sábado, 19 de septiembre de 2009

Víctor Jara : Crónica de Su Muerte. El fascismo lo asesinó en el Estadio Nacional. Su música y sus Poemas vivirán eternamente.

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Esa calificación era suficiente para justificar el asesinato. Poco después a Víctor y a mi nos separaron de otros prisioneros y nos metieron en un pasillo frío. Estuvieron pegándonos desde las siete de la tarde hasta las tres de la madrugada. Nos encontrábamos tumbados en el suelo sin poder movernos. Estábamos aislados de otros presos políticos.
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Víctor Jara : Crónica de Su Muerte.



Relato de Danilo Bartulin (Medico de Cabecera de Salvador Allende)

"Cuando me detuvieron, me llevaron al Estadio de Chile. Fue por la tarde del 12 de septiembre.

Allí ya había muchos prisioneros. Junto con otros presos nos ordenaron ponernos en fila con las manos en la nuca. De repente un oficial me reconoció:

-Es el médico de Salvador Allende.

El comandante Manrique, un fascista empedernido, se acerco a mi, desabrocho la funda, saco la pistola y apuntándome a la cabeza dijo:
-Ha llegado tu hora. Y dirigiéndose a los soldados ordeno:
-Sepárenlo de los demás y déjenmelo a mi.

Me apartaron del grupo y me dieron un empujón que me tiro por la tierra. Vi a un grupo de jóvenes que los soldados iban arreando, apuntándolos con metralletas. Al comandante le dijeron:
-Son los de la Universidad Técnica.

Los pusieron en fila también. Manrique recorrió la fila y señalo con el dedo a un preso:
-A ese me lo dejan a mi también.
No quería dar crédito a mis ojos. Se trataba de Víctor Jara. Varios soldados se animaron: “Aquí esta el cantante Jara...”. Pero el oficial les corto:
-Este señor quiere pasar por otro. Es un líder extremista.

Esa calificación era suficiente para justificar el asesinato. Poco después a Víctor y a mi nos separaron de otros prisioneros y nos metieron en un pasillo frío. Estuvieron pegándonos desde las siete de la tarde hasta las tres de la madrugada. Nos encontrábamos tumbados en el suelo sin poder movernos. Estábamos aislados de otros presos políticos. A eso de las tres de la madrugada vino un teniente que me invito a sentarme. Empezó a preguntarme sobre Allende y me tendió un cigarrillo. Fume. Mientras tanto, Víctor seguía tendido en el suelo. Le entregue la mitad del cigarrillo, puesto que el teniente no quiso dar otro a Víctor.

Casi tres días estuvimos juntos Víctor y yo en el Estadio de Chile. A nosotros casi no nos daban de comer. Engañábamos el hambre con agua. Víctor tenia la cara llena de moretones y un ojo cerrado por la hinchazón.

Conversamos mucho en ese tiempo, Víctor me hablo de su familia, de su mujer y sus hijas a quienes quería mucho, de sus espectáculos en el teatro y de las nuevas canciones que soñaba hacer... En el mismo estadio donde nos tenían presos, a Víctor le habían aplaudido cuando gano el concurso de la Nueva Canción Chilena en el festival.

Víctor se mostraba pesimista respecto a su destino. Pensaba que no saldría de allí. Trate de animarlo. Aunque presentía su próxima muerte, seguía siendo el de siempre. Se portaba con valor, con dignidad, no pedía gracia a sus torturadores..."

Aquí interrumpo la grabación de mi conversación con Danilo Bartulin para completarla con los testimonios de otros ex-prisioneros del Estadio de Chile, a quienes también entreviste. Rolando Carrasco, ex-director de la radio sindical Luis Emilio Recabarren.

Relato de Rolando Carrasco.

Dos veces vi a Víctor en el Estadio de Chile. Fueron unos encuentros breves. El 13 o 14 de septiembre, por lo visto, por la mañana, pase cerca del pasillo donde tenían a los prisioneros aislados. Allí estaba Víctor Jara, sentado en una silla de madera, extenuado, con rastros de azotes en la frente y las mejillas. Se sonrió al verme. Nos saludamos. Al día siguiente pase de nuevo por allí y otra vez nuestras miradas se cruzaron. Nos saludamos. Al igual que el día anterior, su rostro se ilumino con una sonrisa que me reconforto el alma. ¡Llevaba ya tanto tiempo en este maldito pasillo! De vez en cuando los guardias venían por él y se lo llevaban a no sé dónde.

