domingo, 14 de febrero de 2010

FORO ECONOMICO MUNDIAL: La desaparición del viejo consenso de Davos parece una tendencia que perdurará

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El otro aspecto del viejo consenso de Davos que se encuentra en serio peligro es la creencia en las virtudes de los bancos de inversión globales. El tridente de Davos solían componerlo los principales políticos, las grandes empresas y los altos ejecutivos de las finanzas. Pero en el foro de este año, los ataques a los banqueros han rivalizado con el esquí como el deporte más popular.
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La desaparición del 'viejo' consenso de Davos.

Publicado el 02-02-2010.


Gideon Rachman
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Desde el final de la Guerra Fría, las discusiones en el Foro Económico Mundial de Davos han seguido una pauta fiable. Todos coincidían en que la globalización era algo bueno –pero eran los delegados estadounidenses y europeos los que determinaban el debate–. Se aceptaba informalmente que el flujo de ideas –así como la inversión y el empleo– se producía de occidente a oriente.

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La crisis financiera global ha cambiado todo esto. En la reunión de este año, los delegados occidentales parecían deprimidos, a la defensiva o incluso ligeramente trastornados en el caso de Nicolas Sarkozy, el presidente francés. Después de escuchar el vehemente ataque de Sarkozy contra el capitalismo financiero, se oyó a un participante ruso decir que la experiencia le había hecho sentir una agradable nostalgia. Recordó haber escuchado muchos discursos similares en la Unión Soviética.

Esta afirmación no es justa para el presidente francés, que expuso con prudencia que intentaba rescatar al capitalismo de sus propios excesos. Pero la tónica del discurso de Sarkozy reflejaba la confusión ideológica entre los líderes occidentales. Estos, que se enfrentan a crecientes déficit y a altas tasas de paro –y son conscientes del cambio de poder hacia el este–, se cuestionan muchas de las ideas que sostuvieron el viejo consenso de Davos. En la actualidad, son las naciones asiáticas y las grandes economías emergentes las que se sienten más cómodas con la globalización –y son ellas las que instan a los países occidentales a no abandonar el libre comercio–.

Sin duda, hay evidencias de que las ideas proteccionistas vuelven a estar presentes. Sarkozy mostró que se podía rehabilitar el proteccionismo para “salvar al planeta”, apoyando una “tasa de carbono en las fronteras” –una tarifa impuesta a los países que no controlen los gases de efecto invernadero–.

Larry Summers, el principal asesor económico de la Casa Blanca, se mostró bastante más sutil en su flirteo con el proteccionismo. Explicó a la audiencia de Davos que uno de cada cinco estadounidenses entre 25 y 54 años está en la actualidad en paro. En los años 60, el 95% de la población comprendida en esta franja de edad tenía trabajo. Summers fue prudente al advertir que EEUU seguía mostrando su compromiso con el comercio abierto, y que puede beneficiarse de la globalización. Pero también señaló que Paul Samuelson, un famoso economista (y tío de Summers), había expuesto que los argumentos a favor del libre comercio podrían no aplicarse cuando los países comerciasen con naciones que persiguen políticas mercantilistas. No hacía falta mencionar a China.

El otro aspecto del viejo consenso de Davos que se encuentra en serio peligro es la creencia en las virtudes de los bancos de inversión globales. El tridente de Davos solían componerlo los principales políticos, las grandes empresas y los altos ejecutivos de las finanzas. Pero en el foro de este año, los ataques a los banqueros han rivalizado con el esquí como el deporte más popular.

Un importante empresario occidental –preocupado por la amenaza del proteccionismo – vio cierto resquicio de esperanza en los ataques contra el sector financiero. “Gracias a Dios, los políticos se están centrando en los banqueros”, reflexionó, “con ello podrían dejar de usar a los chinos como chivos expiatorios”. Pero, de hecho, los ataques contra el sector financiero y el libre comercio podrían hacerse uno solo. Montek Singh Ahluwalia, un importante funcionario indio, señaló en el foro que, tradicionalmente, los banqueros habían sido los mayores defensores de la globalización en Davos. Pero Ahluwalia señaló, recurriendo para ello a una metáfora del cricket, “que los banqueros se han retirado heridos”. En su ausencia, se escuchaban menos voces a favor de los beneficios de un mundo sin fronteras.

Ante la crisis de confianza que sufren estadounidenses y europeos, Davos quería aprender de China este año. Pudo escucharse a los empresarios norteamericanos contrastar arrepentidos su propio sistema político “disfuncional” y a sus criticados políticos con el liderazgo decisivo y “meritocrático” de China. También se puso a Pekín como ejemplo de las ventajas del “capitalismo de estado” –donde el gobierno tiene más peso a la hora de dirigir la economía –. Dado que el despegue económico de China comenzó cuando el Estado otorgó un mayor papel a la empresa privada, no parece adecuado atribuir el éxito del país al capitalismo de estado. Pero hay pocas dudas de que una de las grandes ideas en el Foro Económico Mundial de este año fue una mayor participación de los gobiernos.

El resto de temas dominantes fueron las reacciones contra las altas finanzas, las dudas sobre el libre comercio y el inexorable crecimiento de Asia. Lo más difícil, sin embargo, es determinar cuáles de estas tendencias perdurarán –y cuáles demostrarán no ser más que un simple reflejo del clima efímero del momento –.

Merece la pena recordar hasta qué punto puede cambiar la atmósfera de Davos de un año a otro. El año pasado, a la mayoría de los delegados les preocupaba que el mundo se encontrara al borde de otra Gran Depresión –y existía la idea generalizada de que la teoría que afirmaba que el crecimiento chino podía “desvincularse” de una economía estadounidense fuerte era absurda –. Este año, el temor a otra depresión casi había desaparecido –y la capacidad de China para crecer con solidez mientras EEUU avanza con dificultad había quedó patente–.

Es posible que, en el foro de Davos del próximo año, los delegados aclamen la recuperación de la economía norteamericana, lamenten el estallido de la burbuja china, condenen las actuaciones gubernamentales y elogien las altas finanzas. Pero, personalmente, no apostaría por ello. La desaparición del viejo consenso de Davos parece una tendencia que perdurará

The Financial Times Limited 2010. All Rights Reserved

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1 comentario:

Basseta dijo...

Recomiendo la lectura de un artículo de opinión que publica hoy "El País", titulado "Un poco de honestidad" y firmado por la periodista Soledad Gallego-Díaz.

El enojo es la emoción que se experimenta cuando uno se siente objeto de una conducta injusta. Enojo, enfado, es la emoción que deberían estar experimentado hoy día muchos ciudadanos en el mundo no sólo ante la crisis económica a la que deben hacer frente si no, y quizá sobre todo, por la falta de honestidad, de integridad, por la intención de engañarles, que demuestran, una y mil veces, los responsables de esa crisis.

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