lunes, 18 de octubre de 2010

El Fin del Trabajo. Jeremy Rifkin. El Fin del Trabajo y el Tercer Sector.

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Plantea la forma brusca que el software reemplaza a varios obreros de cuello azul en una fábrica y como los obreros de cuello rosa (mujeres) continúan ocupando puestos de trabajo que por siglos fueron exclusiva tarea de los hombres y de una manera clara explica de cómo los trabajadores de silicio (ordenadores) y personal altamente capacitado) se van a ir transformando en una élite del conocimiento donde el capital seguirá siendo importante para la organización social pero los que configuran esa organización social serán los jóvenes del conocimiento.
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¿ Debemos poner nuestra máxima atención, en el análisis y visualización dialéctica de este trabajo, que en el fondo comparte el mismo ámbito Académico, que anteriormente lo hicieron .El fin de la Historia y el último Hombre, El fin de las Ideologías, el fin de los territorios, el fin de los paradigmas, pero al final en el escenario mundial de las tres Crisis hoy vigentes expresamos: Si asistimos, pero: Al Final del Neoliberalismo y el cambio del Paradigma Civilizatorio ??. /////


El Fin del Trabajo. Jeremy Rifkin. El Fin del Trabajo y el Tercer Sector.

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Domingo 17 de octubre del 2010.

Kaosenlared. Fin del Trabajo.

El tercer sector.


Todo fin de siglo, por ese solo hecho, ha traído ciertas inquietudes, producto de una sensación de inseguridad respecto al futuro. El pasaje hacia el Siglo XXI nos plantea una nueva inquietud: “El fin del Trabajo”, como define Jeremy Rifkin en su libro al reemplazo del trabajo realizado por el hombre, por máquinas.

Si bien este proceso no es nuevo ya que a partir de fines del Siglo XVIII, la Revolución Industrial, bajo situaciones parecidas, nunca antes como en estos tiempos, la tecnología ha ocupado un papel tan destacado en cuanto a la posibilidad cierta de eliminar o reinventar tareas y ocupaciones.

Nunca antes en la historia se eliminan más tareas que las que se inventan, nunca antes este fenómeno afecto a la misma generación.

Ahora bien, ¿Cuál es el efecto que puede producir todo esto en el desarrollo de la humanidad y sus organizaciones económicas y sociales?

Hasta hoy el sistema capitalista cimentó sus bases en el concepto de productividad, o sea, la utilización eficiente de los recursos con el fin de obtener bienes y servicios en cantidades superiores a la que se consumen para producirlos.

Con el avance tecnológico, esa productividad se ha multiplicado en forma espectacular, desplazándose las fronteras de producción hasta límites que todavía no hemos encontrado.

Ha su vez, la otra cara de la moneda que completa el funcionamiento de un sistema económico, el consumo, también se ha incrementado no solo en el aspecto cuantitativo, sino, en una constante innovación hacia los bienes y servicios, lo cual hace realidad la posibilidad de estar cada vez mas cerca de elegir una casi infinita cantidad de bienes y servicios.

Este cambio se ha producido en tan poco tiempo, afecto fuertemente a una misma generación. Si consideramos a una generación como “el periodo de tiempo o lapso que separa a padres e hijos” en los últimos 25 o 30 años; una persona que se formó o capacitó para un modo de trabajo determinado se encuentra con que su formación no alcanza o no encaja en los nuevos parámetros productivos, signo de la Revolución Tecnológica.

Comienzan a surgir expresiones tales como reciclaje, reconversión, recalificación o reingeniería, que describen la necesidad de volver a ingresar a un ciclo, a una calificación o convertirse en otra cosa desde el punto de vista laboral.

El sistema educativo, tanto reglado como no reglado, no se actualizó lo suficientemente rápido para acompañar el cambio tecnológico. Ese cambio requiere de otras y nuevas habilidades, que estén a la altura de los cambios del mundo productivo.

Si bien es cierto que la adquisición de nuevas capacidades no logrará la solución integral del problema del próximo siglo: La falta de trabajo tal y como se conoció en el Siglo XX, en el futuro deberá definirse claramente en que consistirán las nuevas forma de trabajo y como serán las nuevas organizaciones socioeconómicas.

Es evidente que en este nuevo contexto la capacidad laboral sigue siendo una condición necesaria, no suficiente, para probablemente encarar este próximo siglo en las mejores condiciones respecto a las oportunidades que se presentaran.

Muchos expertos en el tema consideran que la reducción de la jornada laboral será una de las consecuencias lógicas de este proceso de avance tecnológico, ya que en otros momentos de la Historia también se implanto acompañando a la Revolución Industrial.

Otra consecuencia sería la revalorización de un “Tercer Sector”: El constituido, por ejemplo, por el voluntariado y asociaciones sin fines de lucro. Este sector se diferencia del ligado al mercado (regido por las reglas de la productividad) y del sector público (ineficiente a la hora de asignar recursos escasos).

En muchos países el “Tercer Sector” esta en constante crecimiento en cuanto a sus posibilidades de ocupación laboral.

Cualquiera de las soluciones planteadas deberá tener en cuenta como principal problema a resolver, quién será y a través de que medio, el o los sectores que financien estos cambios.

En este sentido, existen razones para pensar que las actividades que tuvieron los mayores beneficios derivados de la “Revolución Tecnológica”, podrían ser los que más contribuyan a este objetivo.
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Trabajo vs. Siglo XXI


Hoy, frente al problemático tema de la desocupación nos remitimos a culpar al gobierno de turno, o al anterior, o a los extranjeros que trabajan por muy poco dinero y sin ningún tipo de cobertura y a la globalización. Sin interpretar, quizás, el nuevo orden mundial que está siendo diseñado y que está pasando frente a nuestras narices y no somos capaces de detenernos a observar qué está ocurriendo, dado la cantidad de tareas que tenemos que atender, hijos, hogar, trabajo, el auto, la moto y otras actividades sociales.


Toda cambio conlleva a una reacción que genera anticuerpos, un cierto rechazo porque desconocemos lo que puede pasar. El hombre por naturaleza le teme a lo que desconoce.

Nos toca vivir en una sociedad donde la tecnología punta es cosa de todos los días y que van reemplazando al hombre.

El libro “Fin del trabajo” de Jeremy Rifkin, este licenciado en Economía, en Relaciones Internacionales, Consultor de grandes empresas transnacionales, titular de cátedras en más de 300 Universidades del mundo y responsable de la configuración de la política pública de la América de Clinton, da un excelente panorama, que abunda en detalles y ejemplos, del nuevo conflicto social “tecnologías contra puestos de trabajo”: el nacimiento de una nueva era.

Plantea la forma brusca que el software reemplaza a varios obreros de cuello azul en una fábrica y como los obreros de cuello rosa (mujeres) continúan ocupando puestos de trabajo que por siglos fueron exclusiva tarea de los hombres y de una manera clara explica de cómo los trabajadores de silicio (ordenadores) y personal altamente capacitado) se van a ir transformando en una élite del conocimiento donde el capital seguirá siendo importante para la organización social pero los que configuran esa organización social serán los jóvenes del conocimiento.

Mientras que la Revolución Industrial estaba fundamentalmente preocupada por el aumento de la producción, la importancia de la revolución de la información está orientada a ampliar el tiempo libre, dándonos la posibilidad de determinar nuestro propio futuro.

Las empresas están preocupadas por ser 100 % competitivas en su producción y respuesta al consumidor. Por ejemplo en una compañía japonesa que hace bicicletas uno puede ir a comprar y elegir el diseño, el color, el modelo, la marca, los frenos, las ruedas y otros detalles a través de una computadora que registra el pedido directo al fabricante, sin intermediarios, y esto contabiliza un tiempo de tres horas desde el pedido del cliente, armado y entrega del producto. De forma irónica la empresa descubrió en un estudio de mercado que la rápida respuesta reduce el entusiasmo del cliente por lo que tuvieron que realizar la entrega a una semana para que el cliente experimente la “ansiedad de la entrega”.

Junto con la Ofimática (Oficina Automática) y la Biotecnología, la Multimedia, las Fábricas Inteligentes y la Inteligencia Artificial, serán los verdaderos responsables de que la desocupación sea un problema para nuestro mundo globalizado. Por otro lado estas mismas empresas se desprenden de sus empleados remplazándolos por tecnología. Esto llega al punto de que los trabajos de los obreros de cuello azul para mediados del siglo XXI dejaran de existir.

Pero la solución se halla en un sector que los políticos y los economistas y la comunidad han restado su verdadera importancia: el “Tercer Sector”.


El término “economía social” al que menudo se hace referencia, necesitamos que sea aplicado. Las asociaciones de vecinos, de fomento, los clubes de barrio, las asociaciones de voluntarios y todas las fuerzas vivas, las O.N.Gs., el llamado Tercer Sectortendrá que absorber el doble de empleos que absorbió el Sector de Servicio.

Ello radica en que la gran cantidad de desempleados son arrojados a la marginación, como producto de esto, los índices de delincuencia están en aumento por lo tanto es necesario una solución al problema. Pero, si continúa existiendo la injusticia social y las políticas económicas siguen ejerciendo cohesión al pueblo, es necesario dar solución al problema.


El Tercer Sector:

Este sector, año tras año, se ve incrementado en número de miembros, en sus ingresos anuales y en la cantidad de organizaciones que van surgiendo. Veamos una apretada síntesis gráfica:

En el siglo próximo los sectores público y privado van a jugar un papel todavía más limitado en la vida del ser humano. El vacío de poder será ocupado tanto por una creciente subcultura al margen de la ley como por una mayor participación de tercer sector.

Esto no implica que ninguno de los sectores vaya a desaparecer, solo que su relación con la organización social y con las personas probablemente va a cambiar. En el imaginario social la acción de los sectores público y privado se convertirá en una “acción virtual”.

Hoy los gobiernos tienen dos posibilidades frente a la gran cantidad de desempleados en el sector de mercado: financiar políticas de protección y crear un número mayor de prisiones para encarcelar a un creciente numero de criminales, que nacerán producto de la falta de empleo o bien financiar con presupuestos formas alternativas en el sector de voluntariado.

La globalización del sector de mercado y la disminución del papel del gobierno tendrá como consecuencia que las personas se vean forzadas a organizarse en comunidades que defiendan intereses comunes para garantizar su propio futuro. Conseguir una transición con éxito hacia la era postmercado, dependerá en gran medida de la capacidad de un electorado estimulado, que trabaje a través de coaliciones y movimientos, para lograr, transferir tantas ganancias de la productividad como sean posibles del sector de mercado al tercer sector, para fortalecer y afianzar los lazos comunitarios y las infraestructuras locales.

El gobierno jugara, con toda probabilidad, un papel muy distinto en la emergente era de las tecnologías, menos ligado a los intereses económicos y comerciales y en la línea de la economía social. Mediante la creación de una nueva unión entre el gobierno y el tercer sector, cuya finalidad sea la de reconstruir la economía social, se podrá ayudar a restaurar el sentimiento cívico en cualquier sociedad. Proporcionar alimento a los pobres, garantizar unos servicios sanitarios básicos, educar a los jóvenes, construir casas asequibles y preservar el medio ambiente encabeza la lista de prioridades urgentes para los próximos años.

Todas estas áreas han sido mal atendidas o ignoradas por las fuerzas de mercado. En la actualidad, con una economía formal cada vez mas apartada de la vida social de la nación y con un gobierno abandonando su tradicional papel de proveedor de último recurso, solo queda conseguir un esfuerzo concertado encabezado por el sector de voluntarios y adecuadamente apoyado por el sector público que permita garantizar los servicios sociales básicos y reiniciar el proceso de revitalización de la economía social de cada país.

Conclusión

Pareciera que los analistas y estadistas del mundo entero se han puesto de acuerdo para darle a esta última década una suerte de finalidad de todo, como algo catastrófico, por lo menos así lo plantean Jeremy Rifkin, Peter Druker, Paul Krugman, entre otros.

Pero lo preocupante es que ocurrirá con el empleo en el siglo que entra dado que las tasas de desempleo en el mundo son muy alarmantes. Por un lado se busca dar una y otra explicación: la reingeniería, la automatización de los procesos de producción y la globalización, son algunas de las razones, esta última es la mas usada. Pero usando un poco la razón; si la tan ansiada aldea global, no respeta fronteras, ni estados, ni gobiernos y genera una suerte de cohesión social, inequidad económica e injusticia social, no se puede concebir una globalización de este estilo, no se debe permitir, entonces, la globalización.

Las empresas han reemplazado a empleos administrativos por software y a los empleados técnicos por ordenadores y tecnología de punta. Esto ya fue anticipado hace 120 años; por un lado los escritores de ciencia-ficción, luego por políticos y economistas.

Mucha tinta se ha gastado sobre estos temas, pero siempre el mal parado es el trabajador. La solución más próxima está en el llamado Tercer sector, pero carece de posibilidad de solución sin la intervención del Estado.

Otro sector que esta en alza es el de los trabajadores de “silicio”, así se denomina a los obreros altamente calificados, donde se necesita un grado de preparación alto, dado que en los procesos de producción pueden resolver los problemas que surjan, típico del sistema japonés de producción “just in case”.

Las generaciones de los 60, 70 y 80, son las que más vieron influenciada sus vidas por la era del postfordismo y el modo de producción “just in time”, en el cual no se requería un grado especial de conocimientos.

Hoy a los empleados de cuello azul y blanco (obreros y ejecutivos) les cuesta adecuarse a este sistema donde los ejecutivos y trabajadores comparten el mismo estacionamiento, comedor, y hasta el uniforme. Junto con ello ser reemplazados por la automatización y la reingeniería. También están los obreros de cuello rosa (ama de casa, secretarias, recepcionistas, etc.) que son un sector de importancia y en crecimiento.

Sin duda alguna los países que apuesten a la educación como prioridad serán los que configuren el orden mundial del siglo XXI.

La nueva rama de la economía es la del conocimiento intensivo. Esa es la nueva materia prima por excelencia. Las profesiones clásicas perduraran en el tiempo, pero si alguien desea ganar dinero debe entra en las telecomunicaciones, la bioingeniería genética, el management, marketing y publicidad. Todas requieren de una preparación muy alta y acabada que solo se alcanza en la universidad.

Nos tendremos que ir acostumbrando a una desocupación crónica que no se resolverá ni en la próxima década ya que estamos en los inicios de una tercera revolución industrial; y como sabemos y hemos leído, con ello vienen períodos de injusticia social, a la falta de empleo, que ello no es solo una cuestión social sino que tiene gran significación en lo económico y fundamentalmente en lo político.

¿Estaremos en el 2000 desesperados por un empleo o habremos encontrado el sistema en donde reduciremos nuestro horario de trabajo y dedicaremos el tiempo restante a tareas intelectuales, físicas o simplemente al ocio?.


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