jueves, 26 de agosto de 2010

EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI. CUANDO LA COMUNA ES SOCIALISTA.

&&&&&
De otra forma, hablar de comuna socialista sin que haya el propósito de cambiar estructuralmente el orden vigente sería enmarcarse en el accionar común del reformismo, a pesar del discurso y la parafernalia “socialistas” y “revolucionarios”, cuando lo que se requiere es imponer un cambio profundo y no superficial de las cosas, derrocar el sistema capitalista y sustituirlo por otro mejor; todo lo cual -necesariamente- exige de quienes lo propulsan una dinámica subversiva permanente, sin contentarse con los logros alcanzados.
/////



CUANDO LA COMUNA ES SOCIALISTA.
La micro-estructura de organización y de economía autogestionaria y autonómica constituye la base sólida del socialismo.

*****


Martes 24 de agosto del 2010.

Homar Garcés (especial para ARGENPRESS.info)


[La comuna] no es de Chávez, ni decretada por el gobierno, ni por la ministra Érika Farías, ni por el Alcalde, ni por el Gobernador, ni por el Partido [...] (Hugo Chávez Frías, Aló Presidente Teórico Nº 1, 11 de junio de 2009).

La micro-estructura de organización y de economía autogestionaria y autonómica constituye la base sólida del socialismo, creada cotidianamente desde abajo por el pueblo ella debiera establecer al mismo tiempo una comunidad de convivencia, en la cual las relaciones sociales, políticas y económicas sean completamente diferentes a las hasta ahora conocidas por la humanidad, sin que prive en éstas algún tipo de discriminación que afecte -de uno u otro modo- al ser individual. Es, por consiguiente, una condición preliminar, por no decir única, de la revolución socialista y su expresión embrionaria, la cual, en cualquier momento, reemplazará el sistema de cosas vigente, constituyéndose la comuna socialista, desde abajo hacia arriba, en un proceso permanente de renovación y de re-creación de la sociedad en general.

Hay que inferir, por consiguiente (sin caer en una elaboración utopista demasiado elaborada) que esta expresión embrionaria del socialismo causará que se creen nuevas instituciones, nuevas formas de la individualidad, nuevas responsabilidades y nuevos derechos, tanto individuales como colectivos, que se caractericen por su esencia anticapitalista y anti-jerárquica, es decir, revolucionaria. De otra forma, hablar de comuna socialista sin que haya el propósito de cambiar estructuralmente el orden vigente sería enmarcarse en el accionar común del reformismo, a pesar del discurso y la parafernalia “socialistas” y “revolucionarios”, cuando lo que se requiere es imponer un cambio profundo y no superficial de las cosas, derrocar el sistema capitalista y sustituirlo por otro mejor; todo lo cual -necesariamente- exige de quienes lo propulsan una dinámica subversiva permanente, sin contentarse con los logros alcanzados.

Además de ello, la comuna socialista debe constituir un espacio abierto a la participación y protagonismo, por lo que no puede permitirse su burocratización y, menos, que termine siendo estructurada de manera autoritaria y dictatorial, secuestrada por una minoría “revolucionaria”, puesto que la misma tiene que funcionar colectivamente, elevando el nivel de conciencia política e ideológica de quienes la integran, aún de aquellos que se muestran pasivos o indolentes.

Como lo refiere Martha Harnecker: “Hay proyectos de comunas que sólo cuentan con territoriales del poder popular: los consejos comunales y nunca se han preocupado de conformar consejos de trabajadores en las empresas que existen en su territorio o en agrupar a los campesinos, mineros o pescadores, si este es el caso, en redes, y consejos de campesinos, mineros o pescadores. Tampoco se han preocupado de conformar consejos sectoriales o temáticos a nivel de la comuna como el consejo de salud de la comuna o el consejo de educación o de deportes de la comuna”. En ese espíritu, debe impulsarse en todo momento la articulación de todos los sectores sociales (incluyendo a niños, niñas y adolescentes), de forma que la dinámica subversiva que se requiere sea total, logrando así la hegemonía popular necesaria para impedir que las minorías dominantes sigan usufructuando el poder como siempre lo han hecho.

Asimismo, hay que incentivar -de manera creativa- una cultura y una ética comunitaria entre las comunidades y los consejos comunales, de modo que la propuesta de la comuna socialista tenga realmente una base más solida y más cercana a sus vivencias, sus tradiciones y sus expectativas, irradiando su influencia hacia todos los órdenes de la vida social. Con ello, habrá -sin duda- una definición práctica de lo que será el socialismo del siglo XXI, representando una revolución en puerta de la sociedad capitalista, con una incidencia directa sobre las diversas instituciones que integran el Estado, al cual, tarde o temprano, -admítase o no- habrá que transformar radicalmente (si no es posible eliminarlo en una primera etapa) en beneficio de toda la ciudadanía.

*****

No hay comentarios: