martes, 12 de julio de 2011

Asesinato de Facundo Cabral. Violencia en Guatemala: Que se calle el cantor.

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Si hay algo que caracteriza distintivamente al pueblo argentino es el sentido de ave libre, soñadora y creadora. Una tierra que ha abrazado al inmigrante por estar abierta al Atlántico como pocas en la región. El famoso lápiz patentado como BIC, es el Birome, como se le llama en Argentina por llevar el apellido de los autores del invento. Los hermanos BIRO, dos húngaros que emigraron a la Argentina y que desarrollaron el proyecto después de una invitación que les hiciera el entonces presidente argentino Agustín Pedro Justo para refugiarse en Argentina al ser perseguidos por los nazis.


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Asesinato de Facundo Cabral. Violencia en Guatemala: Que se calle el cantor.


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Lunes 11 de julio del 2011.


Juan Francisco Coloane (especial para ARGENPRESS.info)



Argentina es quizás la nación latinoamericana más fecunda en generar autores e intérpretes de música popular que abordan la crónica social con poesía y profundidad sin ser distantes o aburridos. En las composiciones se desprende por lo general un dejo de reflexión sobre la vida que oscila entre el encantamiento de estar vivos y la ironía aguda por esa condición del ser humano de provenir del mar y del aire y tener que estar tan anclado en la tierra. Las letras de tango y de muchas zambas y chacareras y en las baladas modernas está presente esa forma de interpretar la vida.



El cancionero de Facundo Cabral expresaba justamente eso y formaba parte de la cultura de una nación que ha producido encantamiento artístico a raudales. Su cantar pertenece a una ilustre y larga lista de próceres de la verdadera libertad.



El cable señalaba duramente que “De ocho a 10 disparos de fusiles de asalto recibió Cabral en cabeza y tórax”. Rigoberta Manchú la Premio Nobel declaraba que se trataba de un “crimen político, también dirigido a afectar las relaciones entre Nicaragua y Guatemala, un sabotaje a la democracia en Guatemala”.



Antes de la Trova Cubana, antes de la generación de autores e intérpretes de lo que se llamó tal vez equivocadamente “canción protesta”, ( un concepto importado de Norteamérica vía Disc Jockeys), estaban, Chango Rodríguez, Atahualpa Yupanqui, Cuchi Leguizamón, Horacio Guarany, Horacio Ferrer, Manuel Castilla, Armando Tejada Gómez, Eduardo Falú, Jaime Dávalos, Hamlet Lima Quintana, César Isella, José Larralde por citar los de fácil ubicación en el recuerdo.



Ellos representaban “la nueva canción popular”, como una forma de construir y reforzar una identidad artística local en medio de la globalización de entonces, y en ese grupo Facundo Cabral quizás haya sido el menos clasificable en el arquetipo del cantante llamado de protesta.



Si hay algo que caracteriza distintivamente al pueblo argentino es el sentido de ave libre, soñadora y creadora. Una tierra que ha abrazado al inmigrante por estar abierta al Atlántico como pocas en la región. El famoso lápiz patentado como BIC, es el Birome, como se le llama en Argentina por llevar el apellido de los autores del invento. Los hermanos BIRO, dos húngaros que emigraron a la Argentina y que desarrollaron el proyecto después de una invitación que les hiciera el entonces presidente argentino Agustín Pedro Justo para refugiarse en Argentina al ser perseguidos por los nazis.



Facundo Cabral era un fiel representante de ese ambiente y era un iconoclasta, hasta para las posiciones extremas del espectro político. Nunca quiso que lo encasillaran excepto en eso de ser libre. Tampoco reconocía ser anarquista. Su canción "No Soy De Aquí, Ni Soy De Allá" lo retrata, y lo catapulta a la fama en 1970. Era un integrado constructivista y por sobre todo un luchador de la justicia social y la paz. En reconocimiento a su trayectoria abogando por la paz la UNESCO lo nombró en 1996 “Mensajero Mundial de la Paz".



En Guatemala y América Central la violencia despiadada no descansa y habrá que preguntar una vez más el por qué. Esto obliga a indagar exhaustivamente como lo ha solicitado Rigoberta Manchú, el móvil de este crimen y sus ramificaciones. Por las informaciones, ya comienzan a detectarse obstáculos para conocer más los hechos.



Viene a la memoria la tragedia del 27 de julio de 2004, cuando uno de los guardias de la embajada chilena en San José de Costa Rica emprende una balacera asesinando a tres chilenos. Rocío Sariego secretaria cultural, el cónsul Cristián Yussef y el primer secretario Roberto Nieto, terminan fulminados después de un secuestro que demoró más de medio día. De inmediato se montó un cerco a la información y el suceso como hecho político y criminal comenzó a desdibujarse a partir de la decisión del gobierno costarricense de no continuar con la investigación. El gobierno chileno tampoco la exigió, y hasta hoy Jorge Sariego, el padre de Rocío, continúa solicitando a las autoridades del gobierno chileno que encause una reapertura de las investigaciones. La nota que escribí para un diario electrónico en el momento para denunciar el cerco a la información fue censurada.



Algo sucede en el submundo que se construye entre la autoridad pública y la delincuencia a secas, que se hace inasible al espectador común o al que se convierte en víctima.



Da mucha rabia que se calle al cantor de esta manera. No es creíble que el plan de los asesinos intelectuales haya sido matar al supuesto blanco (el Señor Fariña) en medio de personajes como Facundo Cabral entre otros que iban en el coche, que no están ligados a las cuentas pendientes en Guatemala o Centro América. Cuando se es un buen asesino y de reputación, y eso no es de novelas sino que se observa hasta en la más elemental de las criminalidades, se escoge el momento y el espacio para la mayor eficacia.



Lo que ha sucedido con Facundo Cabral es un indicador fiel del estado de situación de la violencia estructural que tiene no solo Guatemala, sino que la región adyacente, y que no es más que el deterioro de sociedades que han estado sometidas al terrorismo extranjero por una parte y al terrorismo interno de una elite que explota sin pausas.



Ya sabemos, y con esto no se trata de estigmatizar ni a una nación ni a un pueblo. Por esas tierras donde ha habido violencia extrema prolongada en la arena política – y donde se escapan pocos países en la región de América Latina- hay que andar con mucho cuidado porque hasta un cantante por la Paz como Facundo puede morir asesinado en la desesperación del que no trepida para cumplir un objetivo a toda costa. Es el espíritu de cómo viven las elites del poder en esta etapa de decadencia y descomposición de la matriz ética de la sociedad política, la que vemos operar sin restricciones. Si no se puede negociar, entonces hay que asesinar.



FC conocía la vida como pocos porque dejó de ser adolescente a muy temprana edad cuando arbitrariamente lo internaron en un reformatorio. En una ironía fatídica, lo asesinan el día de la Independencia de Argentina camino a Nicaragua para seguir catando por la paz.



“Si se calla el cantor calla la vida


porque la vida misma es todo un canto.


Si se calla el cantor muere de espanto


la esperanza, la luz y la alegría.



Si se calla el cantor se quedan solos


los humildes gorriones de los diarios.


Los obreros del puerto se persignan,


quien habrá de luchar por sus salarios.”


(De Horacio Guarany. “Si se calla el cantor”)


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