lunes, 21 de diciembre de 2009

CHILE. ELECCIONES Y GOBERNABILIDAD. La Madre de todas las Batallas.

&&&&&
El febril movimiento de las campañas, contrasta sustancialmente con el inmovilismo que los actuales gobernantes impusieron a los principales actores del movimiento político y social durante años, subsumiendo las demandas de los trabajadores, pobladores, estudiantes en aras de preservar lo que engañosamente llamaron gobernabilidad, democracia de los acuerdos, política de los consensos y cuanta argucia discursiva se les ocurrió con el claro ánimo de relativizar esas legítimas demandas.
/////

CHILE. ELECCIONES Y GOBERNABILIDAD. La madre de todas las batallas”.

Juan Varela Reyes (*)
*****
No busquemos solemnes definiciones de la libertad. Ella es sólo esto: Responsabilidad."
*****
“Los hombres hacen su propia historia, pero no la Hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas Por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias Con que se encuentran directamente, que existen y Les han sido legadas por el pasado”

(Carlos Marx: “El Dieciocho Brumario de Luís Bonaparte”).

A manera de Presentación.

Un rápido recuento de los hechos de estos días ha puesto al país en un escenario que se sitúa en el plano de la lucha electoral, en donde se ven enfrentadas dos facciones del bloque dominante que quieren para sí el control del poder político, sobre la base de presentar sus “mejores” cartas, que aseguren la mejor administración del modelo que se ha entronizado desde ya varias décadas y que, sin dudas, les ha beneficiado en sus intereses, haciendo cada vez más ricos a los más ricos, consecuentemente cada vez más pobres a los pobres.

El febril movimiento de las campañas, contrasta sustancialmente con el inmovilismo que los actuales gobernantes impusieron a los principales actores del movimiento político y social durante años, subsumiendo las demandas de los trabajadores, pobladores, estudiantes en aras de preservar lo que engañosamente llamaron gobernabilidad, democracia de los acuerdos, política de los consensos y cuanta argucia discursiva se les ocurrió con el claro ánimo de relativizar esas legítimas demandas.

Desde sus oficinas, en el poder alcanzado, promovieron una política tendiente a ocultar la verdadera justicia social y la lucha por la dignidad; en una acción tendiente a restar protagonismo a los sujetos sociales del movimiento popular. Para ello se coludieron con el sector más recalcitrante del conservadurismo, que aportó en la mantención de una institucionalidad que les ha servido para mantener sus intereses, privilegios y prebendas; porque fue la colusión entre una social democracia derechizada y la derecha capitalista la que propició el desarrollo de este modelo neoliberal, que ha significado más explotación para los trabajadores, la entrega de nuestras riquezas básicas, como el cobre, a las grandes transnacionales; que ha significado también la construcción de una sociedad fundada en el interés individual, el éxito y la competencia sin piedad entre los chilenos.

Sin embargo, para el logro de ese objetivo cuentan con el apoyo generoso de las cúpulas reformistas que han visto en este “juego democrático” la posibilidad de rescatar para sí algunas mínimas cuotas de poder, aunque para ello hayan tenido que transar, con el nombre de otros, sus escasos pensamientos para construir un verdadero camino de transformaciones radicales. Sectores que, en suma, han elegido “el camino largo de jugar en la cancha de los adversarios” 1 en donde sí se sienten cómodos y no el camino más corto de la revolución.

Nuestra intención, en este momento, es tratar de vislumbrar los caminos que hemos de hacer, las búsquedas que hay que empezar a la luz de nuestra historia que, como no se nos olvida, es la historia de la Lucha de Clases. Lucha de clases que no está plenamente expresada en esta lucha electoral, pero que es el paradigma desde donde hay que analizar el presente, apoyados en el pasado, para mirar el futuro.

Porque, para decirlo con cierta claridad, lo que está en juego en esta oportunidad no es la disputa de intereses contrapuestos ni contradictorios; lo que está en juego son formas particulares de administrar la explotación, de seguir apostando al individualismo y de convertir a nuestra Patria en un eslabón más de la división internacional del trabajo.




La Porfiada Historia.

“La Historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases” 2 Con esta sencilla y significativa frase se inicia el Manifiesto del Partido Comunista, escrito hace ya 151 años y ella encierra también el sentido que la historia entrega a los hombres, contenidos y constructores de toda sociedad.A lo largo de la historia siempre se han enfrentado los actores fundamentales de la sociedad: obreros y patrones, proletariado y capitalistas, en una disputa por sus intereses de clase. En algunos casos, esta lucha, irrumpe con fuerza inusitada, en otros se hace imperceptible, pero no por ello menos violenta.

Es que esta lucha de clases tiene como centro la lucha por la sobrevivencia material de la clase trabajadora y el mantenimiento de sus privilegios en el caso de la burguesía.En nuestro caso chileno, durante las últimas décadas se ha trabajado por parte de los dominantes en dar la sensación de que esa lucha no existe, como si toda nuestra sociedad hubiera alcanzado una supuesta armonía de clases, en donde no es posible ni siquiera mencionarla porque ello vendría a perturbar una supuesta paz social. Ello se ha dado sobre la base de trabajar sobre algunos elementos:

a.- Un proceso de transición a la democracia llevado a cabo mediante el acuerdo de un pacto social entre las cúpulas del centro político y la derecha que, en la práctica significó un corrimiento hacia el centro de aquellas organizaciones políticas que en algún momento tuvieron una postura más cercanas a la izquierda, con lo cual se produjo una suerte de enajenación de los intereses de los trabajadores que ahora quedaron a merced de ese centro.

b.- El logro de lo anterior se logró también mediante otro movimiento, que apuntó a desarmar ideológicamente las posiciones de izquierda. Con un discurso neoliberal se desarmaron las expresiones sociales y políticas de la izquierda, con el claro objetivo de impedir la expresión y el protagonismo de los sectores populares.

c.- La permanencia de posiciones reformistas en el campo popular, que buscaron afanosamente un lugar en la nueva situación y que aportó con lo suyo en la maduración de las políticas neoliberales, quedándose sólo en el plano de la denuncia de los efectos del modelo y no en la búsqueda y construcción de un proyecto alternativo.

d.- La izquierda revolucionaria que, con grandes esfuerzos ha venido rearmándose después de las derrotas del golpe militar y la salida “pactada”, con esfuerzos aún insuficientes para lograr la concreción de una propuesta realmente alternativa al capitalismo neoliberal.

Con esos elementos los trabajadores no han avanzado lo suficiente para empezar a dibujar un proyecto de cambios y transformaciones y su lucha se ha centrado más bien en las consecuencias que deja el neoliberalismo capitalista. No se ha avanzado lo suficiente para señalar que la lucha de clases es algo real y que se vive diariamente.

Dos actores con un mismo fin.

No caben dudas que durante las últimas décadas se ha gobernado para mantener y profundizar las políticas neoliberales y que corresponden a la derecha más conservadora de nuestro país; se quiera o no son esas políticas las que se han potenciado, porque para ello se cuenta con una institucionalidad – la Constitución de 1980 – que sirve muy bien a estos objetivos e intereses y no se piensa en modificarla, más allá de los cantos de sirena de algunos sectores “progresistas” que han visto en su mantención también una oportunidad de seguir manteniendo sus privilegios.Para nuestros efectos conviene detenernos en el papel cumplido por dos actores de la realidad política que de alguna manera han incidido en esta situación y que se hace necesario tratar de esclarecer, en sus contenidos y en sus formas.

Por un lado, la Concertación, surgida de los acuerdos de una salida negociada a la dictadura militar y que con su ropaje social demócrata ha venido a relativizar en el fondo la lucha de clases, poniendo el acento en los acuerdos con los grupos de poder, tratando de atenuar los efectos de la política neoliberal. “El carácter peculiar de la socialdemocracia consiste en exigir instituciones democrático – republicanas, no para abolir a la par los dos extremos, capital y trabajo asalariado, sino para atenuar su antítesis y convertirla en armonía” 3

Por otra parte, sectores reformistas que han insistido en lograr acuerdos con los sectores que están en el poder, demandando inclusión en algunos espacios del poder político como si ello ayudara a solucionar efectivamente los problemas de los trabajadores, como si ello fuera una garantía de que pudiera haber algo que de ello permitiera una efectiva solución a los graves problemas y dificultades de miles de chilenos y chilenas. Un poco de historia de nuestra patria ayudaría a ver que ese afán ha estado presente a lo largo de su historia, pero también, y felizmente, ha habido posiciones críticas a esos afanes:

“Para engañar al pueblo se dice: ¿no es verdad que los obreros demócratas están en el gobierno? Y nosotros preguntamos ¿en compañía de quienes gobiernan los demócratas?Y todo el pueblo verá y reconocerá que los demócratas gobiernan juntos y de acuerdo con los grandes capitalistas del país o con los representantes de esos grandes capitalistas.

