura". Inspirado en "De triumpho stultitiae" del italiano Faustino Perisauli, hace un elogio satírico de las supersticiones, de la ceguera y la demencia asociadas, de las prácticas piadosas y corruptas de la Iglesia Católica, así como de la locura de los pedantes (entre los que se incluye el propio Erasmo). El ensayo termina con una sencilla exposición de los verdaderos ideales cristianos. El autor había regresado recientemente de Roma profundamente decepcionado y se había lamentado de la evolución que veía en la Curia Romana...

Aparte del elogio satírico y como tema de fondo que recorre el ensayo, Erasmo atribuye a la facilidad del individuo para engañarse a sí mismo (la estulticia) su capacidad para soportar esta vida descarnada. Yo mismo escribí en 1986 un opúsculo titulado "Elogio de la hipocresía" en el que sostengo que, al igual que el autoengaño hace más soportable a la persona la vida, la hipocresía -la diplomacia degradada- juega un papel esencial para la paz social. Gracias a la hipocresía y al autoengaño la sociedad ha ido distanciándose progresivamente de la caverna y de la horda. El salvaje, ni miente ni engaña. Sin embargo hoy, si el ser humano se engaña a sí mismo para escapar al eventual espanto de su existencia, ya no tolera el engaño ajeno, y menos el de políticos y clerigalla corruptos que mienten al decir solemnemente que están ahí para mirar por su interés...

Lo que nos permite constatar el "Elogio de la locura" es que la corrupción de la Curia no es de hoy: nació corrupta y nunca ha dejado de ser corrupta. Lo que ha sucedido es que a lo largo de los siglos sólo podía saberse algo (y eso entre las castas superiores) por testimonios particulares y aislados que nunca llegaban lejos y apenas salían de los círculos juramentados. Callar, ocultar y disimular quienes estaban y están al tanto de lo que sucedía y sucede intramuros, forma parte de la pompa de sus miembros, incluidos los papas. Sucede allí lo que en todos los círculos de poder, religioso o civil, constituido o fáctico. Pero es que ni un ápice han cambiado las cosas desde los tiempos de Erasmo, por más que la desinformación hoy imposible haya solapado la miseria moral, la estulticia eramista y la depravación vaticanas. Una cosa es que no trascendiera la corrupción, y otra que no existiese. El poder en sí mismo, es corrupto: por acción o por omisión. Y el poder encapsulado en el Vaticano, humano, no es excepción. La honestidad es cosa de miembros aislados a los que el poder mantiene de distintas maneras alejados del foco infeccioso...

Y si digo esto con rotundidad es porque no creo que sea necesario disponer de fuentes más o menos fiables, o tener una dilatada experiencia vital. Basta una natural intuición y un somero conocimiento histórico y antropológico de los grupos humanos que detentan el poder. La mayor parte de la ciudadanía despierta, lo sabe. Nadie de quienes pasan o se hacen pasar por íntegros formando parte del poder, se libra del estigma de la corrupción. Repito, por acción o por omisión. El engaño y el disimulo son los soportes. En todo caso ¿cuánto, de los que estáis leyendo esto y os consideráis íntegros, creéis que podríais durar en los entresijos del poder, de la clase que sea, sin constituiros en azote de la corrupción con fracaso seguro, sin ser destruidos, sin mirar a otra parte -la otra manera ruin de ser corrupto-, o sin huir del poder: lo que ha hecho Ratzinger?

Hay una rendija por donde puede entrar alguna brisa que barra la corrupción. El fenómeno inédito que ha irrumpido en el mundo, modificando profundamente los parámetros del engaño y las posibilidades de desmontarlo: la Internet y las redes sociales que han dado un vuelco al marco y sentido de la sociedad tradicional. El entibado que sostiene el poder empieza a tambalearse, y debido a ello se siente cada vez más inseguro. Y si persiste aquella disposición de siempre del individuo para engañarse a sí mismo, a partir de un cierto nivel de inteligencia ha desaparecido en él la tolerancia a dejarse engañar. Y como todos hemos elevado considerablemente ese nivel informativo e intelectivo individual y colectivamente, quienes desde el poder civil o religioso antes practicaban el ocultismo cerrando los canales de la información para hurtar la verdad a su antojo, hoy día están comprobando que eso ya no les es posible. No obstante, abrasados de codicia o de voluntad de poder, los dirigentes vaticanistas, los dirigentes de las naciones por separado y los prestidigitadores de las finanzas y de la economía mundial siguen apoyándose en la estulticia eramista del ser humano. Por eso aún no se percatan de la enorme fuerza que las masas, sin necesidad de emplear la violencia material, empiezan a cobrar gracias a las modernas tecnologías. Esa fuerza, frente al poder civil, se traduce en la práctica en la protesta sin pausa, en forma de gota malaya, y frente al poder religioso, en la deserción progresiva y masiva de los fieles.

Da la sensación de que empieza un mundo invertido; un mundo en el que los que carecían de verdadero talento se han infiltrado en la política para acaparar “la razón” sin posibilidad, hasta ayer, de respuesta. Pero hoy las redes sociales les van empequeñeciendo cada día, descubriendo poco a poco el hueso sin carne de su estupidez. Cada vez se hace más visible que su "razón" sólo dependía del boato y de la brutalidad de gendarmes y guardaespaldas. Pero la "razón", ya, es patrimonio de todos y está principalmente del lado de la ciudadanía...

Por todo ello ¿cómo es posible que en estos tiempos no se percaten ni el Vaticano entero ni el papa saliente, de que el lujo y la ostentación de que vienen haciendo gala durante los mil quinientos años que tiene el catolicismo es un insulto a la humanidad doliente, a la humanidad sensible y a la humanidad juiciosa que ya nadie soporta? ¿Cómo pueden extrañarse de que retroceda de manera escandalosa el catolicismo? Y retrocederá más. Retrocederán su pensamiento, los feligreses y las vocaciones. Hasta tal punto que harán absurda o ridícula la institución. Pues, ¿no es ya una certeza cegadora que para creer en Dios, para dialogar con Él y reconfortarse de Él, sobran los intermediarios, el aparato de la Curia y el papado? Tras su ancestral tendencia persecutoria de infieles y tras sus intrigas y maquinaciones seculares dentro de los muros del Vaticano, llegan noticias de corrupción generalizada de varios cardenales y especialmente de los papables italianos... El Vati-sex y la pederastia de sus clérigos son leit motiv de conductas que ya no pueden olvidarse. No es que de repente se sepa que la Curia está corrupta, como ha comprobado el Ratzinger intelectual, es que la Curia siempre lo ha sido.

Concluyamos que efectivamente la estulticia nos permite vivir sin desesperar. Más y mejor que la fe en un ser hipotético supremo. Porque este milenio es el milenio de la “Verdad”. Y aunque seguirán intentando engañarnos, cada día es mayor el desprecio tanto hacia los que detentan el poder político y económico, como hacia el religioso de la Curia vaticana. Está a punto de sentarse en su trono "Petrus Romanus", el último papa. Y con él llega el final de los tiempos, según uno de sus santos: San Malaquías. Amén.
Jaime Richard es antropólogo y jurista.
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