viernes, 17 de septiembre de 2010

El Corán en llamas, residuos coloniales y la estigmatización del Islamismo.

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La propuesta de quemar el Corán, encuentra fertilidad en sociedades que piensan que el islamismo forma parte de una cultura inferior. Esto no es un atributo exclusivamente occidental. También en Japón, la China, la Rusia asiática y la India hay secciones en la sociedad afirmadas en la creencia de la inferioridad de la cultura islámica. Las principales dificultades para que Turquía forme parte de la Comunidad Europea están asentadas en el carácter islámico de esta nación.


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El Corán en llamas, residuos coloniales y la estigmatización del Islamismo.

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Martes 13 de agosto del 2010.


Juan Francisco Coloane (especial para ARGENPRESS.info)


Las recomendaciones de un pastor (Terry Jones) en Estados Unidos para quemar el Corán, el mayor referente islámico en escritura, causaron impacto mundial y es notorio que la molestia no haya sido solamente en el mundo islámico. El presidente Barack Obama enfrentó la situación con una declaración inequívoca y esperable: “Estados Unidos no está en contra del islamismo”.

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No se refirió a los republicanos que lo acosan por lado y lado, especialmente sus divulgadores concentrados en Fox News y que en el “prime time” de la televisión se han encargado de atribuir al islamismo la ola terrorista comenzada con los atentados del 11 de septiembre 2001. En esta legión hay quiénes sostienen que el terrorismo es más que Al Queda, y que una suerte de islamismo radical “versión 2.0” con enorme fuerza asociativa es responsable exclusivo del terrorismo.

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El enunciado incendiario del pastor tiene eco en sectores de la sociedad, no solamente estadounidense sino en cualquiera expuesta al colonialismo y la esclavitud que se ha alimentado a través de los siglos con la visión retrógrada de “Cultura Fuerte versus Cultura Débil”. Esta postura es una manifestación milenaria desde antes de Platón, y que es donde se gesta el colonialismo químicamente puro.

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“La cultura nómada en general es fija, inmutable; carece de la capacidad de desarrollarse, porque exceptuando en la esfera militar, no tiene necesidad de avanzar”, comenta el siempre perceptivo William Pfaff en un The New Yorker del 28 de Enero de 1991. Ese pensamiento que puede resultar atractivo en una primera reflexión, pertenece a una matriz de análisis que prevalece en Occidente y se aplica una vez más en la crisis que se establece a partir de la invasión en Afganistán e Irak, donde la principal responsabilidad del terrorismo y la inestabilidad es atribuida al supuesto atraso histórico de la cultura islámica. El factor colonial no cuenta y menos cuenta el desdén con que el mundo Occidental ha definido desde hace muchos siglos su mirada hacia el mundo islámico y árabe, donde se encuentra el principal sostén del islamismo como cultura.

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La creencia Occidental que el mundo Occidental representa una cultura superior ha sido cultivada hasta el punto de haberse formado un estereotipo hacia el cual, a las otras culturas, sólo les cabe aceptar cuando son invadidas (por alguna nación de Occidente) porque llega la civilización y el progreso. Las bases por las cuales se argumenta que la cultura occidental es más avanzada y por lo tanto superior, han sido sentadas por concepciones expuestas arbitrariamente.

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Se supone que el mundo cristiano de la Edad Media era urbano, agrícola y marítimo al mismo tiempo. “Estas cualidades crearon demandas tecnológicas que por lo tanto obligaron el desarrollo tecnológico.” (Toynbee). En la tautología se desprende la rigidez y la contracción analítica por adoptar una opción.

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La propuesta de quemar el Corán, encuentra fertilidad en sociedades que piensan que el islamismo forma parte de una cultura inferior. Esto no es un atributo exclusivamente occidental. También en Japón, la China, la Rusia asiática y la India hay secciones en la sociedad afirmadas en la creencia de la inferioridad de la cultura islámica. Las principales dificultades para que Turquía forme parte de la Comunidad Europea están asentadas en el carácter islámico de esta nación.

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Occidente en su ortodoxia, estaciona la cultura árabe e islámica por extensión, en un atraso de varios siglos respecto a la occidental, con la caracterización de haber fallado en lo científico y en lo tecnológico por su condición de cultura nómada.

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No existen culturas fuertes o débiles, ni superiores o inferiores. Detrás del argumento de la dicotomía fuerte-débil reside la legitimación de la concepción más primaria de que la cultura fuerte domina la cultura débil. Generalmente esta idea, está asociada a la mayor o menor disponibilidad del recurso físico o tecnológico como resultado directo de la eficacia de una orientación ideológica en particular.

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Desde la perspectiva más actual, es válido plantearse que esta perenne dicotomía de cultura fuerte o débil, superior o inferior, proviene de una interpretación de la modernidad que respira un sesgo bastante primitivo respecto a la complejidad del fenómeno post colonial, y en donde se desprende una renuncia a comprender que el islamismo es una cultura que está a la par con cualquier otra. No es incapacidad o falla de comprensión acerca del islamismo en Occidente y otros lugares no islámicos del globo, sino que es algo más grave, se ha comenzado a estigmatizar una cultura, con un fuerte residual de ambición colonial.


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