Ahora era difícil imaginar que todavía el 10 de septiembre estuviéramos bromeando alegremente en la emisora. En los estudios Víctor y yo escuchábamos la grabación de su nueva canción: Marcha de los constructores. El disco tenia que salir pronto. Jara quería que la emisora de la Central Unida de Trabajadores fuera la primera en transmitir esta marcha, compuesta a petición de los obreros de la construcción. El 11 de septiembre nuestra emisora fue saqueada por los golpistas al negarse a obedecer a la junta fascista. Al ver a Jara en el estadio, pensé con amargura que seguramente aquella ultima grabación de Víctor habría sido destruida y el disco no saldría... Víctor estaba reservado y callado, mientras que en mi memoria sonaba la voz del cantante...

A veces los verdugos dejaban en paz a Víctor Jara y Danilo Bartulin, porque tenían demasiado “trabajo” en el estadio. Después de torturarlo, parecía que se habían olvidado del artista. Fue el propio Víctor que paso o casualmente lo enviaron con otros prisioneros. He aquí lo que me contó Carlos Orellana, ex-colaborador del Departamento de cultura e información de la Universidad Técnica, que fue detenido junto con Jara.

Relato de Carlos Orellana.

Por dentro el Estadio cubierto de Chile estaba iluminado constantemente por los reflectores y no tardamos en perder la noción del día y la noche. Víctor estuvo algún tiempo con nosotros, pero no recuero cuando lo sacaron de nuestro grupo. No se si fue al dia siguiente o al tercero de nuestra estancia allí.

Normalmente en el estadio anunciaban por los altavoces el apellido del prisionero ordenándole presentarse en tal o cual lugar. Pero a Jara lo vino a buscar un soldado. En este momento Víctor estaba sentado entre Boris Navia, jurista de la Universidad, y yo. El soldado se acercó silenciosamente y sin pronunciar una palabra toco el hombro de Víctor haciéndole señas para que los siguiera. Tanto yo, como otros prisioneros teníamos la impresión de que los militares no querían decir en voz alta que a Jara se lo llevaban a alguna parte... Cuando el cantante se levanto -seguramente, no pensaba volver sano y salvo- tuvo tiempo de sacar del bolsillo una hoja arrugada de papel y se la dio furtivamente a Boris Navia. Era el poema "Estadio de Chile", compuesto por Víctor.

Mas tarde, ya en el Estadio Nacional durante los primeros interrogatorios, entre las cosas de Boris Navia, encontraron el papel con el poema, lo escondía en un calcetín. El poema denunciaba el fascismo y la dictadura. Los militares creyeron que su autor era Boris y lo apalearon sin piedad. Le quitaron el poema. Pero con la ayuda de los compañeros Boris pudo hacer varias copias a mano del poema. Una de las copias fue a parar a manos de Ernesto Araneda, destacado comunista y ex-senador, que también estaba preso. No se como logro salvar el poema y enviarlo fuera. Después de la muerte del cantante el partido edito en la clandestinidad este poema, que fue rápidamente divulgado y se hizo famoso...

Por ultima vez vi a Víctor en el Estadio de Chile, unas horas después de que se lo llevara el soldado. Hubo un momento cuando se podía moverse mas o menos libre por las graderías. Se me acerco un estudiante de la Universidad. Había visto a Víctor en un pasillo y en algún momento Víctor le insinuó que quería hablar conmigo. Cuando me acerque al pasillo, Jara pidió al guardia que lo acompañara al baño. Me dirigí allá también. Allí pudimos intercambiar varias frases. Por el rostro ensangrentado de Víctor comprendí que lo torturaban cruelmente. Pero no me llamo para quejarse o pedir algo para el personalmente. A Víctor le parecía sospechoso un “prisionero”, también de la Universidad Técnica que deambulaba por el estadio sin temor, charlaba y hasta bromeaba con los militares. Todo eso parecía muy extraño. Víctor pensó -y tenia razón- que se trataba de un soplón, infiltrado expresamente. Jara creía su deber advertirnos a nosotros, profesores, colaboradores y estudiantes de la Universidad Técnica. En aquellas terribles condiciones Víctor pensaba en sus compañeros. Después de este encuentro no lo volví a ver...

Mas volvamos a la grabación de la entrevista con Danilo Bartulin.

El estadio, que daba cabida a cinco mil personas, estaba repleto. Para dominar a los prisioneros, por la noche cegaban con potentes reflectores. Ametralladoras pesadas sobre trípodes apuntaban a las graderías llenas de gente para amedrentar a los prisioneros.

Pronto empezaron a trasladar urgentemente a los prisioneros al Estadio Nacional donde a los militares les era mas fácil controlar la situación. En el ultimo grupo formado para ir al Nacional estábamos Víctor y yo. En total éramos unas cincuenta personas. De pronto apareció el comandante Manrique, recorrió la fila y ordeno a salir a Víctor Jara, Litre Quiroga, conocido jurista y comunista, y a mi.
-Llévenlos abajo -dijo.

“Yo sabia que ‘abajo’ nos esperaba la muerte. Allí tenían habilitada una cámara, en lo que había sido guardarropa y varios baños. Muchos de nuestros compañeros fueron llevados allí, pero nadie volvió. Una vez que me condujeron al interrogatorio y, al pasar, vi un montón de cadáveres, de cuerpos masacrados y desmembrados. Luego sacaban los cadáveres en camiones y los dejaban tirados en la calle.

“‘Abajo’ nos metieron a Víctor y a mi en un mismo baño. En el baño vecino estaba Litre Quiroga. Víctor y yo comprendimos que no teníamos salvación: éramos los últimos prisioneros del Estadio de Chile. Pero inesperadamente se dio la orden de que yo saliera. Víctor y yo nos despedimos en silencio, con una sola mirada. Me llevaron a un camión blindado con el motor en marcha, me metieron dentro y cerraron la puerta. El camión estaba lleno de prisioneros. Así fui a parar al Estadio Nacional. Solo estando allí comprendí porque no me habían dejado con Víctor en la cámara de condenados a muerte. Al verme entre los recién llegados, un coronel de carabineros dijo:

-Es el. Tiene que decirnos todo lo que sepa de Allende.

Empezaron constantes interrogatorios y torturas. Querían que hiciera ciertas “confesiones” para desacreditar la vida y la personalidad del presidente popular. Tres veces me hicieron pasar por simulacros de fusilamiento...

Luego supe que el cuerpo de Víctor había sido descubierto cerca del cementerio Metropolitano y el cadáver de Litre Quiroga, en una calle de Santiago. Naturalmente, los militares mataron aquella misma noche a los dos prisioneros que quedaban en el Estadio de Chile y luego arrojaron sus cuerpos en la ciudad para que pareciera que habían muerto en un tiroteo callejero...

Danilo Bartulin concluyo su relato y recordó que estando todavía yo en Santiago los secuaces de la junta divulgaron la versión de que el cantante había atacado con metralleta a una patrulla militar y esta, defendiéndose, lo mato.

Pero la única arma de Víctor era la guitarra. A Danilo Bartulin lo torturaron para sonsacarle los datos secretos que podía saber el medico particular del presidente. Pero ¿que “secretos” podía saber el cantante?... A Víctor lo torturaron y asesinaron porque odiaban sus canciones.
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***
EL ULTIMO POEMA.

Introducción Joan Jara: " ... Cuando más adelante me trajeron el texto del último poema de Victor, supe que él quería dejar su testimonio, su único medio de resistir ahora al fascismo, de luchar por los derechos de los seres humanos y por la paz."

Ultimo poema de Víctor Jara escrito en el estadio de Chile.

Somos cinco mil
en esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil
¿ Cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país ?
Solo aquí
diez mil manos siembran
y hacen andar las fabricas.

¡ Cuánta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura !

Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.

Un muerto, un golpeado como jamás creí
se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores
uno saltó al vacío,
otro golpeándose la cabeza contra el muro,
pero todos con la mirada fija de la muerte.

¡ Qué espanto causa el rostro del fascismo !
Llevan a cabo sus planes con precisión artera
Sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es acto de heroísmo
¿ Es este el mundo que creaste, dios mío ?
¿Para esto tus siete días de asombro y trabajo ?
en estas cuatro murallas solo existe un numero
que no progresa,
que lentamente querrá más muerte.

Pero de pronto me golpea la conciencia
y veo esta marea sin latido,
pero con el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona
llena de dulzura.
¿ Y México, Cuba y el mundo ?
¡ Que griten esta ignominia !
Somos diez mil manos menos
que no producen.

¿Cuántos somos en toda la Patria?
La sangre del compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas
Así golpeará nuestro puño nuevamente

¡Canto que mal me sales
Cuando tengo que cantar espanto!
Espanto como el que vivo
como el que muero, espanto.
De verme entre tanto y tantos
momentos del infinito
en que el silencio y el grito
son las metas de este canto.
Lo que veo nunca vi.,
lo que he sentido y que siento
hará brotar el momento...

(Victor Jara, Estadio Chile, Septiembre 1973).
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1 comentario:

Sr ILLAPA dijo...

Esto es la clara muestra del autoritarismo y el instinto de muerte de algunas personas, que solo con golpes pueden sentir placer; pero victor demostro la verdad del espiritu humano de aquel que lucha por la justicia y no solo por el, si existieran solo unos cuantos mas de esos hombres lograriamos un mundo mejor