miércoles, 23 de mayo de 2012

GRECIA. TSIPRAS:”No se negocia con el infierno”. Lo dijo en París Alexis Tsipras, el Líder de la Izquierda griega.

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Para este político de 37 años, que surgió al primer plano en plena hecatombe, lo que está ocurriendo en Grecia no es una crisis pasajera acompañada por un enésimo plan de economías sino un test llamado a ampliarse: “No se trata de un simple programa de austeridad sino de una experimentación neoliberal de choque que conduce a Grecia a una crisis humanitaria y que, luego, debe ser exportada a toda Europa”. El diagnóstico que Tsipras formuló en París es claro y combativo: “Estamos viviendo una guerra entre las fuerzas del trabajo y las fuerzas invisibles de la finanza y los bancos”, dijo Tsipras junto a Mélenchon, quien completó el mensaje diciendo que “la cadena de resignación y de servidumbre que unía a los pueblos europeos se está rompiendo”. El panorama electoral del partido Syriza tiene contornos favorables para cambiar las reglas de juego impuestas por el mundo financiero. Ese “enemigo”, dijo Tsipras, puede “caer” gracias a las elecciones legislativas del 17 de junio. Según él, la consulta electoral no será “un seudodilema entre el euro y el dracma –la antigua moneda griega– sino una elección entre el memorando de austeridad y la esperanza”.
Es evidente que hay un grueso mar de fondo político desencadenado por las dañinas reformas estructurales neoliberales impulsadas por el gobierno de la Unión Europea. La lógica económica imperante golpea duramente a las sociedades que, a su vez, responden destituyendo o castigando con el voto a los gobiernos que las imponen. Se forma así un verdaderamente deletéreo círculo vicioso, que no respeta banderías ni identidades: la economía arrasa a la política y ésta, por su parte, ha sido hasta ahora incapaz de cambiar el signo de sus intervenciones en materia económica. El flamante presidente de Francia ha alzado la voz para demandar un cambio de rumbo que conlleve un retorno al crecimiento. Y en la reciente reunión del G-8 se ha hablado de mantener los ajustes y la disciplina fiscal, pero también de la conveniencia de recuperar algún dinamismo y cuidar el empleo. Quizá algo está empezando a cambiar. Hoy por hoy, sin embargo, el tándem economía-política parecería conducir sólo al abismo. ¿Tenemos a la vista, en Grecia y España, anticipos de cercanos naufragios en la Eurozona? No es fácil dilucidarlo.
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Tanto Tsipras (der.) como Mélenchon (izq.) fustigaron a Europa por su conducta hacia Grecia.
GRECIA. TSIPRAS:”No se negocia con el infierno”.
Lo dijo en París Alexis Tsipras, el Líder de la Izquierda griega.
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Tsipras llegó a Francia en posición de fuerza. Grecia vuelve a celebrar elecciones legislativas el próximo 17 de junio y los sondeos predicen la victoria de su partido, Syriza. Aboga por que se unan las izquierdas europeas.

Por Eduardo Febbro
Desde París. Página /12 miércoles 23 de mayo del 2012.
El dirigente que puso en jaque el programa de ajustes y austeridad que el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea impusieron a Grecia envió desde París un mensaje muy claro: Alexis Tsipras, el líder de la izquierda radical griega, Syriza, dijo en la capital francesa que era urgente “refundar Europa y derrotar al poder financiero. Ese poder es el gran enemigo de los pueblos, no gobierna, pero decide sobre todas las cosas”. Alexis Tsipras vino a París a entrevistarse con Jean-Luc Mélenchon, el líder del Frente de izquierda francés, candidato en las pasadas elecciones presidenciales de abril y mayo y, hoy, adversario directo de la jefa de la extrema derecha, Marine Le Pen, en las elecciones legislativas el 10 y el 17 de junio. Tsipras llegó a Francia en posición de fuerza. Grecia vuelve a celebrar elecciones legislativas el próximo 17 de junio y los sondeos predicen la victoria de su partido, lo que haría de él el próximo primer ministro. Dirigiéndose directamente a la canciller alemana Angela Merkel, el hombre que hace temblar Europa fustigó con pasión y virulencia la poción amarga austeridad-ajuste promovida por Berlín, al tiempo que descalificó a quienes no le dejan a Atenas más alternativa que la de negociar la austeridad o morir: “No se negocia con el infierno”, dijo el responsable de Syriza. En cuanto a Merkel, Alexis Tsipras acusó a la canciller alemana de “estar llevando a Europa a una suerte de suicidio colectivo”.
Para este político de 37 años, que surgió al primer plano en plena hecatombe, lo que está ocurriendo en Grecia no es una crisis pasajera acompañada por un enésimo plan de economías sino un test llamado a ampliarse: “No se trata de un simple programa de austeridad sino de una experimentación neoliberal de choque que conduce a Grecia a una crisis humanitaria y que, luego, debe ser exportada a toda Europa”. El diagnóstico que Tsipras formuló en París es claro y combativo: “Estamos viviendo una guerra entre las fuerzas del trabajo y las fuerzas invisibles de la finanza y los bancos”, dijo Tsipras junto a Mélenchon, quien completó el mensaje diciendo que “la cadena de resignación y de servidumbre que unía a los pueblos europeos se está rompiendo”. El panorama electoral del partido Syriza tiene contornos favorables para cambiar las reglas de juego impuestas por el mundo financiero. Ese “enemigo”, dijo Tsipras, puede “caer” gracias a las elecciones legislativas del 17 de junio. Según él, la consulta electoral no será “un seudodilema entre el euro y el dracma –la antigua moneda griega– sino una elección entre el memorando de austeridad y la esperanza”.
Lejos de ser un enemigo del euro, Tsipras se presentó en París como un “partidario” de la moneda única pero, al mismo tiempo, como un adversario del “chantaje que practican los partidarios de la austeridad”. Los argumentos de Syriza han ganado muchos votantes en Grecia. Los últimos sondeos de opinión le otorgan al partido de izquierda un 28 por ciento de los votos, justo delante de la derecha de Nueva Democracia, 24 por ciento. La progresión de Syriza ha sido espectacular. Desde las elecciones legislativas celebradas el pasado 6 de mayo, donde Syriza surgió como la segunda fuerza política del país, el partido ganó 16 puntos en intención de voto. En comparación, durante las elecciones de 2009 Syriza había obtenido sólo 4 por ciento. Alexis Tsipras dejó bien claro en París que, en caso de ganar las elecciones de junio, no aceptará ninguna negociación sobre el paquete de austeridad que la UE y el Fondo Monetario Internacional impusieron a Grecia a cambio de los 130.000 millones del rescate financiero. En este sentido, Tsipras defendió los argumentos del presidente francés, el socialista François Hollande, a favor del crecimiento como estrategia para salir de la crisis: “Si seguimos como ahora, en seis meses hará falta aprobar un tercer plan de ayuda y una segunda reestructuración de la deuda. Los gobiernos europeos deben dejar de pedir a los contribuyentes que sigan poniendo su dinero en un pozo sin fondo. Sin crecimiento, jamás podremos pagar el dinero que nos den”. Los cerca de doscientos periodistas acreditados en la Asamblea Nacional nunca habían escuchado un requisitorio tan quirúrgico contra el sistema financiero pronunciado dentro del sacrosanto recinto parlamentario. Tsipras definió el plan de austeridad aplicado a Grecia como “un desastre humanitario”, como un “acto de barbarie ineficaz”. Tanto Tsipras como Mélenchon fustigaron a Europa por su conducta hacia Grecia y su culpabilización colectiva de Atenas en lo que atañe a la crisis. Ambos pidieron una “solución común a un problema común” porque, si no, la tragedia griega alcanzará inevitablemente otros países. “Amenazar a Grecia es amenazarnos a nosotros mismos”, dijo Mélenchon y, de paso, recordó que el 60 por ciento de la deuda griega está en cajas públicas.
Mélenchon está convencido de que las revoluciones ciudadanas que se vieron en el sur de América latina pronto se plasmarán en el Viejo Continente. Grecia es, en este caso, un ejemplo del “efecto espejo”. Apoyados por la brisa de un cambio, Tsipras y Mélenchon abogaron por una asociación completa de la izquierda europea destinada a una “refundación de Europa basada en la cohesión social y la solidaridad”. El lenguaje juvenil y combativo de Alexis Tsipras no incluye el angelismo. El líder de Syriza sabe que, incluso con la victoria política de las urnas, la ruta será ardua: “Formar un gobierno no es tener el poder. Si llegamos a ser mayoritarios en las urnas tendremos contra nosotros los bancos, los medios y una parte del Estado”, dijo Tsipras. El político griego se comprometió en París a tomar una serie de medidas inmediatas en caso de ganar las elecciones de junio: “Un gobierno de izquierda –explicó– pondrá fin inmediatamente a las medidas más insostenibles: el descenso de los salarios y de las jubilaciones”. Tsipras reconoció que para sacar a Grecia del marasmo sería preciso hacer “sacrificios” pero, también, aclaró que “al igual que todos los pueblos de Europa, los griegos quieren tener el sentimiento de que sus sacrificios son útiles y que los más pobres no son los únicos que pagan la cuenta”.
Los países PIIGS de la euro-zona, las políticas anti-crisis los están destruyendo. Crisis, recesión, depresión o al final default. Viven un infierno bajo la responsabilidad del fracaso de la Troika Europea.

Eurozona: ¿Cercanas imágenes de naufragio?.
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Ernesto López.
Página /12 miércoles 23 de mayo del 2012.
Grecia se tambalea hundida en el marasmo de la recesión, la turbulencia económico-financiera, la magnitud de su impagable deuda soberana y su sostenida crisis política. España se halla en un tembladeral, acosada por una también significativa deuda soberana, una economía recesiva y una problemática financiera y monetaria incierta. Holanda ha perdido su salud económico-financiera en tanto que problemas de calendario la han llevado a postergar hasta septiembre de este año unas elecciones que necesita como maná para tratar de reencauzar las cosas. Postales de una Eurozona (EZ) plagada de dificultades, estos tres casos sólo reflejan de manera amplificada las complicaciones y peligros que aquejan al conjunto. Fuertemente afectada por el crash de 2008/2009, no ha terminado aún de levantar cabeza y ya está a punto, considerando los desempeños de los países que la componen, de caer nuevamente en recesión: su crecimiento en el primer trimestre de 2012 fue cero y se proyecta como negativo para lo que resta del año. La Unión Europea no ligada al euro atraviesa una situación parecida y, por lo tanto, poco o nada puede aportar de favorable a aquélla. Con el Reino Unido también sumido en recesión, la totalidad de los diez países que integran este subconjunto va asimismo a los tumbos. Su crecimiento ha sido virtualmente nulo en el último trimestre de 2011 y el primero del año en curso ha cerrado levemente arriba de cero. Frente a este panorama –que incluye también problemas de deuda, bancarios, fiscales y obviamente monetarios– han comenzado a aparecer voces de alerta especialmente referidos a la EZ. Paul Krugman acaba de pintar un sombrío panorama sobre Grecia, España y, en menor medida, Italia, que podría conducir al fin del euro. Y el más que interesante blog de Roubini y colaboradores –Economonitor–, por su parte, abunda en artículos dirigidos a prevenir el peligro en ciernes: Europe’s depressing prospects: two reasons why Spain will leave the euro; Greece must exit; Get ready for the Spanish bailout (“las perspectivas deprimentes de Europa: dos razones por las cuales España abandonará el euro; Grecia debe persistir; prepárense para el rescate español”), entre otros. Todo esto está bien, pues remite a insoslayables problemas en curso. Pero es conveniente también abordar la menos examinada problemática política que está asociada a ellos. Veámoslo rápidamente.
De los 17 países de la EZ, los oficialismos que los venían gobernando sólo tuvieron continuidad en cinco casos: Austria (en 2008 fue su última elección), Alemania, Luxemburgo y Malta (con elecciones en 2009) y Estonia (con elecciones en 2011). Once países sufrieron alguna forma de discontinuidad: los partidos de gobierno fueron destituidos (aquí, tres casos nítidos: Grecia, Italia y Holanda) y en los otros operó el voto castigo. En 2010, en Bélgica, los democristianos de Flandes fueron derrotados y recién luego de una larga impasse los socialistas valones, en alianza con otros partidos, pudieron formar gobierno. En 2011, en Chipre, los renovados comunistas ganaron la presidencia contra un hasta entonces oficialista partido de centro. En Eslovaquia, en 2012, la socialdemocracia desalojó a una oficialista alianza de derecha. En España, en 2011, inversamente el Partido Popular hizo lo mismo con el PSOE. En Finlandia, en elecciones parlamentarias en 2011 y presidenciales en 2012 los conservadores sustituyeron a los socialdemócratas. Recientemente en Francia, al revés, el socialista Hollande derrotó al conservador Sarkozy. En Irlanda, en 2011, los conservadores del Fine Gael desalojaron a los liberales del Fianna Fail. Y en Portugal, también en 2011, los centristas de Partido Socialdemócrata reemplazaron al Partido Socialista. Este subgrupo representa el 65 por ciento del total. Finalmente, en Eslovenia, en 2011, el oficialista partido conservador fue derrotado por un partido de izquierda, pero el primer ministro en ejercicio consiguió de todos modos formar gobierno.
Es evidente que hay un grueso mar de fondo político desencadenado por las dañinas reformas estructurales neoliberales impulsadas por el gobierno de la Unión Europea. La lógica económica imperante golpea duramente a las sociedades que, a su vez, responden destituyendo o castigando con el voto a los gobiernos que las imponen. Se forma así un verdaderamente deletéreo círculo vicioso, que no respeta banderías ni identidades: la economía arrasa a la política y ésta, por su parte, ha sido hasta ahora incapaz de cambiar el signo de sus intervenciones en materia económica. El flamante presidente de Francia ha alzado la voz para demandar un cambio de rumbo que conlleve un retorno al crecimiento. Y en la reciente reunión del G-8 se ha hablado de mantener los ajustes y la disciplina fiscal, pero también de la conveniencia de recuperar algún dinamismo y cuidar el empleo. Quizá algo está empezando a cambiar. Hoy por hoy, sin embargo, el tándem economía-política parecería conducir sólo al abismo.
¿Tenemos a la vista, en Grecia y España, anticipos de cercanos naufragios en la Eurozona? No es fácil dilucidarlo. La primera se encuentra muy comprometida y su salida del euro podría arrastrar a la segunda e incluso a Italia. Pero también es verdad que un debilitamiento o, peor aún, una debacle de la EZ implicaría un durísimo golpe para el más importante centro de poder del mundo de hoy y no sería improbable que sus principales dirigentes e instituciones se pusieran de acuerdo para tratar de evitarlo.
A las puertas ya de un tiempo de desenlaces no es ocioso recordar que: a) nada fue igual con posterioridad al gran crash de 1929/1930, único ejemplo contra el cual puede contrastarse la grave crisis que aqueja a las economías maduras desde hace algunos años; b) la frase atribuida a Einstein, que afirma que la locura consiste en creer que algo puede mudar si se hace siempre lo mismo es perfectamente aplicable a la situación actual. De ambas premisas se desprende que, como están las cosas, sin cambios significativos de orientación, más tarde o más temprano el fracaso está asegurado. Convendría tenerlo en cuenta.
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* Sociólogo. Embajador en Guatemala.

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