lunes, 16 de agosto de 2010

«La globalización ha terminado con el sabor íntimo de la cultura»

&&&&&.- -La esencia del arte es la comunicación entre el artista y su público. Es una intimidad en la que el creador expone su obra para que sea aprobada o desaprobada por la gente. En parte eso se ha perdido. Esa relación directa se ha perdido por culpa del escenario. No es una forma natural de mostrarse. Eso sí, se ha conseguido una capacidad de alcance de la comunicación con límites insospechados...
/////


«La globalización ha terminado con el sabor íntimo de la cultura»
*****

LITERATURA.

Lunes 16 de agosto del 2010.

JOSÉ CARL0S ROJO SANTANDER.

.

Joaquín Díaz. Etnólogo y Músico. Se reafirma como defensor de lo arraigado, de la riqueza cultural que atesoran las músicas tradicionales que considera en claro peligro de extinción.
.

Quizá la vida le ha conducido hacia la música, hacia su estudio, pero su pensamiento alcanza mucho más allá, al acervo del concepto cultural. Los sonidos de los pueblos dicen mucho de sus costumbres, usos y conocimientos. Son claves que desentraña en el taller 'Música, tiempo y espacio: la interpretación de la música tradicional', que durante esta semana ha ofrecido en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). Ferviente protector del patrimonio, y fiel seguidor de su divulgación en las escuelas, Díaz extrapola los métodos culturales de ayer al mundo de hoy. Mucho ha cambiado; algunas cosas para bien, y otras para mal, «desgraciadamente, las más patentes».

-Habla de la cultura de masas y el discurso se torna pesimista...

-
La esencia del arte es la comunicación entre el artista y su público. Es una intimidad en la que el creador expone su obra para que sea aprobada o desaprobada por la gente. En parte eso se ha perdido. Esa relación directa se ha perdido por culpa del escenario. No es una forma natural de mostrarse. Eso sí, se ha conseguido una capacidad de alcance de la comunicación con límites insospechados...

-Quizá sea esa una ventaja, la cultura llega a más gente...

-
Puede verse como una ventaja, pero lo importante no es tanto la obra en sí como la mentalidad que transmite, el mensaje. Cuando un músico inventa algo lo hace sobre la base de sus conocimientos, acorde con su modo de entender la realidad, y eso lleva irremisiblemente a la forja de una identidad.

-¿Se refiere a que la cultura de masas puede usarse para la manipulación?

-
Eso ha existido ya, aunque no siempre buscaba la manipulación, sino la exposición de un punto de vista diferente, o la mera protesta. Los juglares tenían su identidad propia y podían estar en contra del poder establecido. Siempre ha habido una necesidad de que el arte sirva como espoleador del poder, para superar situaciones críticas o para recrearlas.

-Los grandes aforos permiten ahora mayor alcance del mensaje...

-
Un autor reconocido subirá al escenario y mucha gente lo seguirá incluso sin cuestionar lo que dice, pero el contenido seguirá siendo parecido, salvando las distancias, a lo que se ha hecho siempre. Los aforos han crecido, la calidad de lo que se dice, no tanto.

-Lo que sí ha aumentado es el anhelo de las obras de generar empatía con todos los espectadores. Se busca lo comercial...

-
Son obras superficiales muchas veces, es el único modo de alcanzar la comercialidad. Toca muy de refilón la fibra sensible de las personas, no está integrada en su vida. Antiguamente el juglar creaba músicas propias de su cultura, de su pueblo, de su tiempo. Eran sonidos identitarios; ahora se busca que encaje en todas las identidades. Lo peor es que esta globalización ha terminado con el sabor íntimo de la cultura.

-Es lo que hace el dinero...

-
Curioso, esta vorágine también crea nuevas músicas, productos que funcionan, como el sonido celta.

-¿Niega la tradición de la música celta?

-
Digo que no existía y se ha creado. Alguien descubrió que era un mundo brumoso y atractivo, misterioso. El famoso músico Allan Estivel comienza a tocar el arpa, se lo inventa y todo el mundo cree en la larga tradición. Imposible. La Edad Media dio al traste con los modos que existían hasta el momento para dejar sólo dos: el modo menor y el mayor. Un poco antes, en el XVI, la influencia de las cortes española, inglesa, etc, creó un tipo de música que hizo desaparecer todo lo anterior. Es impensable que algo tan primitivo sobreviviera.

-¿Debiera existir más protección institucional?

-
No creo en la protección institucional si no emana de iniciativa de la sociedad. Tiende a no funcionar. Es la misma gente la que tiene que potenciarlo. Otra cosa es que se fomente el aprendizaje en las escuelas y así no desaparezca la posibilidad de que el niño pueda conocer su patrimonio, esto es fundamental.

-Muchos artistas combinan la tradición con el sonido más actual, ¿es una vía legítima para inmortalizar esa cultura del pasado?

-
Creo que nadie, ningún músico actual, ha dejado de caer en la tentación de mezclar su propio patrimonio mental-musical con lo nuevo. Cuando Bob Dylan comenzaba a tocar, muchos lo consideraban heterodoxo, otros un creador; había muchos detractores. Hoy día no se puede revisar la historia del folk ni el rock sin recurrir a su figura.

-Cada tiempo marca a sus creadores, ¿cual sería el rasgo más destacado del siglo XXI?

-
La tradición oral imponía su verdad en el pasado. Con la llegada del siglo XVIII, el texto adquirió el rango de verdad absoluta y la oralidad pasó a ser lo cuestionable. Ahora, con la cultura de la imagen, la cercanía a la verosimilitud es infinitamente mayor a lo que existía con las letras
*****

No hay comentarios: