viernes, 1 de octubre de 2010

¿ Es Usted posmoderno?.“Pertenece a esa mítica “Generación X”, a la cual le robaron todo: ilusiones, democracia, universidad y hasta líderes”.

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Usted tiene ahora, más o menos, entre cuarenta y cincuenta años, un poco más también; y se encuentra boyando en medio de esta vorágine donde ahora “nada es para siempre”. Cuando era chico, en su casa compraban el periódico y lo leía todo el mundo, a la tarde lo pedía un vecino y a la noche, tal vez otro más. Al día siguiente todavía había cosas para leer. Hoy, su diario –si lo compra- dentro de dos horas es obsoleto. Esto le marca el vértigo en que estamos todos sumergidos.
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ARGENTINA.



¿ Es Usted posmoderno?.


“Pertenece a esa mítica “Generación X”, a la cual le robaron todo: ilusiones, democracia, universidad y hasta líderes”.


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Quizás el vértigo de la vida que lleva no ha tomado en cuenta hasta donde sus hábitos han cambiado y de qué manera usted, ya no es quien alguna vez fue.

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Por Matilde Sierra. Para El intransigente

Jueves, 30/09/2010.


Nació en los sesenta, pertenece a esa mítica “Generación X”, a la cual le robaron todo: ilusiones, democracia, universidad y hasta líderes. Tal vez porque a nivel mundial ya comenzaba la mezcla de todo en uno que años tarde conoceríamos como “Globalización”.

Usted proviene de una familia de clase media, padres trabajadores o quizás profesionales que lo educaron en el molde clásico del argentino medio de aquel entonces: primaria, secundaria, universidad; si no alcanzaba a llegar a ésta, le quedaba la opción de ingresar a un banco o ser tomado por alguna empresa en la que calculaba, terminaría sus días. Porque esos tiempos, todo “era para siempre”; el trabajo, el matrimonio, la casa, los amigos.

Los días patrios colocaba la Bandera y los domingos iba a misa con la familia, aunque más no fuera por ritual heredado o repetición cultural. Imposible pensar un domingo sin asado familiar. Incluso la muerte era un acontecimiento social que congregaba a la familia alrededor de una mesa.

Usted tiene ahora, más o menos, entre cuarenta y cincuenta años, un poco más también; y se encuentra boyando en medio de esta vorágine donde ahora “nada es para siempre”. Cuando era chico, en su casa compraban el periódico y lo leía todo el mundo, a la tarde lo pedía un vecino y a la noche, tal vez otro más. Al día siguiente todavía había cosas para leer. Hoy, su diario –si lo compra- dentro de dos horas es obsoleto. Esto le marca el vértigo en que estamos todos sumergidos.

Desde que el hombre se comunicaba pintando en las cavernas hasta la aparición de la imprenta pasaron siglos; ahora todo ha cambiado vertiginosamente en el lapso de vida de una generación; al cambio, unos veinte años. Hasta Julio Verne quedó superado.

La época posmoderna, bajo el signo de Acuario (dicen), como agua que va, lo lava todo, es decir, transparente muchas cosas. Por ejemplo: ¿cuántos secretos de familia yacen en las tumbas? Ahora el ADN y las redes sociales exhuman vidas que antes morían ocultas.

En otras palabras, los secretos tienen patas cortas; por ejemplo, cuántos casos conocemos en que la esposa/o descubrió que su consorte tenía doble vida a través de Facebook. O que tenían un hermano, o un hijo mediante Twitter.

Usted seguramente escribió cartas en papel avión ¡y hasta hizo un borrador primero! Luego, la ceremonia de concurrir al Correo para enviar el sobre. En la escuela le enseñaron a escribir una carta. Ahora el correo electrónico barrió con todo eso; nunca más la formalidad de la fecha, o el encabezamiento: “Distinguido Señor”; “Querido Papá”, etc.

¿Cuánto le costó enamorar a la que hoy es su mujer? ¿O su marido, por caso? Había que remarla, casi un Cyrano, en ocasiones. Ahora todo es más fácil, una relación comienza por chat, aleatoriamente, y de pronto ya están de novios cibernéticamente –si me permite el término-; con el amor de sus vidas… o con el loco de turno.

Curiosamente, han proliferado los sitios de encuentro virtual, y la característica más notable es que son consumidos por esa generación hoy cuarentona. Un indicador nada deseable.

Pero la Globalización tiene como signo la paradoja. Por ejemplo; así como Internet nos hace de amigos impensables distribuidos por todo el planeta a quienes incluso se cuentan cosas íntimas y jamás los hemos visto ni veremos, paradójicamente, nunca el hombre estuvo tan solo y cada vez más aislado. Tiene amigos por el mundo, pero no conoce al vecino de enfrente, o se los ve en la calle o en los colectivos ensimismados en su música. Hoy, Usted está trabajando en su escritorio y recibe un mensaje de texto de su hija que le informa que la cena está servida… a diez metros de donde se encuentra.

Un último ejemplo. En su adolescencia concurría a la biblioteca a investigar para ese trabajo del colegio; hoy no hace falta, es más, su biblioteca es sólo un montón de libros adornando un lugar, porque por Internet puede leer hasta ese libro que nunca pudo comprar.

Y así, toda la vida ha sufrido un cambio radical. Usted ya ni siquiera es Fulano de Tal, sino un código de barras, un número del sistema que actúa como un Gran Hermano y lo sabe TODO de Usted: cuánto gana, qué compra, qué quiere, con quién está casado y hasta si tiene un amante y cuánto consume con ella/el. El único que ignora este último dato es su pareja, claro. La vida ha cambiado incluso hasta en la muerte. Usted ya no muere, es biodegradable, lo mismo que un detergente. ¡Ah, la posmodernidad!.

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