Y gobernando en compañía de esos grandes capitalistas tendrán que servirse preferentemente los intereses de ellos y por lo tanto abandonar los intereses de la clase trabajadora, pues en el gobierno de un país, no se pueden servir JAMAS los dos intereses al mismo tiempo. Esta es la VERDAD.

¿Qué es lo que han conseguido los demócratas mientras gobiernan en compañía de los capitalistas y a cambio de su concurso? Sería bueno saberlo. Sólo han conseguido unos cuantos empleos para unos cuantos amigos y la VANIDAD de sentirse gobernantes cuando en realidad sólo están para servir los intereses de los capitalistas y nunca los intereses del pueblo” 4

No conviene agregar mucho a lo dicho por el padre del Movimiento Obrero Chileno, salvo decir que durante los últimos tiempos Concertación y reformismo se han coludido para seguir manteniendo la misma situación; aquéllos engañando con su discurso “progresista” (el progresismo entendido como la enfermedad infantil del neoliberalismo), éstos con su política de apoyo al “mal menor”, que en la práctica ha sido siempre parte del mal mayor; aquellos, la concertación, con su cobardía de no posibilitar cambios verdaderos a la situación, éstos, el reformismo aspirando a mínimas y miserables cuotas de poder que, como dice Recabarren, sólo les han llenado de vanidad “democrática”, aquellos, la concertación, coludidos con la derecha para seguir gobernando, éstos, los reformistas, entregando certificados de “buena conducta” que les aseguren un lugar en la dominación y en el poder.

Lo que está en juego, entonces, y como decíamos en esta elección, no es otra cosa que la forma de administrar el modelo y no cambios sustanciales; porque aunque se anuncien falazmente cambios todo no es más que el juego del “gatopardismo” : todo cambia para que nada cambie.
Frente a ello, a esa situación sin disyuntivas que se presenta en la segunda vuelta hay una opción que se expresa en el VOTO NULO, que tiene para los revolucionarios los siguientes contenidos:
***
1. Las demandas de los trabajadores han sido excluidas de las políticas neoliberales capitalistas. Se hace necesario levantar un PROGRAMA con las demandas de los pobres del campo y la ciudad, que recoja sus legítimas aspiraciones y necesidades y las transforme en un Plan de Lucha.
2. Uno de los obstáculos al avance de los trabajadores ha sido la existencia de una Constitución Política que no permite la participación real de los trabajadores, consagrando la explotación y la entrega de los recursos naturales a las grandes transnacionales. Se hace necesario una ASAMBLEA CONSTITUYENTE DE LOS TRABAJADORES Y LOS PUEBLOS DE CHILE, que avance en la construcción de una Democracia Popular y verdaderamente participativa.

3. Se hace necesario desarrollar, potenciar y dar una efectiva LUCHA DE LAS IDEAS que permita a los trabajadores entender que es lo que en verdad significa la “exclusión”, que no se arregla con la elección de tres parlamentarios. La exclusión no es sólo eso, es también exclusión social, económica y política de millones de chilenos que no tienen asegurado un lugar en esta historia. Una lucha de ideas que desenmascare esa enfermedad “progresista” que sólo sirve para engañar a los trabajadores. Una lucha de ideas que señale que la Lucha de Clases sigue siendo el conflicto no resuelto.
Una Lucha de Ideas que diga que para los trabajadores la lucha electoral, más allá de ciertas valoraciones prácticas y coyunturales, sigue siendo el camino largo para las transformaciones revolucionarias en nuestra sociedad. Una Lucha de Ideas que denuncie la impunidad, que desde el poder ha instalado el olvido sobre las violaciones a los derechos humanos de nuestro pasado reciente y que también avala los atropellos que se siguen cometiendo.
4. Este proceso electoral, de alguna forma, ha venido a dilucidar ciertas distorsiones que se habían instalado en nuestra realidad social y política. El “corrimiento hacia el centro” de algunos sectores que se sienten más cómodos allí, permite empezar a aclarar la lucha por la construcción de esa herramienta de la UNIDAD de los sectores que efectivamente quieren y aspiran una transformación de cara a la Lucha de Clases, como motor de la historia.
Santiago, Diciembre 20 de 2009

*****

No hay comentarios: