domingo, 17 de febrero de 2013

STEVEN LEVITSKY: Por una oposición política fuerte.

&&&&&
Dr. Levistky, un buen comentario sobre la  Oposición Política. Sin embargo, su análisis o visión política se centra básicamente en dos escenarios; Líderes Políticos - mejor caudillos - y el ámbito político del Congreso y otros espacios y contextos sociales. Por ello consideramos que aún falta mayor y más amplio análisis e interpretación sobre la Oposición Política – por ejm en América Latina. -. En primer lugar, somos partidarios en el ámbito de la construcción de un sistema de partidos políticos. Esta realidad controversial y compleja origina que los partidos políticos como instituciones representativas participen políticamente en el proceso electoral, desarrollen vida política permanente, trabajen en lo fundamental en contexto de unir, cohesionar lo político y lo social, con la finalidad de generar confianza social e institucional, es necesario y obligatorio recuperar el Espacio Público – que el neoliberalismo nos expropió en los inicios de los 90’ con la imposición violenta de las políticas globales del Consenso de Washington - con la finalidad de trabajar política y democráticamente desde la oposición, con un buen Programa de Gobierno – forjar plataformas de lucha coyunturales que le permiten enriquecer el Programa -. Trabajar desde esta perspectiva en el proceso político de la alternancia con la finalidad de combatir desde dentro de la política el consumado proceso reeleccionista y la corrupción. Debe trabajarse políticamente desde las organizaciones de base con la finalidad de contrarrestar la política partidaria de clase que implementan a diario los poderosos medios de comunicación – este es el escenario hoy, donde arranca, aún no visibilizada por todos la lucha de clases -. Debe forjarse como práctica política permanente, la Rendición de Cuentas, UNA de las herramientas  democráticas para luchar contra la corrupción, el mercenarismo y la falsificación de documentos. Todos debemos trabajar en el escenario  complejo, múltiple y polarizado por la transparencia pública y contra la cultura del secreto. Abrir más los canales democráticos de la participación ciudadana.

Es importante, en segundo lugar, en la presente coyuntura construir Ciudadanía – nueva mirada sobre la Ciudadanía Diferenciada, la Ciudadanía intercultural - trabajar políticamente para romper el “velo negro” de la falsa representación política – existe aquí una profunda crisis de representación social, política, cultural, étnico, local-regional, de género -. Debemos trabajar en el ámbito minado de  la crisis final de los partidos políticos, la política y los políticos, por recuperar a partir de un proceso múltiple sobre la confianza personal, social e institucional, la credibilidad y en lo central en el contexto de los principios de la legitimidad política  constitucional – de entrada – legitimidad de evaluación y/o monitoreo del proceso de representación y legitimidad de salida. Es obligación nuestra trabajar por forjar conciencia de clase y responsabilidad política – hace muchos años que no se realiza trabajo político, reconstruir las Escuelas Sindicales y la Auto-Educación Popular -. En síntesis son algunos de los caminos democráticos, para luchar contra el Hiper-Presidencialismo, el Caudillaje,  los "nuevos" "Patrones" y/o propietarios de las "instituciones" políticas, transformadas en "tiendas" o centros comerciales pro-elecciones, donde se vende o remata el puesto en la lista electoral al mejor precio. Investigar más sobre la Democracia de Alta Intensidad y la Democracia de baja intensidad como la nuestra con la finalidad de forjar una permanente oposición política en democracia.
/////



Dr. Steven Levistky. Politólogo y Profesor de la Universidad de Harvard.
***

STEVEN LEVISTKI: Por  una oposición política fuerte.
****
La República, Domingo 17 de febrero del 2013.

Dr. Steven Levistky. Politólogo. Docente Universidad de Harvard.

No hay democracia sin oposición. Y no hay democracia fuerte sin una sólida oposición partidaria. La debilidad de la oposición partidaria trae varios problemas.  Primero, los gobiernos cometen más –y más serios– errores. Donde existe una oposición sólida, sobre todo en el Congreso, las políticas del gobierno se debaten más. El gobierno tiene que explicar sus propuestas al público y defenderlas (en el Congreso, en los medios) ante las críticas. Algunos proyectos no prosperan. Otros se modifican sustancialmente. Para el presidente, el proceso de debate público y negociación es un dolor de cabeza. Pero ayuda a evitar la toma de decisiones muy erradas. Cuando un presidente puede tomar decisiones importantes sin consultar más allá de su círculo íntimo, el riesgo de error es alto. Un ejemplo es la decisión de Alan García de estatizar la banca en 1987.  En Argentina, el gobierno kirchnerista –que enfrenta una oposición muy debilitada– toma decisiones de gran importancia con un mínimo de consulta o debate público. Y los errores son cada vez más evidentes.


Una segunda consecuencia de una oposición débil es la corrupción. Donde existe una oposición fuerte, el Congreso y el P.J. vigilan más al Ejecutivo, haciendo más difícil (aunque no imposible) grandes actos de corrupción. La politóloga Anna Grzymal-Busse muestra que en Europa Oriental hay menos corrupción y clientelismo en las democracias con oposiciones débiles. Hay una relación parecida en América Latina. En Brasil los partidos políticos se fortalecieron mucho en los años 1990 y 2000. Y el nivel de corrupción ha bajado, según el índice de Transparencia Internacional (1=más corrupto, 10= menos corrupto). Brasil mejoró de 2.7 en 1995 a 4,3 en 2012. En Argentina, donde el colapso de la Unión Cívica Radical dejó una oposición muy debilitada en los años del 2000, el nivel de corrupción empeoró de 5,4 en 1995 a 3,5 en el 2012.

Los peores casos de corrupción ocurren donde las fuerzas opositoras están aplastadas y el gobierno no tiene que rendir cuentas a nadie. Un buen ejemplo es el gobierno de Fujimori, quién según Transparencia Internacional, ha sido el séptimo líder más corrupto en el mundo de posguerra, superado sólo por Suharto, Marcos, Mobuto, Sanim Abacha, Milosevic y Duvalier.


Tercero una oposición débil facilita el autoritarismo. En todos los últimos casos de colapso democrático y surgimiento de autoritarismo competitivo en América Latina (Perú bajo Fujimori, Venezuela bajo Chávez, Ecuador bajo Correa, Nicaragua bajo Ortega), el Presidente ha enfrentado una oposición débil o colapsada. Donde los partidos son fuertes, como en Brasil, Chile, El Salvador, México y Uruguay, un auto-golpe o la “refundación de la República”, a través de una reforma unilateral de la Constitución es casi impensable. Y los que lo intentan (como Zelaya en Honduras) fracasan.

Sin una oposición partidaria organizada y activa, entonces, hay más peligro de crisis, corrupción y hasta colapso democrático. Pocas democracias en el mundo han funcionado bien sin oposición fuerte. Desde esta perspectiva, la situación en el Perú preocupa. La oposición partidaria en el Perú es débil. Su debilidad se ve claramente en el Congreso. Ni Alan García ni Ollanta Humala han tenido una mayoría legislativa. Pero mientras en otras democracias el gobierno dividido constriñe al Presidente, forzándolo a construir coaliciones multipartidarias (como en Brasil y Chile) o negociar acuerdos con la oposición cada vez que busca aprobar legislación (como en Estados Unidos) los Presidentes minoritarios en el Perú no encuentran mayores obstáculos en el Congreso. Ni García ni Humala han tenido que negociar seriamente con ( o rendir cuentas al) Congreso. El Legislativo vigila y constriñe poco.

¿Dónde está la oposición?. Partidos como el APRA y Perú Posible parecen activarse sólo cuando su líder es candidato. Fuera de las épocas electorales funcionan más como escudos personales que como partidos de oposición. El fujimorismo es la fuerza opositora más grande, pero hace menos oposición de lo que muchos esperaban. Su objetivo principal sigue siendo la liberación de Alberto Fujimori lo cual depende del gobierno. Se suele atribuir la cooperación del fujimorismo con el oficialismo a pactos oscuros, pero en realidad un partido cuyo objetivo principal es excarcelar a su líder es fácil cooptar. Como me dijo un fujimorista, “somos rehenes políticos”).

La debilidad de la oposición peruana es producto del colapso de los partidos. Las elecciones peruanas son dominadas por candidatos personalistas. De los cinco candidatos importantes en el 2011, uno (PPK) no tenía partido y los demás (Humala, Fujimori, Toledo, Castañeda) encabezaron partidos personalistas que en realidad, eran poco más que listas de amigos, tránsfugas e independientes que compraron su lugar en la lista.

Los partidos personalistas sirven poco para la construcción una oposición fuerte. Sus líderes, los ex candidatos presidenciales, suelen desaparecer – sobre todo del escenario legislativo – después de la elección. Como depende del líder ausente, el partido personalista se paraliza. Si el líder deja la política o deja de ser viable como futuro candidato, sus congresistas se convierten en huérfanos. Para no quedarse en un partido sin futuro, los huérfanos se convierten en agentes libres, negociando con quien hace la mejor oferta. Como el gobierno tienen más recursos, la mayoría de los huérfanos termina jugando con el oficialismo.

Sin una oposición partidaria que vigila al gobierno, el riesgo de errores, corrupción y abuso del poder sigue siendo alto. En la época post- Fujimori, los peruanos han utilizado un mecanismo informal para constreñir a los Presidentes: baja popularidad. Un Presidente con  aprobación de 25 o 30% suele ser menos peligroso que un Presidente con aprobación de 70%. Pero el escepticismo público no es suficiente. Si la aprobación del Presidente sigue subiendo, ¿quién lo va a vigilar?.
/////

No hay comentarios: